4 O'Clock

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Era de madrugada, casi a punto de amanecer.

Dada la hora, era raro que alguien se encontrara afuera, en aquel solitario parque, pero así era. No era la primera vez que iba, sino que llevaba una semana yendo, mientras nadie se daba cuenta, y se sentaba en uno de los columpios, esperando al sol salir. Ni siquiera hacía nada; sólo miraba al cielo, como intentando encontrar algo en él, mientras los minutos pasaban y el cielo poco a poco se iba iluminando.

Cualquiera que lo viera, probablemente pensaría que era un loco, que seguramente se drogaba tanto que ni siquiera podía dormir, que era un vagabundo o algo por el estilo; pero, en todo caso, sería injusto juzgar, porque, por más extraño que pareciera, lo cierto es que el chico tenía sus propias razones para estar ahí.

—¿Tae? —lo llamó una voz detrás de él.

—Oh, hola, Jimin —lo saludó sin más, apenas despegando su mirada del cielo para ver a su amigo.

El otro se sentó en el columpio a su lado y lo observó por un momento.

—¿Qué haces? —le preguntó después de unos minutos.

—Espero al sol —le contestó, cediéndole una pequeña sonrisa.

Jimin atinó a asentir, para después voltear hacia el cielo también, sin saber qué más decir. Lo cierto es que él sabía de las salidas de Tae, pues compartían habitación, y era fácil vigilarlo de esa manera, especialmente ahora que se encontraba pasando por momentos realmente difíciles.

Tae no había hablado con nadie al respecto desde que habían vuelto a casa, y aunque todos los miembros del grupo fueron al funeral de la abuela de Tae, no quisieron intervenir demasiado, esperando que él pudiera estar con su familia lo más que pudiera en momentos como aquellos. Así que habían vuelto a casa después del funeral, una semana antes, y Tae, desde el primer día, se había escapado por la madrugada y había llegado hasta ese parque, donde se sentaba y miraba al cielo hasta que amanecía.

Jimin no había querido preocupar a nadie, así que no había confesado lo de las salidas de Tae por la madrugada, y tampoco le había dicho a él que lo seguía hasta ahí y esperaba con él el amanecer, y se iba antes de que él lo hiciera. En realidad, había querido acercarse desde el primer momento en que lo vio ahí, pero temía no tener las palabras correctas para decir y, además, quería darle su espacio.

Sin embargo, ahora que por fin se había acercado, se había quedado sin palabras.

—¿Te gusta ver cómo amanece? —cuestionó Jimin.

—Creo que es mi momento favorito del día —dijo el otro —. Me trae por lo menos un poco de paz.

—Sí, es bastante tranquilo a esta hora del día. No hay gente alrededor, ni el sonido de autos... sólo esos pájaros —observó el mayor.

—Son mirlos —dijo Tae —. Namjoon-hyung me habló de ellos. Cuando comienzan a cantar quiere decir que el sol está a punto de salir.

Jimin se quedó pensando un momento en eso, sin saber qué más podría decir. Se suponía que estaba ahí para mostrarle su apoyo, pero sólo se había limitado a hacer preguntas estúpidas. ¿Qué clase de amigo era?

—Lo lamento, Tae —le dijo entonces, esta vez llamando su atención de manera que lo volteó a ver —. Sé lo tanto que significaba tu abuela para ti —siguió hablando, diciendo aquellas palabras por fin. Ni siquiera había podido consolarlo bien antes, y de verdad se sentía culpable por eso.

El chico atinó a bajar la mirada, mientras se columpiaba un poco con sus pies.

—Vienes aquí por ella, ¿cierto? —preguntó.

Él asintió.

—Mi pecho me duele todo el tiempo, especialmente por las noches —confesó, sin levantar la mirada —. No puedo dormir demasiado, y venir aquí me hace sentir tranquilo, porque siento que puedo encontrarla en alguna parte del cielo —murmuró. En ese momento, unas lágrimas salieron de sus ojos, pero él no las secó —. Ni siquiera pude despedirme de ella, no pude decirle lo tanto que la amaba una última vez. —Hizo una pequeña pausa—. A veces volteo al cielo y me pregunto dónde está, y pienso en lo tanto que la amo, esperando que de alguna manera pueda saberlo.

Después de aquella frase, no pudo evitar romper en llanto, llevando ambas manos a su rostro, cubriéndolo.

Sobre la garganta de Jimin se formó un nudo, y los ojos comenzaron a escocerle. Sentía su dolor, porque si bien también había perdido a alguno de sus seres queridos, siempre supo que ambos estaban conectados de alguna manera. Habían sido amigos desde que se habían conocido, y Tae le había enseñado el verdadero significado de la amistad, del compañerismo, del querer sin esperar recibir nada a cambio, a pesar de que se daban todo el uno al otro.

No había por qué cuestionar algo como aquello, ya que a simple vista se notaba lo tanto que se estimaban el uno al otro.

—Estoy seguro de que ella lo sabe —le dijo Jimin, moviéndose de tal forma que su columpio quedó justo al lado del de Tae y lo abrazó por los hombros, mientras dejaba unas lágrimas salir también —. Tu abuela te amaba, y estoy seguro de que ella sabía que también tú lo hacías.

—Ella nos esperaba ver en televisión por el Music Bank —sollozó, dejando que el otro lo consolara con aquel abrazo —. Quería que ella estuviera orgullosa, que viera que había llegado lejos con ustedes.

—Sé que ella estaría orgullosa de cualquier manera. Aun antes de que debutáramos, ella confiaba en que llegarías lejos, por eso te apoyó —le dijo su amigo, acariciando suavemente su cabello —. Lo sé porque también estoy orgulloso de ti. Cualquier cosa que quieres hacer, lo logras, y no sólo porque te esfuerzas, sino porque tienes talento; incluso me atrevería a nombrarte el visual del grupo, pero Jin-hyung me mataría. —Aquel pequeño comentario los hizo reír un poco a ambos.

—Gracias —agradeció, limpiándose las lágrimas, pero viéndose un poco mejor.

—Sólo no le digas a Jin-hyung —pidió, casi avergonzado, volviendo a su ubicación inicial.

El otro tan sólo asintió y sonrió, para después volver la mirada al cielo.

—Mi abuela me dijo una vez que me mantuviera con las personas correctas —habló de nuevo, luego de unos minutos —. Creo que ella está tranquila de tenerlos a todos ustedes para estar conmigo.

—Espero que sí —le sonrió Jimin.

—Volvamos a casa —dijo Tae entonces.

—Pero ni siquiera ha amanecido por completo.

—Es suficiente por hoy. Venía aquí porque de alguna manera, el sonido de los pájaros me hacía sentir menos solo, pero no tengo por qué sentirme de esa manera si te tengo a ti, o si los tengo a los demás. Gracias por preocuparte por mí —le dijo, sonriendo de una manera sincera.

—Es lo menos que puedo hacer —le regresó la sonrisa.

Fue entonces que ambos se levantaron de los columpios y comenzaron a caminar hacia el edificio donde vivían. Hablaron de tonterías durante el camino, y al llegar, cuando Tae se acostó sobre su cama, quedó dormido casi de inmediato. Aquella fue la primera vez en una semana que el chico descansaba de la manera correcta, y aunque los siguientes días seguía desanimado por el asunto de su abuela, todos notaron que se mostraba un poco más animado.

Jimin sabía que todo mejoraría con el tiempo, y aunque no mejorara, estaría ahí para él lo que hiciera falta. 

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2022 ⏰

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