II

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A la salida, después de clases, Nicolás y María divisaron la figura masculina de Alex, quien estaba con la espalda contra la pared y los brazos cruzados. María le miró con ojos molestos y, podría decir, llenos de odio hacia el muchacho.

Salgamos por el patio de atrás, no tengo ganas de soportar al mierda de tu noviesito. —Tomó el brazo de Nicolás para dar media vuelta y buscar otra salida.

María, cálmate un poco. —El brusco choque de un brazo contra su hombro lo hizo desviar la mirada de su amiga— Profesor Rojas... —Dijo el muchacho deteniendo el paso, quedando frente a frente con el codiciado maestro— Perdone, no lo ví... —Comenzó a decir sin despegar sus ojos de la presencia de Sebastían. El profesor esbozo una brillante sonrisa dirigida a su alumno, colocó su mano en uno de los hombros del menor y dejó salir una pequeña risa.

No te preocupes, Nicolás, tampoco miraba por donde iba. —Su voz era tranquila, dulce y por ser grave se escuchaba muy sexy pero entonces volvió a sonreír, hechizando a Nicolás con el brillo que despedía esa hermosa sonrisa.

Se alejó lentamente mientras los ojos del moreno se clavaban en la espalda de su Profesor. Sintió como la mano de su amiga lo alejaba y la figura de Sebastián se hacía cada vez más pequeña.

...

Llegando a su casa respiró profundamente, caminó hasta su cuarto sin saludar a sus padres o a sus hermanos menores, cerró la puerta y se lanzó sobre su cama. Era momento de tomar una decisión importante, seguir con Alex en esta peligrosa y tóxica relación o terminarlo, alejarse de él completamente y comenzar a vivir una vida tranquila. Hace mucho tiempo que deseaba dejar todo esto y ser feliz con alguien más, pero sabía que Alexander jamás le permitiría dejarlo, lo conocía perfectamente, sabía de que podía ser capaz.

No puedo más... Dijo en voz baja mientras miraba el techo de su habitación— Seguir con él es suicidio... Varias lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas —Pero sé que pasará si llego a tocar el tema con él. Ahora sus sollozos se habían convertido en un llanto desesperado.

Quería hablar con sus padres sobre el tema, quería que ellos lo aconsejaran y lo ayudaran a salir de esto, necesitaba una palabra de aliento de su querida madre pero no era posible, ¿cómo obtener un buen consejo de una persona igual o aún más codependendiente que él mismo?. Muy dentro de su corazón él quiere salir de esa relación, pero teme que nadie más lo quiera como Alex, tiene miedo de perderlo, pues piensa que sin él no es nada.
El sonido de la puerta lo sacó de sus pensamientos.

Hijo, Su madre se había asomado ligeramente por la puerta —Alex está en la sala, dice que necesita hablar contigo. Nicolás asintió ligeramente y se levantó de la cama.

Su corazón estaba acelerado, el temor recorría cada espacio de su ser, sus manos temblaban y sus ojos intentaban retener sus lágrimas. Lo vió ahí, sentado en el sofá de su casa, con la vista fija en el pasillo y una seria expresión en su rostro.

Amor... Pronunció en voz baja mientras se levantaba del sofá —Necesito que hablemos de algo importante, si tienes tiempo. Estiró su mano hacia él, invitándolo a sentarse a su lado.

Pudo ver como una ligera mueca de tristeza se formaba en su rostro mientras sujetaba su mano, sentándose junto a él pero ligeramente alejado. Ambos miraban al frente sin pronunciar palabra alguna, de vez en cuando los ojos de Alex se desviaban al rostro triste de Nicolás y se quedaba ahí, observándolo en silencio.

Nick... Dijo el muchacho de ojos grises rompiendo aquel silencio —Perdóname amor...

Siempre dices lo mismo,Respondió el otro en forma cortante y fría —ya está comenzando a fastidiarme... Su mirada seguía al frente, sin ganas de ver esos malditos ojos grises.

Cambiaré, te lo prometo. —Soltó con seguridad el mayor, mientras buscaba los ojos de Nicolás con los suyos —Prometo que estos ataques de celos no volv-

No te creo. —Interrumpió el moreno —Siempre, SIEMPRE que haces algo así me prometes cambiar... —Sus ojos obscuros comenzaron a cristalizarse, su vista se nublaba y una pequeña lágrima resbalaba por su rosada mejilla —pero jamás cumples.

Pero mi príncipe... —Acercó su mano a la del moreno pero este alejó la suya, evitando totalmente el tacto del rubio.

Vete por favor, necesito pensar bien todo esto.

Alex, un poco molesto, se levantó del sofá y caminó directamente hacia la puerta. Se volteó lentamente y aquella expresión de enojo y molestia se desvaneció al ver los tristes ojos de su pareja, era consciente del daño que le proporcionaba al chico pero no se sentía lo suficientemente fuerte como para dejarlo ir sin arreglar sus errores. Abrió la boca ligeramente para dirigirle alguna dulce palabra, pero sus fuerzas de habían ido, las palabras faltaban. Salió de la casa con la mirada baja, el corazón triste y las manos en los bolsillos.

Nicolás, mientras tanto, solo miraba la puerta reteniendo aquellas lágrimas que deseaban salir y sujetaba ese corazón que ansiaba con todas sus fuerzas correr tras ese hombre que, aunque lo lastimaba y hería cada vez que podía, amaba con toda el alma.

Soltó un triste suspiro y caminó lentamente hacia su cuarto para volver a dejarse caer sobre su cama, comenzó a cuestionarse si realmente era capaz de dejarlo sabiendo cuanto lo amaba, ¿era capaz de lanzar a la borda tantos años de relación?, cerró los ojos ligeramente y sin notarlo cayó profundamente dormido.

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⏰ Última actualización: Jul 20, 2020 ⏰

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