Noches y Mañanas

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El mes transcurrió bastante bien, todo en calma con la empresa y la camorra.

Mouque y Donna estaban muy unidos, tenían momentos especiales, y eran grandes compañeros de trabajo, Donna seguía igual que nunca, Mouque no daba órdenes púes no era su deber a pesar de ser el único hombre en aquél lugar, eso sí, ninguna chica podía echarle el ojo a él, se las verían bien feo con ella.

En la oficina Donna, estaba al teléfono, dando gritos como de costumbre.

—¡Ese degenerado!

—¡No!

—¡No me interesa si le mandé a comprar café!

—¿¡Quién coño es esa!?

—¡Ay sí!

—¡Ya callate!

Donna estaba ardiendo en llamas, le habían dicho que Mouque estaba de coqueto con una chica. Se sentía molesta por confiar en él y por dejarlo salir como si nada.

Sale de la oficina, y camina a una de las bóvedas, toma a 5 chicos encadenados, estos no hablaron ni dijeron nada al verla. Ella se los lleva hasta el cuartel de entrenamiento donde vuelve a encadenarlos en distintos lugares. Se sentó en un escritorio y pensó que haría con ellos.

*****

—No, ¿Por qué han hecho eso?

—No fuimos nosotras.

Mouque iba apurado en llegar a las instalaciones, Meg y Gedisa fueron a buscarles porque según Donna le habían dicho que él estaba coqueteando con otra chica.

—Jamás fui coqueto con otra chica, ni sé como serlo del todo, soy muy torpe con Donna...

—Oye afro, calmate, tienes que ir y calmar tu problema con ella. Nosotras cumplimos con venir advertirte de que posiblemente morirás.

—No me importa, nos veremos al rato.

*****

Donna se levanta y va hasta las compuertas especiales, un pequeño almacén deja a la vista y armas por doquier se encontraban en ese lugar.

Vio fijamente la H&G63 y la tomó cargándola y preparándose.

Los chicos presente ya sabían lo que pasaría.

—Los hombres solo son unos malditos perros.

Susurro.

—Y ninguna mujer debe confiar en ellos.

Disparó al brazo del primero, este gritó.

—¡Por favor no lo hagas!

—Merecen morir.

Y le disparó en una pierna, la sangre corría por la piel del muchacho, pensaba que estaba suficiente, moriría desangrado.

Se acercó al segundo manteniendo la distancia y continuando con su lema.

—Yo puedo acabar con todos.

Metió forzadamente la punta de la pistola en la boca del segundo chico. Y disparó.

Mucha más sangre.

Mirame, voy tras de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora