Capítulo XI: Tensión

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Mal, mal, mal y pésimo. Por alguna razón que no podía explicarse todos sus alumnos estaban rindiendo terriblemente mal. Quizá no estaba siendo imparcial con la forma en que él mismo evaluaba pero estaba seguro de que había echo todo en su poder para ayudarles a subir las notas, dejó un par de trabajos extras e incluso organizó un juego de preguntas y respuestas por equipos para ayudarles a recordar temas ya vistos y de paso obtener puntos extra pero de acuerdo con los examenes que estaba revisando parecía que nada de eso había ayudado.

"Epigenética" sin acento en la e ¿Qué diantres le estaba pasando a la juventud de ahora? Éso era claro que ameritaba al menos dos puntos menos, a estas alturas un error como ése era inaceptable.

El ojiazul se reclinó sobre su silla estaba cansado y aún no era ni medio día, pasó sus manos por su rostro hasta deslizarlas por su cabello, estaba largo, hacía tiempo que no lo recortaba y unas suaves ondas comenzaban a rozar sus hombros. Se estiró para desperezarse y optó por tomar un pequeño descanso, decisión por la cual su estómago rugio en señal de aprobación.

Charles detestaba la comida de la cafetería tanto como detestaba que un texto no estuviera bien centrado pero esta mañana a Erik se le había echo algo tarde y a pesar de lo mucho que el ojiazul había avanzado en sus clases de cocina nunca le había agradado cocinar para sí mismo e ingenuamente creyó que estaría bien si un día se saltaba el desayuno.

Últimamente a ambos se les había acumulado mucho trabajo, con las graduaciones a la vuelta de la esquina. Erik no paraba de recibir más pedidos de arreglos de los habituales para las ceremonias y Charles no sólo tenía que lidiar con los desesperados estudiantes que sólo aguardaban a que las clases terminaran, sino también con sus jefes que no dejaban de pedir cosas a último minuto. ¿De verdad esperaban que en dos días pudiera hacer una evaluación sobre el progreso cognitivo individual de cada uno de sus estudiantes cuando Charles tenía 6 grupos diferentes con más de cincuenta estudiantes cada uno? Era una locura.

Lo que también era una locura era lo mucho que extrañaba a Erik, que a causa del trabajo masivo se veía obligado a pasar algunas noche en la florería y las mañanas entregando y arreglando salones para futuros profesionales o novias histéricas. Hacía un par de meses jamás habría imaginando que pudiera llegar a extrañar la presencia de aquel corpulento hombre de ojos brillantes y sin embargo ahora daría lo que fuera para pasar un par de horas juntos. Extrañaba su sonrisa, el aroma de su cuerpo y su manía extrema por jugar con las monedas de su bolsillo.

Se puso en pie y se encaminó hacia el pequeño y descuidado edificio que servía de cafetería.

—¡Esta chiflado!— Gritó una voz y seguida a ésta se escucharon algunas risas amortiguadas.

Charles se detuvo un momento, las voces provenían del pasillo a la vuelta, no solía husmear en los asuntos de los estudiantes y prefería mantenerse al margen de los cotilleos sobre los maestros pero en ocasiones era imposible no escucharlos, en especial cuando gritaban de aquella forma. Sacó su teléfono para distraerse un poco hasta que los jóvenes cambiaran de tema o se aleajeran del lugar, así no sería incómodo para ninguno de ellos cuando Charles pasara a su lado.

—Chiflado es poco para describirlo— dijo una voz femenina.

—Parece que creyera que sólo tenemos su clase, si todos nos dejan trabajos finales inmensos cuándo tendremos tiempo de acabarlos todos.

—El profesor Xavier nunca había sido tan pesado.

Si bien no estaba poniendo mucha atención a la conversación de los jóvenes la mención de su nombre le hizo comenzar a hacerlo, guardo su teléfono en el bolsillo y se recargó contra la pared. 

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