Cuando Lovino se marchó, Antonio se mantuvo inmóvil frente a la puerta cerrada.
Una ligera risa escapó de sus labios, puesto que su hermana menor le había obedecido. No había hecho ruido.
Estaba feliz y orgulloso de ella.
No volvió a abrir la puerta de su habitación. Estaba preparándole una sorpresa.
La tarde transcurrió y ella seguía sin hablar. Su felicidad cada vez aumentaba más.
Le había preparado la cena. Una hermosa cena.
Apostaba a que se pondría muy feliz.
Entonces, cuando finalmente oscureció, el abrió la puerta de nuevo.
—Linda, tengo una sorpresa para ti. —anunció contento.
Sin embargo, sus ojos se inundaron de pánico y rabia al presenciar aquello.
El cuarto estaba hecho un caos. Los cajones de su cómoda estaban vacíos y las cosas se encontraban esparcidas por todo el suelo; las sabanas de su cama estaban revueltas y su ropa fuera de su armario.
La chica, ya sin el vestido puesto, se encontraba en una esquina del cuarto con una pequeña cuchilla en la mano derecha. Su muñeca estaba salpicada de sangre; al igual que el suelo y el resto de su ropa.
Y ella lloraba sin parar.
—¡Rápido! ¡RAPIDO! —chillaba intentando hacer cortes más profundos.
No funcionaba, ella no moriría.
El hombre entro sin pensarlo dos veces, le arrebató el artefacto en un movimiento y le clavó una mirada inyectada en furia.
—¡¿QUÉ ES LO QUE HACES?! —le gritó— ¡¿QUÉ INTENTABAS?!
—¡Por favor! ¡POR FAVOR! —imploraba ella sin darse cuenta que el hombre también había comenzado a llorar— No quiero esto de nuevo...
—¿Por qué te quitaste el vestido, linda? Te veías hermosa. ¿Por qué me haces esto? —preguntó enseguida acariciando su rostro.
Estaba tan orgulloso. ¿Por qué lo defraudo de esa manera tan cruel?
Lo pensó dos veces.
La amaba demasiado y no quería reprimirla por aquello. De esa manera, al final sonrió y sujeto aquella muñeca herida con delicadeza mientras la sangre comenzaba a correrse por su propia piel también.
—¿Por qué no vamos a curar esto? ¿Te parece? —le habló con dulzura mientras ella seguía llorando en silencio— Yo arreglare la habitación después. No estoy enojado.
La ayudó a levantarse. La llevó al baño. Lavó la herida, la vendó y finalmente la hizó vestir su obsequio nuevamente.
La mirada sin brillo era ahora la de ella. Ya no lloraba, pero tampoco sonreía.
No hablaba, no negaba, no asentía, porque ¿para qué hacerlo? Si al final del día volvería a la oscuridad de aquel sótano.
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"Todo será como antes" [SpaMex] 𝙃𝙚𝙩𝙖𝙡𝙞𝙖
FanfictionEspaña extraña cuidar de México. Extraña su inocencia y sus infantiles actitudes. No está satisfecho cuando Guadalupe simplemente le saluda y le sonríe en las reuniones mundiales. No soporta las noches sin dormir a su lado. Nunca lo hizo. Por más de...