Capítulo XXVIII- Despedida

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Miré a Albert sin saber qué decir, él estaba ahí, mirándome en la oscuridad. Dejé de respirar por unos segundos, ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Huir? ¿Decir la verdad? Mi mente daba vueltas, en apenas un minuto ya me sentía desfallecer.

-¿Cómo..-intenté articular una palabra-sabes?..

Albert rio irónicamente.

-¿Cómo no darme cuenta?-volvió a reír y esta vez se levantó- la última vez que viniste me desperté en medio de la noche, no estabas conmigo y me dije ¿Dónde rayos estará? Pasó casi toda la noche y tu solo llegaste de madrugada, no quise creer lo que veía ante mis narices, pero verlas hoy en el cine...me lo confirmó todo-suspiró- el por qué mamá actuaba tan extraño cuando estabas tú o por qué insistía tanto en que vinieses para acá, me siento un estúpido-caminaba en círculos.

Estaba pegada a la pared intentando guardar la calma, un montón de pensamientos se arremolinaban en mi cabeza ¿Él se lo dirá a todos? ¿Es el fin de Julianne y yo? ¿Guardará silencio? Un nudo creciente se formaba en mi estómago, estaba perdida.

-¿Mi madre te obligó a estar con ella? O tu...-me observó esperando mi respuesta.

Suspiré buscando las palabras adecuadas para la situación que salía de mis manos controlar.

-No me obligó a nada...

-Claro, y dime ¿Desde hace cuanto? ¿Desde hace cuanto que me mienten? ¿Acaso cogen? ¿Mi madre te toca!?-iba subiendo en tono de sus preguntas y comenzaba a asustarme- ¿!Desde hace cuanto que me han tomado por estúpido!? -se acercó peligrosamente hasta mi posición-¿!Qué clase de amiga eres!? ¿Acaso vas por ahí cogiendo con las madres de tus amigos!?

-BASTA!- Julianne había entrado en la habitación haciendo que Albert retrocediera algunos pasos.

-¿Estas bien?-Julianne me miraba preocupada.

Asentí volviendo mi mirada a Albert, su ira se había desatado y caminaba por la habitación arrojando cosas al suelo y mirándonos furiosamente.

-Ya no te reconozco...eres mi madre-miró a Julianne-  te metes con mi amiga y no solo eso, coges con ella como si fuese normal hacerlo...!Me dan asco¡-escupió al suelo- !Son tal para cual! Ambas mentirosas y locas ¿Creen que esto es normal!? Querida madre ¿Crees que es normal tocar a una niña? ¿Acaso la manipulas?

Julianne y yo nos mirábamos sin saber qué hacer..o decir, me sentía culpable, terriblemente culpable, Albert seguía dirigiéndonos palabras acusadoras, Julianne no profería palabra, miraba de vez en cuando a Albert y volvía su mirada al suelo, no era la única que se sentía mal.

-Albert...-Julianne le dirigió la palabra luego de algunos minutos-prefiero hablar esto entre tu y yo, por favor...

-Tranquila madre, tu amante o mejor dicho mi amiga puede también estar presente en nuestra conversación ¿No?

Julianne volvió a guardar silencio.

-No seguiré viviendo en esta casa-Albert tomó algunas de sus cosas y salió de la habitación, de inmediato Julianne corrió detrás de él y yo me quedé en la oscuridad de la habitación sintiéndome miserable.
Escuché como la puerta se cerraba estruendosamente, esperé a que Julianne regresara pero pasaron varios minutos y no volvía, salí de la habitación y caminé hacia el salón, Julianne estaba sentada llorando en uno de los sofás, verla así me partió el alma, lloraba desconsoladamente y yo no sabía qué hacer.
Me acerqué hasta ella y abracé su espalda, de inmediato sentí sus brazos rodear mi cuerpo y continuó llorando en mi hombro, ahora no solo me sentía miserable, me sentía la peor persona del mundo.

Intenté calmar a Julianne dándole suaves masajes por su cabello, pasaron largos minutos hasta que dejó de llorar y solo lagrimeaba, luego di cuenta que se había dormido en mis brazos, miré su rostro en calma y me sumergí en un profundo sueño.

*

A la mañana siguiente mi cuello dolía, más bien todo mi cuerpo dolía, miré a mi alrededor y ví que Julianne ya no estaba en mis brazos, en vez de eso había una manta cubriéndome entera y un olor llegaba a mi nariz. Me di la vuelta y allí estaba Julianne cocinando dándome la espalda. Me levanté y caminé hasta sentarme en una de las sillas, no sabía qué decir ante todo lo que había pasado la noche anterior.

-¿Dormiste bien?-pregunté insegura.
Julianne me miró e intentó sonreírme, pero no contestó nada. Me removí incómoda, de nuevo un nudo se estaba formando en mi estómago.

Julianne me sirvió jugo y tocino, comimos en silencio y en ningún momento su mirada dio con la mía por mucho que la buscase. Cada vez me sentía peor, la culpa, otra vez la culpa removía mi interior.

-¿Es mi culpa no?-pregunté conteniendo las lágrimas, Julianne me observó sorprendida-todo esto es mi culpa-una lágrima escapó por mi mejilla. Julianne tomó una de mis manos y se acercó.

-No es tu culpa amor mío-respondió serena- no es culpa de nadie...

-Sabes que lo es Julianne, por mi culpa tu esposo...tu hijo, ya no están..

-Shh-secó mis lágrimas-Nalia, eso nunca será culpa tuya, nunca me arrepentiré de esa decisión porque fue la correcta...no debes sentirte así amor mío.

Se quedó un tiempo tranquilizándome, cosa que logró con éxito. Para el final de la mañana Julianne me llevó en su coche a casa, tenía su mirada perdida igual que yo, todo esto nos había dejado sin saber qué hacer.

-¿Te veo mañana?-pregunté mirándole.

-Me tomaré algunos días para descansar y...pensar-Julianne seguía sin mirarme, algo no iba bien.

-Claro-respondí y me bajé.

Los días pasaron lentos, demasiado lentos para mí, Julianne había cumplido su palabra y no le había visto durante toda la semana, pregunté por ella y se reportó enferma, no quería acercarme porque  sabía que necesitaba su espacio, necesitaba pensar. Le concedí todos los días que necesitaba para que estuviese con la mente clara, pero la extrañaba demasiado...todos los días estaba pendiente si es que llegaba, pero nada, solo un maestro suplente. Albert tampoco había aparecido, no sabía su paradero, no sabía nada de él. No sabía como de un momento a otro todo se había ido al carajo, todo se había derrumbado y todos salían con heridas. Para la segunda semana sin Julianne me sentía intranquila, insegura ¿Quizás todo esto haría que Julianne...me dejase? No quería pensar en ello, pero su silencio y no presencia me tenía de los nervios, apenas dormía algunas noches y otras las pasaba en vela.

-¿Has sabido algo de Albert?-era la pregunta habitual de Jasmín, siempre le contestaba que no.

-Ni una señal de él en...días-respondí.

-¿Deberíamos llamarlo? ¿Preguntar por él?- Jasmín me cuestionaba.

-No lo sé Jasmín-suspiré-¿Vamos a clases?

Siempre evitaba el tema y Jasmín lo sabía, agradecía que no siguiera insistiendo en ello.

Era lunes de la tercera semana sin Julianne, ahora pasaba todas mis noches sin dormir y eso me afectaba demasiado, en la escuela y trabajo mi rendimiento estaba por los suelos y por primera vez no me importaba. Pero ese día sería distinto, apenas llegué divisé la cabellera naranja de ella, Julianne estaba allí, hablando con otro profesor y casi me pongo a llorar de el alivio, de saber que había vuelto. No pude mirar demasiado porque la campana sonó y tuve que ir a clases, todo el día no di con Julianne y eso me exasperaba, mordía mis uñas y no podía prestar atención a clases, para el final del día estaba dispuesta a poner cara a Julianne y que me diese una explicación, pero no lo necesité.

-Disculpe profesor-ella estaba allí, en la puerta-necesito a la señorita Nalia por unos minutos ¿Puedo sacarla?

Mi estómago revoloteó y sentí nervios, el profesor dijo que sí y me levanté en segundos, seguí a Julianne en silencio por los pasillos hasta su oficina y me hizo entrar. Me indicó que tomara asiento y así lo hice, su semblante serio no me dejaba saber nada, los nervios volvían.

-Nalia-me observó detenidamente-necesitamos hablar...



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Malos Tiempos(temática lésbica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora