His Last Smile *KookMin*

3.- Luna y Estrellas.

*Jimin*

Luego de dos días me dieron el alta. Ya no me era ajeno tomar mis pertenecias sin que nadie me esperara afuera así que me tomo mi tiempo arreglando mi vestimenta, con decisión abro la puerta de la habitación y busco el ascensor al fondo del pasillo, varias señoras se me quedan viendo con lástima, solo les doy un asentimiento de cabeza para que dejen de mirarme, parecen entender porque empiezan a cuchichear entre ellas.
Reviso mi móvil, me sorprendo al notar en la bandeja de entrada un mensaje de mi madre.

Te veremos en 1 semana, cielo.

Respondo con un simple "Okay". No entiendo la necedad* de enviarme un texto cuando parece que no existo para ellos.
El ascensor se detiene y salgo guardando mi celular, camino fuera del hospital con pasos tranquilos, es un día hermoso, el sol impacta directamente en mi rostro y sonrío por ese acto tan natural.

-Pegaré un post it en cada rincón de tu casa para que no olvides sonreír todos los días- esa voz que ahora me es tan familiar habla cerca mío.

-¿Qué haces, aquí JungKook?- pregunto enfocándolo mejor, trae un peluche de panda en sus manos. Son las 11 de la mañana, se supondría que estaría en clases.

-Vine a llevarte a casa- responde con simpleza.

-¿Ah si?- enarco una ceja mientras recorre el poco espacio entre nosotros- Prometí quedarme a tu lado mientras luchas contra el cáncer, incluso después de eso, no pienso fallar- me entrega el osito haciendo que lo abrace.

-Es muy lindo- comento sintiendo lo suave que es.

-¿Hablas del panda o de mi?- sube sus cejas pícaramente.

-Hablo del panda, Jeon- contesto con obviedad mientras cubro mi cara con el mismo.

Que no vea mis mejillas, que no las vea, por favor. Me digo internamente sintiendo como el calor sube por ellas.¿Qué palabras son esas? ¿Está loco o qué?

-Eres adorable, Jimin- dice acomodando mi cabello.

-Sí, sí, como sea. Vamos a mi casa- me apresuro a avanzar dejándolo atrás. Ese chico está chiflado, guapo pero chiflado. Dios, me estoy avergonzando yo solito. Necesito un psquiatra.

✏✏✏✏✏

En menos de una hora se encontraban dentro del hogar de Park, JungKook silbaba cada dos por tres cuando veía cualquier mínimo detalle súper lujoso, abría sus ojos sorprendido hasta por el tipo de piso que había en tal lugar.

-Woah, tu casa es impresionante, Jimin- dijo mirando las enormes escaleras en forma de caracol.

-¿Te parece? ¿Cumple con todos los rumores qué se cuentan día a día en la escuela?- fue directo a la cocina a tomar un vaso con agua.

-Ten por seguro que sí, eres el príncipe del castillo- dejó su mochila en la barra del desayuno. Jimin solo pudo alzar sus cejas en un gesto cansino. No se sentía en absoluto príncipe de ningún castillo, solo poseía una casa realmente grande.

-Bien, iré a darme una ducha y descansar, si robas algo haré que la policía te persiga hasta por debajo de las rocas- palmó su hombro y fue rumbo a su habitación, se quitó los tenis que llevaba, colgó su chamarra deportiva en su clóset, se desvistió y fue al baño, deseaba quitarse el olor a hospital, no le agradaba ni poquito.

Abrió la llave que se posicionaba arriba de la tina, vertió escencia de lavanda y poco a poco se fue llenando, un tenue vapor comenzó a indundar el baño relajándolo, cuando el agua estaba en su punto se introdujo sin prisas, disfrutaba como el calor le abrazaba y reconfortaba con cada segundo transcurrido. Miró sus manos atentamente, los moretones eran más que notorios, resaltaban en demasía con el contraste pálido de su piel, luego obversó sus piernas, un nudo incómodo se formó en su garganta, odiaba ser poco atractivo ante la vista de los demás por simples desperfectos genéticos. ¿Quién en su sano juicio se fijaría en mi? Pensaba siempre que se duchaba ¿Alguien prestaría atención a cada una de mis imperfecciones? ¿En esas pequeñas petequias que fácilmente se podrían confundir con pecas? ¿En los distintos tonos de morado que adquirían mis brazos, cuello y torso conforme la enfermedad avanzaba? Nadie, nadie se fijaría en Park Jimin.