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T r e s

"¡FIJATE!"

— ¿Que te pasa? — Carolina me pegó un codazo.

— La guapura no se pega.— dije entre dientes, realmente estaba bromeando.

El ruloso dejo de mirarme y continuó bebiendo su botella de agua, platicó con las chicas, estás gritaban tan fuerte cuando él hablaba.

Tomé mi celular y audífonos, me los puse y comencé a ver videos. Realmente quería morirme, los gritos de estas locas superaban a mis audífonos. Me los quité enojada y volví a guardarlos, solo miraba la pantalla de mi celular sin encontrar algo bueno. Abrí el chat con mi madre.

Mami(:

-¡Madre! Ya me quiero largar de aquí, las chicas gritan como si estuvieran dando a luz, incluso Carolina.

-No seas así, hazlo por tu mejor amiga, le debes muchas.

-¿Juegas?, agh, nos vemos luego patrona, chao.

-Arios, diría Carolina.

Volteé los ojos y bloqueé el celular. Miré a Carolina que miraba al chico con tanto amor, ella sonreía de oreja a oreja haciendo que yo igual lo hiciera.

— Disfruta del concierto — me dijo.

— Disfrutalo tú. — dí un golpecito en su brazo.

El chico seguía mirándome, hacía como que cerraba los ojos pero realmente estaba mirándome, pues yo estaba debajo de él.

— ¡Me está mirando! — gritó Carolina sacudiéndome bruscamente.

— Te esta mirando. — guiñé el ojo.

Ella acomodó un mechón de cabello detrás de su oreja y sonrió nerviosa.

— Te esta mirando a ti, Yumi.

La sonrisa de Carolina se desvaneció, la alegría que esta noche cargaba se esfumó en un dos por tres. Dejo de hablarme durante todo el concierto, me ignoró y platicó con desconocidas con sus mismos gustos.

Y ahí estaba yo, parada con la mirada perdida en los tenis del ruloso. El habló al micrófono haciéndome despertar de los pensamientos.

— Gracias a tod@s por esta noche, nos vemos después.— me miró y sonrió — volteé los ojos.

Los demás chicos se despidieron, todos caminamos a la salida que se encontraba detrás del escenario. Me estaba haciendo pipi.

— Quiero ir al baño, ¡Carolina! — dije cruzando las piernas.

— Dile al guardia que esta por ahí.

— Ven conmigo — supliqué

— Le voy a pasar mi número a unas chicas, lo siento. — hizo puchero y se fué dejándome ahí.

Caminé dando pequeños pasitos, me acerqué al guardia y con mi dedo indice le toqué el brazo. El volteó y me miró serio.

— ¿Sabe en donde esta el baño?.— sonreí nerviosa.

— Esta prohibido pasar. — se puso firme.

— Ya no aguanto — los ojos me estaban llorando.

Esté suspiró y me adentró detrás del escenario. Abrió una puerta y me señaló el baño. Sonreí y pasé cerrando la puerta de un golpe, me senté en la tasa y bajé mi pantalón, puse cara de relajación al soltar todo. Joder que bien se siente. Me limpié y le bajé a la tasa, procedí a lavarme las manos y secarlas. El baño estaba más que asqueroso, agh.

Salí del baño cabizbaja, caminé por todo el pasillo hasta chocar con alguien haciéndome caer al piso.

— ¡Fijate! — exclamé furiosa.

— Fijate tú.— habló una voz ronca.

Levanté la mirada y santa mierda. El ruloso de nuevo.-sonreí hipócrita y me sacudí las manos aún en el piso. El ruloso extendió la mano y me hizo una seña con la cara, sonreí y tomé su mano. Acto seguido me tomó del brazo y me empujo hacía el. Quedando tan jodidamente cerca.

Después de todo es amable.

— Para la otra ahorras tu dinero, no puedes venir a perder el tiempo en el celular sin disfrutar de mis conciertos.

Genial, me acabo de arruinar la perspectiva de persona "amable" que tenía del ruloso.

— Para la otra le pagas las entradas a tus loquitas, por qué estuvo de la mierda. — susurré furiosa.

— Con la que venías también estuvo un poco loca, ¿no crees? — sonrió con orgullo.

— Pues lastima que a ella si le caes bien.— hice puchero y me solté de su agarre.

Le pasé por un lado dando un ligero empujón en su hombro.

— Oye, fea. — habló a mis espaldas.

Volteé casi de golpe ante lo que dijo. Después de todo su "fea" no me ofendió, puso mis pelos de punta y sonó sexy..

— ¿Si? Ruloso..

—¿No me dirás tu nombre? — caminó hacia mi.

— Dejémoslo en fea. — guiñé el ojo arqueando una ceja coqueta, camine y salí como pude del lugar.

— Joder, se hace tarde y vienes como si nada — se quejó Carolina afuera del auto con su madre.

— Lo siento que me quedé sin papel — sonreí nerviosa y me subí al auto. Así procedimos a irnos, durante todo el camino no dejaba de pensar en el estúpido rizado.