VIII | 02 de Julio

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Para Emilio. Para todas aquellas personas que necesitan recordarles lo especiales que son.

Era dos de Julio, el peor día para poder existir. Para mi buena o mala suerte, era Lunes.

Luke seguía sin dirigirme la palabra y mi orgullo era más grande para poder hablarle y aclarar las cosas, siendo consiente de que posiblemente lo perdería.

Ashton era quién venía en su lugar, por lo que le di de desayunar y le pedí que cuidara de Duke todo el día pues tendría una obra al otro lado de la ciudad.

Le mentí ya que él productor la había cancelado y dado fecha hasta el mes siguiente.

Después de unas horas de estar en la oficina, fui hasta el muelle más cercano, el día estaba nublado y había una severa amenaza de tormenta pero poco me importó.

Me senté en la orilla de los tablones, viendo el mar en un vaivén lento, en ese mismo lugar, unos metros más abajo había estado con Calum, aún nos podía ver ahí.

—¡No! —Le grite divertida a Calum pues estaba cargándome en su hombro como a un costal de papas.

—Entonces dilo. —Amenazó él mientras reía.

—¡No, Calum! —Pegue varias carcajadas pues su petición era absurda.

—Sí no lo haces te tiraré al mar.

—¡Me ahogaré! —Dramatice aún entre risas tontas.

—Yo no iré por ti si no lo dices. —Sé acercó aún más a la orilla del mar azul.

—¡Está bien, está bien! —Respire hondo en busca de aire pues entre todas las risas que había soltado no podía ni hablar.

—¡Dilo!

—Algún día seré tu esposa.

En ese mismo instante me bajo, sí, toda la guerrilla había sido por esa simple oración que parecía significar mucho para él.

—¿Ves que no fue tan difícil? —Sé acercó a mi, posando su mano en mi quijada, sintiendo sus dedos en mi nuca.

—Me dolería mucho si no fuera así, Cal.

—Sé que somos muy jóvenes para saber qué es el amor pero por lo que hemos vivido, lo que siento al estar a tu lado lo es.

En ese instante, se acercó a rozar nuestros labios hasta hacerlo un beso, uno que aún recordaba.

Me parecía que podía ver las huellas que habían dejado nuestros pies, hasta que una ola chocó contra la arena, borrandolas para siempre.

Mire otro poco el cielo, estaba atardeciendo lentamente ante mis ojos, el Sol caía con pereza para dejar a su amante respirar con la noche. La Luna danzaba con las estrellas, seguramente contándoles cuán enamorada estaba del Sol.

—Vaya que debes dejar de beber. —Murmuré para mi misma al darme cuenta de las tonterías que pensaba.

Camine por el lugar hasta decidirme por abandonarlo, dirigiéndome al bar más cercano.

Tenía buena pinta, no parecía haber mucha gente《Es Lunes, tonta》se molesto en recordarme mi adormecido cerebro; empuje la puerta, efectivamente a lo mucho habrían 10 personas y eso sí no las estaba viendo doble.

Pedí el primer trago que se me vino a la mente, bebiendolo de un solo sorbo, los recuerdos a su vez inundaban mi mente como el alcohol en mi sistema. Las lágrimas comenzaron a brotar de la nada, el chico que me atendía ni siquiera se molestó en preguntar por lo cual me sentí agradecida pues no quería explicar lo de Calum, menos sabiendo que varios me conocían como la novia de un fantasma. Sí, la gente podía ser muy cruel.

Ghost of you | c.t.hDonde viven las historias. Descúbrelo ahora