Ocho en punto de la noche. Veo las manchas y grietas del techo mientras estoy recostado en mí cama. Mi cuerpo pesa y se me dificulta moverme, reúno toda mi voluntad para poder levantarme, veo a mi alrededor, probablemente buscando algo de compañía, nada ni nadie hace ruido, ni siquiera yo. Soy un fantasma más en esta casa, no me gusta pero ya lo acepte, así son las cosas ahora.
Voy a mi closet y observo lo que me pondré; como es usual escojo una camisa gris oscuro que en antaño era negra, un pantalón de vestir, y zapatos negros que requieren ser boleados.
De reojo, veo una de esas cosas. Aquellos con cuerpo de perro desnutrido, a diferencia de estos son bípedos, y el rostro suele ser de humano, con expresión triste, a veces como si gritaran o sollozaran, pero nunca hacen sonido alguno, al principio era inquietante, hoy siento que soy parte de ellos.
Me visto y me veo al espejo, desalineado y fúnebre, diría yo. Voy por mi saco, recojo las llaves, apago todas las pocas luces, y me envuelve la oscuridad. Estoy acostumbrado, atrás de mí escucho pasos antes pensaba que me estaban siguiendo, ahora sé que me acompañan... Sí, me acompañan.
Cierro las cerraduras con llave, y camino por la mal iluminada calle, no me preocupa solo serán un par de cuadras. En la calle transitan automóviles de manera esporádica, y en la calle solo suenan nuestros pasos.
Ocho y media, como de costumbre está abierto, un hombre de negro me recibe sin decir palabra alguna y me guía la mesa de siempre, como todos los viernes.
Hay poca iluminación, pero hoy es noche de música en vivo, está lleno. Pero mi lugar está desocupado, Gabriel siempre lo guarda por mí, bueno eso creo, los recuerdos son difusos, a veces es Gabriel, otras una de esas cosas, me siento y me sirven un trago, Whiskey por lo regular, otras una cosa viscosa y negra que recuerdan al petróleo. Hoy es Whiskey, observo a todos, está noche están muy animados en el bar.
Yo solo me dedico a vaciar vaso tras vaso, hay una mujer muy atractiva en la barra, cuando cruzamos miradas me dedica una sonrisa y con señas me invita a acercarme. Pero sus ojos dicen otra cosa, veo sufrimiento, soledad, le aflige una muerte ¿O simplemente soy yo reflejándome a través de esa mirada? Lo siento amiga, no soy a quien deberías mirar.
Pasa el tiempo, observo y bebo. Es como ver una película, simplemente estoy yo, no hay necesidad de pensar en nada o en nadie, existo estoy aquí sin ninguna complejidad extra.
Ya no escucho la música, ni las voces de las personas conversando. Es momento de dar un último trago.
Ya no hay personas, solo esas cosas. Me ven fijamente; Sé que es hora, no me quiero ir, pero es hora de volver a casa.
Salgo del bar, esta vez no hay ni un alma fuera, mucho menos luz. Camino de vuelta a mí casa, y las cosas me siguen... No, me acompañan.
Entramos juntos a la casa y me adentro en la oscuridad, doy media vuelta y ahí están sus rostros, todos sufriendo, sollozando, gritando y con los ojos fijos en mí.
Sigo avanzando hasta mi cuarto, en el tocador hay una botella y un vaso de vidrio al lado, me sirvo mientras los escucho llegar. Lo que sale de la botella parece negro y viscoso... El sabor es metálico.
Aquello era sangre, me llena la boca. No, no puedo tragarla, trato de escupirla pero sigue saliendo, me ahogo. Es mi sangre, es mi sangre; Ahora solo queda ver el techo, las manchas y las grietas.
Cierro los ojos, y los escucho llegar, siento su presencia mientras me rodean.
Abro los ojos, Ocho en punto de la noche. Veo las manchas y grietas del techo mientras estoy recostado en mí cama.
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Ocho en punto
Mystery / ThrillerUna historia corta, escrita en un mal momento. Me terminó gustando.