bosque en el desierto

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Montada en mi bicicleta, dejo que las ruedas giren suave y lentamente, disfrutando del aire que acaricia mi rostro y que juega entre mis cabellos. Hay una fila interminable de casas a mi derecha, la cual observo sólo de reojo. Su color se está desvaneciendo por el paso del tiempo y por todos los factores naturales a los que han hecho frente.

Voy pendiente arriba, y sólo tengo que hacer un poco de esfuerzo cuando esta se vuelve más empinada, pero una vez en la cima, concentro toda mi energía en lo que me rodea otra vez, intentando absorber cada sensación y detalle.

punzadas en el pecho

La mañana es gélida a pesar del sol, y ese es justo el tipo de clima que me encanta; es bonito poder disfrutar de la luz y los rayos cálidos sin que en algún punto se tornen incómodos o sofocantes. Es el balance perfecto para no morir congelado ni por insolación.

garganta cerrándose

Muevo ligeramente el manubrio para comenzar a desplazarme trazando curvas amplias. Se escuchan algunos pájaros, no tantos como en primavera, pero sí más que en otoño. Me gusta imaginar cómo se vería el sonido mientras viaja en ondas, si tendría color o alguna textura... A mí me parece que el de los pájaros definitivamente sería amarillo, con un poco de café aquí y allá.

golpes corazón en un puño voy a morir

Veo el gran acre en el cual me he recostado tantas veces a ver el sol caer, más allá de la cerca que rodea este enorme jardín, casi justo en el centro del lugar. Mi madrastra solía decir que cada que alguien nuevo ingresaba aquí, entraban por su gigantesco tronco para después emerger nuevamente como una de sus ramas y poder seguir creando vida. Un proceso de purificación o algo así.

ayuda ayuda ayuda

Me bajo de la bicicleta y comienzo a caminar llevándola a mi costado, fijándome bien donde piso para no tropezar con alguna piedra o saliente y salir rodando. Nunca he sido demasiado ágil.

Este lugar me trae tranquilidad; entre todas las personas que hay aquí y todos los puntos de reunión que se han construido en los últimos 8 años, casi no queda ningún área como ésta. Hacia donde sea que decida girar y enfocar mi vista, hay un verde que transmite energía como ninguna otra, y me permite sentir como si estuviera a kilómetros, planetas de aquí.

Al fin llego donde mi árbol favorito. Tras acomodar la bicicleta en el suelo, me deshago de mi morral con cuidado y comienzo a buscar una posición cómoda en la cual me pueda quedar por las próximas 4 horas, sólo en caso de que pase.

Dedico unos minutos a absorber mi dosis diaria de la vista frente a mí, la de mi ciudad desde un ángulo mas o menos alto. Una vez que me he asegurado de que todo sigue igual y que lo único que se ha ido junto con la noche es el cielo de ayer, no puedo evitar pensar en lo rápido que me volvería loca si me privaran de venir a este lugar.

Sólo entonces recuerdo que no he venido sola, y que la persona que me acompaña lo odia mucho más de lo que soy capaz de entender. Me llevo la mano al dije que cuelga de mi cuello, donde me permitieron guardar las cenizas, quizá en un intento de sentirme más cercana a ella.

- Creo que hoy dibujaré pájaros, les presté atención mientras venía para acá... Bueno, mejor dicho, a su sonido- ... - Me hubiera gustado que vieras mis dibujos. Cuando no estabas delirando, quiero decir. Quizá sólo pensaste que eran buenos por estar tan alterada-

Dejo salir unas risas sofocadas, pero pronto me veo absorta en mis pensamientos, y me encuentro dibujando tras haber sacado lápiz y papel, con movimientos casi mecánicos, de mi morral. No quiero que la imagen se me escape, así que me entrego completamente a mi tarea.

Noto cuando la luz comienza a volverse más anaranjada y opaca, y dejo de hacer garabatos por un momento. Es tan fácil para mí evocar todas y cada una de las tardes que he venido aquí, y así mismo el por qué cada una de esas veces me sentía tan sensible como para dejarme conmover por una simple puesta de sol. No me explico que no se me hayan revuelto todavía.

-Me hubiera gustado que lo vieras como yo. ¿Por qué tanto odio?- espero un momento, la mirada fija en el cielo, analizando la nube que coincide con mi línea de visión. Entonces recuerdo que es muy poco probable que reciba respuesta alguna, y decido que es hora de guardar mis cosas y volver a casa.

mamá se fue.

una vez más.


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