C25: Demonio castaño

1.1K 129 17
                                    

—¿Qué?—murmuro más para mí misma que para mis acompañantes.

Mi cerebro no es capaz de comprender o encontrar por lo menos una sola razón aparentemente buena como para que él este en mi casa. No después de todo lo que pasó hoy entre nosotros. Selina me da un codazo que me trae de vuelta a la realidad de golpe pero para ser sincera hubiese preferido mil veces seguir estando inmersa en las tonterías que pienso.

—¿Piensas bajar? ¿O prefieres que le diga que puede subir?—cuestiona mi madre lanzándome una mirada que no puedo comprender.

—No...yo...bajo—susurro poniéndome de pie. Mamá asiente y se macha sin saber que hizo que mi corazón dejara de latir, volviera a latir descontroladamente y luego explotara dentro de mi pecho.

Le lanzo una mirada de súplica a Selina para que se invente cualquier cosa que me impida ir hasta el piso inferior de mi casa pero ella cumpliendo con su rol de mejor amiga aparta la mirada concentrándose en la pantalla apagada de su teléfono celular. Ignorándome.

Suelto un bufido de indignación y comienzo a avanzar hasta la salida de mi habitación sin otra opción que viable. Con cada paso que doy mi corazón se agita todavía más y mis piernas se sienten totalmente pesadas como si de repente se hubiesen convertido en gelatina.

Puedo escuchar el descompasado latido de mi corazón en mis oídos martilleando dentro de mi pecho y de repente tengo caigo en cuenta que voy a desmayarme patéticamente en el mismo momento en el que llego al pie de las escaleras y puedo ver una parte de él sentado en la sala en completo silencio. Inspiro profundamente tratando de relajarme y de mantener la calma, reuniendo valor y mentalizarme para cualquier cosa que Zabdiel De Jesús pueda decirme.

A paso lento bajo las escaleras tratando de no hacer cualquier tipo de ruido hasta que estoy a un par de pasos de distancia de él. Compruebo que mi respiración sea de manera correcta, niego un poco y suspiro llamando su atención.

—Hola—murmura sin mirarme.

—Zabdiel, yo....—susurro pero apenas sus ojos se conectan con los míos me percato que parecen cansados y tristes. Llenos de preocupación.

Siento mi corazón estremecerse de golpe dándome cuenta que yo soy la responsable de eso. Yo lo provoqué. Porque soy una idiota que no hace más que arruinarlo todo. Es mi culpa. Todo el sufrimiento de Zabdiel es mi culpa.

—Fabricio me llamó para explicarme todo lo que pasó...—anuncia en voz baja y mi estúpido corazón vuelve a acelerarse sin que yo pueda hacer algo para evitarlo. Pero la expresión de su rostro es indescifrable como sí le diera lo mismo.

—Yo...

—La verdad es que no estoy aquí para hablar sobre eso, Leire...—susurra y mi cerebro se queda totalmente en blanco tratando una vez más de que mi cabeza encuentre una razón buena—Yo entiendo porque lo hiciste y no estoy juzgándote por ello, tampoco quiero que te sientas presionada y sobre todo no voy a ser yo quién te arrebate tu sueño. Lo acepto y está bien. Sin rencores...

—¿Qué?

—Alex enfermó —inquiere lentamente y nuestros ojos se conectan un largo segundo donde ninguno de los dos décimos nada. El silencio reina en la sala de estar de mi casa y mi cerebro lucha por responder algo, por formular algo coherente pero no puedo.

El hecho de que el pequeño demonio castaño está enferma hace que quiera echarme a correr, me hace querer protegerla y apapacharla. Porque la única persona en el mundo que no merece sufrir ni aunque sea un poco es ella. Alexandra De Jesús.

—¿Qué? —repito torpemente.

—La verdad es que no ha parado de balbucear cosas que no entiendo, Leire. Dice muchas cosas y entre ellas te llama...dice tu nombre...mamá me pidió que te pidiera que vinieras a casa conmigo, sólo un par de horas... ¿podrías hacer eso por ella?—asiento sin pensármelo un solo segundo.

DIEZ RAZONES PARA NO AMARTE (DRPNA #1)|ZABDIEL DE JESÚS|Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora