Capítulo V: La despedida

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Azazel había planeado una gran fiesta, salvaje y ruidosa, con inmensas cantidades de alcohol, juegos de azar y mujerzuelas...
pero Emma no se lo permitió. En su lugar los amigos rentaron una pequeña cabaña y fueron a pasar una tarde tranquila tomando cervezas y pescando. Erik no tenía muchos amigos pero se enorgullecía de ellos, sabía que tanto Janos como Sebastian pondrían su vida en riesgo por él, y aunque no era la despedida que ninguno esperaba estaban totalmente comprometidos con la causa.

Erik se las había arreglado para evitar que los camarógrafos le siguieran durante la busqueda de los anillos o al menos lo había hecho hasta que le sentenciaron con sacarlo de programa y del experimento, pues éste había aceptado ser videograbado en el contrato. Así era como 6 hombres adultos se habían apretado en una pequeña barca y se dirigieron al punto de pesca.

-Lo siento, chicos- susurró Azazel una vez que todos estuvieron sentados frente a sus cañas.

-Por Janos y por mi no hay inconveniente- dijo Sebastian dando un largo trago a su cerveza.

-De verdad quería recordar un poco los viejos tiempos.

-Ya no somos esos hombres- Contestó Erik y la conversación se ahogó.

--¿Les importaría si comenzamos a grabar?-Nadie, a parte de Erik, giró a ver al regordete chico con su gran cámara.

-¿Qué dicen chicos, quieren volverse famosos?

-Da igual-Respondió Janos después de lanzar su lata de cerveza vacía al mar.

-Pedazo de imbécil, ¡arruinas el planeta para mi hijo!- Gruño Azazel intentando recoger la lata antes de que se undiera.

Shaw y Erik rieron mientras Azazel hacía uso de sus dotes de padre regañon contra el menor.

Las cámaras habían comenzado a grabar y echaron a Erik lo más lejos de ellos para poder entrevistar a sus amigos, pidieron uno a uno que hablarán sobre su relación con el futuro novio y sobre cómo lo estaban pasando en el viaje. Al otro lado de la embarcación Erik encendió un cigarrillo y se reclinó contra el costado del barco, los suaves movimientos y el aire fresco le transmitían cierta paz, una paz que pocas veces había logrado concebir. Sus pensamientos se llenaron de flores, de todos colores, de su madre con sus fragiles manos arreglando cientos de adornos y su padre trabajando en el jardín.

Sus padres se habían enamorado cuando se conocieron por primera vez en una iglesia que ambos frecuentaban, se habían casado unos años después y al poco tiempo el pequeño Erik había nacido. No eran una familia con muchos ingresos económicos pero nunca les faltó nada, ni siquiera en los inviernos más duros cuándo era difícil cultivar las flores que los sustentaban. Su padre había amado a su madre hasta el día en que éste se fue de este mundo tras una larga enfermedad que fue debilitando su cuerpo y su mente. Esa era la clase de amor que buscaba para él, algo tan sincero y duradero. Se preguntó cómo sería su pareja y si estaría tan comprometido como él.

-Esos chicos me estan matando- Dijo Shaw acercandose a él -¿Me ofreces uno?

Erik dio una calada fuerte y tiró el filtro usado al piso. Sacó dos cigarrillos, le tendió uno al mayor y se colocó el nuevo cigarrillo entre los labios, y los encendió.

-Te has vuelo ingenuo, Lehnsherr.

Erik no respondió, lo que pareció animar al otro a continuar.

-No puedes huir de tu pasado, siempre te alcanzará.

-No estoy huyendo de nada.

-Eso no me parece a mi- Shaw se pasó una mano por el cabello y tiró la ceniza acumulada en el pequeño cilindro -El volverte un florista a tiempo completo y casarte con un extraño no parece algo al estilo del viejo Erik.

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