Segundo Estadio

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Segundo Estadio: 

Capítulo 5/Cinco:

Ni siquiera él sabía cuánto tiempo había deseado que aquello ocurriera, podía mentirse y decir que lo deseó desde el momento en que besó los labios de Javier por primera vez, pero eso sería simplemente una mentira. El deseo siempre había estado ahí, solo que cuando conoció al español supo que quería compartir algún día aquella experiencia con el estudiante de leyes.

Cuando los brazos de Yuzuru se encontraron con el pequeño, el japonés supo con certeza que su vida había estado incompleta hasta ese momento.

Una lágrima se escapó de los ojos del nipón cuando vio por primera vez el rostro del pequeño bebé que se acurrucaba en sus brazos en busca de calor y protección. Debajo de aquellas grandes y bromosas cobijas azules, mejillas regordetas y coloradas se encontraban enmarcadas por un gracioso gorrito azul cielo que cubría los cabellos oscuros que se esparcían por todas direcciones.

Yuzuru sollozó de felicidad al ver al pequeño mover una de sus pequeñas manitas en busca de calor o quizá de algo o alguien a quien aferrarse. Con un nudo en la garganta, acercó uno de sus dedos a la manita del pequeño que ahora llevaría el apellido de su marido y por consiguiente el suyo, y este se aferró a él.

Y aunque el mundo entero viera aquella tierna imagen con emoción, aquel suave toque significaba mucho más para el pelinegro. Era una promesa eterna. La promesa de un amor que duraría por sobre todas las cosas, por encima de cualquier persona y situación; en cualquier vida.

–Es hora de irnos cariño, tengo ya todos los papeles –anunció Javier después de haberse asegurado que tenía aquel mágico momento guardado en una fotografía en su teléfono.

Yuzuru asintió limpiándose rápidamente con una mano aquella lágrima que dejaba ver cuán emocionado y feliz se sentía. Con cuidado sujetó firmemente a su pequeño hijo y se levantó con la gracia que lo caracterizaba y con una radiante sonrisa que hizo al corazón del español enamorarse un poco más de su perfecto esposo.

Javier acogió en sus brazos al japonés y besó sus mejillas con efusividad, sin perder la oportunidad de decirle palabras dulces al japonés.

–Lo hiciste Javi, lo trajiste a casa –murmuró Yuzuru sin apartar la mirada del pequeño bebé.

El aludido sonrió antes de besar los labios del japonés de forma tierna y cálida.

Javier no recordaba que su; en aquel entonces, joven e inexperto esposo hubiese estado tan emocionado cuando recogieron a Shoma de la casa hogar luego del juicio que dejó a ambos agotados física y mentalmente. Pero el español lo entendía, los primeros meses que duró el juicio y la pelea por la adopción del bebé, Yuzuru pasaba más tiempo en la casa hogar, que en su propia casa. Además, tuvo varios desagradables encuentros con la mujer que dio a luz a Shoma y estos se hacían cada vez peores, hasta que el joven japonés dejó de visitar tan a menudo al pequeño.

Así como el español recordaba el día de su boda como el mejor de su vida, también recordaba aquel día en que entro a su hogar y encontró el suelo completamente empapado, como el peor día de su vida.

Las llaves de la bañera completamente abiertas, haciendo que el agua helada que se había acumulado en la bañera y que continuaba llenándose, mojaba el cuerpo pálido de un Yuzuru que parecía haber estado llorando toda la tarde. Javi recordaba la impotencia que sintió cuando a mitad de la explicación que consistía en un desesperado llanto y él tratando de hacer al japonés entrar en calor, el peor ataque de asma que Javier pudiera recordar había comenzado.

To the stars who listenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora