Nuestro adios

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Sus manos sudaban ante aquella pregunta, su respiración se encontraba muy agitada y no sabía si era el viejo reloj de pared de la señorita Ponny o su corazón que hacia aquel ruido que era el dueño de la pequeña oficina de administración de su hogar. Más de mil veces había estado en este lugar, pero nunca en su corta edad lo hubo sentido tan pequeño y caliente como en este momento.

Deseaba encontrar las palabras, deseaba poder decir con palabras lo que tanto tiempo hubo guardado en su mente y su corazón; ni sus madres que tanto la amaban y que la aceptaron cuando les dijo que estaba embarazada sabían la dura verdad que guardaba.

"No sabía por donde comenzar, sólo recordar la nueva separación me causaba mucho dolor y peor aún sabía que a él también le causaría. Mis lagrimas comenzaron a caer por mis mejillas como prueba contundente de que aún me dolía el pasado, aquel pasado que se repetía una y otra vez entre nosotros. El cual siempre nos separaba y alejaba de la forma más cruel"

- ¿Candice? – Dijo el joven devolviéndola de sus pensamientos y esperando respuesta a su pregunta. Sus ojos zafiros la miraban intensamente y aunque moría por abrazarla al verla llorar, no lo hizo; necesitaba saber la verdad, el ¿Porqué lo dejó?

- Yo... - Respiró profundamente y le pidió con su mano que se sentará cosa que hiso el, acomodó la silla de forma tal que quedasen frente a frente; quería verla a la cara mientras escuchaba aquello que tanto anhelaba. Un fuerte suspiro salió de aquel hombre dándole a entender a ella que necesitaba que comenzara con aquello que él esperaba sus manos se encontraban sobre sus piernas aprentando ligeramente su fino pantalon – Cuando nos vimos en Pittsburg hace casi 9 meses para ser exactos, yo estaba feliz de volver a verte, luego de tantos años entendí que seguía amándote como antes, como siempre – Dijo ella mientras sus ojos esmeraldas se convertían en cascada de lagrimas, levantó sus ojos y pudo ver la transformación en la cara del hombre al escuchar de sus labios que ella lo amaba.

- ¿Entonces, Candice? – Ella volvió a bajar la miraba al escuchar que el le llamaba por su nombre completo, ella sabía que el estaba molesto, conocía lo rencoroso que era y el mal genio del cual era muy famoso,

- Los días que pasamos juntos fueron los días más maravillosos de mi vida – Recordó ella y una sonrisa iluminó su cara – Me sentí amada, realizada y sobre todo, que él saber que existía la posibilidad de un futuro juntos después de casi 8 años de haber estado lejos de ti... Yo, no pensé en nada, ni en nadie y menos en ella, yo sólo quería ser feliz junto a ti... - El la miraba fijamente,

"Si tanto lo amaba, entonces... ¿Por qué?" – Fue su pensamiento mientras escuchaba aquellas palabras.

- Terry... Cuando nos despedimos con la esperanza de que al llegar a New York hablarías con Susana sobre terminar el compromiso que tenías con ella - Pausó ella tomando un largo respiro - En un principio me sentí muy mal, pensé le quitaba lo que era de ella...

- Nunca he sido de ella, no soy un trofeo Candice... - Dijo él en un tono molesto al escuchar las palabras y mal interpretarlas

- Lo sé, pero entiéndeme por favor, ya una vez te había dejado con ella – Dijo Candy levantando sus vista, colocándola fijamente a la suya y agarrando ambas manos del joven. – No eres un trofeo, eres el hombre que amo, el hombre que estúpidamente me he separado por tonta, por no hacer sufrir a una moribunda. Dos veces te he dejado con ella y créeme que al dejarte he dejado mi corazón, mi alma, mi vida... - dijo ella bajando su cabeza a las manos que sostenía del actor quien la miraba sin la más mínima expresión, pero que por dentro moría de dolor al verla sufrir por él. –

El cumpleaños de TerryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora