Capítulo 3

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...Quiero fumar.

Mi cabeza no ha parado de dolerme desde el miércoles. Para mi suerte, no he tenido que volver al salón 1-A, pero el recordatorio de tener con ellos el siguiente lunes me descompone.

Hoy es viernes.

- ¿Te has recuperado completamente, Harada-chan? —Me miró preocupado.

-Claro que sí, señor. ¡Estoy muy saludable! —Di mi mejor sonrisa.

-Es un alivio entonces. —Comió un caramelo de miel—. Nunca antes te habías desmayado en todos tus años de docencia, en verdad estaba preocupado...pero si dices estar mejor y Sasaki-chan también lo dice entonces está bien.

-Sí, Director. —Ishinomori-sensei se relajó al oír mi respuesta.

-Entonces puedes irte... —Frunció el cejo—. Espera, ¿Cómo estás llevando la responsabilidad de los salones de este año? ¿Alguno te dio problemas?

Ah...por supuesto que sí.

- ¡Claro que no! Son todos niños maravillosos. —Negué con la cabeza enérgicamente.

-Oh, qué bueno...son buenas noticias. —Agarró otro caramelo.

-Entonces, me retiro...

Haciendo una pequeña reverencia, salí de su oficina.

-Uf... —Ir a ese lugar siempre me ponía nerviosa, ya que era mi jefe.

"Bueno...este módulo estoy libre, tengo que esperar al siguiente para ir a mi clase. Así que...quizá pueda ir a la Enfermería a hablar con Chiyo. Necesito su compañía." Acomodé mi blusa mientras caminaba por el pasillo hasta mi destino.

El miércoles...después de desahogarme en la hora del almuerzo me sentí mejor y pude dar el resto de mis clases con normalidad. Sin embargo, el jueves volví a tener inconvenientes para bajar de mi auto.

Por suerte, el director había llegado y al verlo me vi forzada a bajar automáticamente, así que no hui...pero tuve que revisar dos veces todas las direcciones que estaba por tomar para no volver a encontrarme con –el impostor- Nagano.

Después de todo...estoy segura que se dirigió hacia mí cuando susurró luego de nuestro encuentro. En verdad me da escalofríos.

Cuando llegué a la enfermería, golpeé la puerta para cerciorarme de no molestar.

- ¿Chiyo...? ¿Estás aquí? —Abrí la puerta con delicadeza—. ...Oye.

Ah, esta chica no cambia.

Había abierto con cuidado la puerta por si algún alumno se encontraba descansando...pero la que descansaba era la mismísima enfermera.

Estaba en posición fetal en una de las camas, manteniendo una relajada respiración. Su cara era en verdad hermosa.

Aquellas largas pestañas negras y esos carnosos blancos acompañados de su pequeño tamaño y tez blanca la hacían una belleza.

"Si sólo mantuviera este rostro tan adorable todo el tiempo no habría hombre que no esté tras ella...aunque a ella únicamente espera a Mono-sensei."

-Hehe. —Me reí por lo bajo al imaginar la extraña escena de ver al profesor de gimnasia encontrándola en este estado—. Supongo que tan pronto la viera se iría. Él es así, pero yo... ¡Quiero que te levantes! —Pellizqué su mejilla.

- ¡Ah- ah, ah, ¡¡Ah!! ¡¡Duele!! —Despertó.

-No tienes derecho a quejarte, ¡¿Cómo puedes dormirte en la cama para los enfermos?! —En verdad, no me importaba para nada que se haya dormido en el trabajo, pero molestarla me gustaba.

YotsubaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora