Capítulo 1

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Cuando supe que habían llegado a Londres mi corazón empezó a saltar de felicidad. Necesitaba ver a mi hermano y a mis sobrinos, ya que desde que había empezado a estudiar no solía verlos tanto como antes. Ellos desde hace casi un año ya vivían en Paris así que teníamos que si o si viajar para vernos. Hubo un tiempo en el que yo vivía con ellos, cuando aún vivían en Barcelona, vi crecer a Thiago y a Mateo, también acompañé a Anto cuando tuvo a Ciro y Leo estaba concentrando. Así que ahora sentía un vacío muy grande en el pecho cuando tenía a esos nenes lejos.

Hace unos meses me dijeron que vendrían unos días a jugar un partido importante a Inglaterra y desde ese momento moví cielo y tierra para que tengan la mayor de las comodidades. La casa era de Leo, así que cuando me vine a vivir a Inglaterra me dijo que de ninguna manera me podía ir a vivir a un departamento teniendo una casa con servicio la cual estaba deshabitada. Era una gran casa para vivir sola pero que esté repleta de cosas de mi familia y de Argentina hacía que sea más confortable.

Una bocina se escuchó afuera de la casa lo que indicaba que ya habían llegado mis hermosos sobrinos y mi cuñada. La escuché a mamá aplaudiendo de la felicidad y a papá bajar las escaleras rápidamente para ir a recibir a los chicos. Vi a Mateo saltar del auto tras su madre que venía con Ciro en brazos, no veía a los chicos desde Navidad y debo decir que habían crecido demasiado para haber pasado solo seis meses.

— Hola, amor de mi vida. — le dije a Mateo tomándolo en brazos cuando corrió hacia mi. — Estás enorme. Te extrañé mucho. — lo abracé fuerte contra mi. Mateo era mi ahijado, estaba tan feliz cuando Leo y Anto me eligieron que  casi compré una juguetería entera para malcriarlo. Notaba que Mateo me amaba, además de que amaba la atención que le daba cada vez que estaba conmigo.

— ¿y a mi? — dijo Thiago con algo de celos. Baje a Mateo que entró corriendo a mi casa, escuché como mi mamá bajó ya que Mateo empezó a gritar de emoción.

— Y a vos también mi bebé gigante. — me agaché para estar a la altura de él y lo abracé. — ¿Si te alzo te enojas? — murmure en su oído. Asintió y lo alce igual para abrazarlo más fuerte. — ¡Te amo!

— Tía... — dijo riéndose y limpiándose la cara cuando le empecé a dar besos en la frente. — Yo también te extrañé.

Thiago estaba creciendo mucho para mi gusto, cada vez que lo volvía a ver estaba un tanto más maduro que la vez anterior. Hubo un año que pasé de ver la Granja de Zenón junto a él para luego decirme que era de bebés y que ahora miraba Avengers. Ahora le había agarrado el gusto al fútbol pero cuando era más chico no quería saber nada con la pelota, solo quería autos y camiones.

— Estás hermosa, como siempre. — habló Anto detrás mía. Thiago pegó un salto y corrió hacia dentro para saludar an mis papás que ya estaban haciéndole fiesta a Mateo con todas sus ocurrencias. — Gracias por organizar todo, son unos días pero queremos pasarlo con vos. Los chicos te extrañan mucho.

— Gracias a ustedes por querer quedarse conmigo. — la abracé y luego cargué a Ciro que se colgó en mi cuello apenas me vio. — ¿Cómo estuvo el viaje?

— Bien, está cerca París en avión pero es complicado viajar con Matu y Ciro. — dijo riendo. — Thiagui ya está en la suya con el celu pero Mateo parece que está enchufado siempre.

— Matu en vez de calmarse está cada vez peor, ¿eh? — reí.

— No sabes, boluda. — negó con la cabeza. — Te traje muchos regalos. — dijo cambiando de tema y empujándome hacia dentro de la casa.

(...)

Habían pasado dos días desde que Anto y los chicos habían llegado, habíamos ido a pasear por Londres y les encantó. Específicamente Thiago me pidió que lo lleve a los estudios Warner porque quería ver el museo de Harry Potter que hay, Anto parecía estar más fascinada por el museo que los chicos. Se le notaba en la cara estar extremadamente feliz por estar ahí. Mateo se portó bastante bien para ser el, lo que hizo más ameno el tour por todo Londres. Se sorprendió mucho con los autos, le llamaba demasiado la atención que acá se maneja al revés que en su casa así que estaba constantemente alerta en cada movimiento que hacía el auto.

Never Be The Same. (Julián Alvarez)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora