Suspiró con cansancio, mirando aquel último informe del día que había logrado completar. Por hoy, su trabajo estaba hecho. Miró la hora en su reloj de mano, volvió a suspirar. Esta vez masajeó su rostro con ambas manos, revolviendo sus mechones de tonalidades grises. Finalmente, dispuesto a dejar aquella oficina, agarró su portafolio, donde guardó sus cosas previamente, y se despidió de todos los que aún quedaban en la oficina.
Recorrió los pasillos con lentitud, bajando las escaleras para descender hasta el piso inferior, pasando por la puerta de entrada. Se dirigió hasta el estacionamiento del edificio, donde se subió a su auto. Este no era un auto último modelo, pero tampoco era muy viejo, era un auto promedio.
Encendió el auto y, antes de partir, revisó su celular. Al parecer nadie le había enviado ningún mensaje, por lo que se sintió más relajado. Echó una última mirada a la hora , desilusionándose al ver que llegaría tarde a su hogar, el cual no se encontraba nada cerca de su trabajo, siendo aproximadamente 2 horas de viaje en auto.
Mientras conducía, escuchaba las radios locales de cada lugar que pasaba, tarareando alguna que otra canción que pasaban. Realmente aquel viaje de dos horas en auto lo aburrían. Al estar todo casi oscuro, además de estar concentrado en el camino, no había mucho con lo que distraerse más que con las canciones.
Cuando hubo divisado su hogar, el cual tenía encendida las luces de las habitaciones, estacionó su auto dentro del garage de este. Descendió del auto, sin olvidar sacar sus cosas para, posteriormente, asegurar el vehículo.
Caminó hasta la puerta de su domicilio e introdujo la llave en la cerradura de la puerta, haciendo girar aquel elemento metálico hasta que sintió que había logrado destrabarla. Al ingresar a la vivienda, pudo sentir cómo el calor hogareño del lugar envolvía su cuerpo para adaptarlo al nuevo ambiente.
Ni bien dejó sus cosas sobre un perchero ubicado al lado de la entrada, sintió como dos pequeños brazos envolvieron una de sus piernas. Al agacharse, logró observar cómo, aquel pequeño de cabellos azabaches y ojos idénticos a los suyos, lo miraba con suma alegría.
- ¡Papá, llegaste! -Anuncia feliz el infante, mientras frotaba su mejilla contra su pantalón.
Atsushi carga al menor en brazos, a la vez que deja un dulce beso en sus rosadas mejillas, haciendo que el menor se ría, ya que le hacía cosquillas aquel contacto.
Antes de que el mayor pudiera agregar algo, oye una voz proveniente de la cocina, aquella voz se le hace tan familiar, como si la conociera desde hace años, que era cierto.
- ¿Yuki, ya recogiste los juguetes del living? - Cuestiona un joven de cabellera oscura, saliendo de la cocina. Este al percatarse de su presencia, lo observa por unos instantes, para después acercarse a ellos con paso firme.- Buenas noches, Atsushi - Saluda, dejando un casto beso en los labios del peligris, quien tuvo que agacharse un poco para que el azabache estuviese a su altura, ya que en estos años el hombre tigre había crecido lo suficiente como para superarle en estatura por 10 centímetros a aquel joven.
Tras eso, el joven de cabellera oscura cargó al niño y le dijo que se preparara para cenar, que él se encargaría del pequeño azabache, quien había hecho un puchero al ser separado de su padre.
Atsushi se limitó a asentir, mientras observaba cómo aquel hombre a quien solían llamar el perro de la Port Mafia, quien portaba un habilidad destructiva, se llevaba al hijo de ambos. Así es, aquel pequeño era el hijo del azabache y de él.
Le fue inevitable recordar el día que Akutagawa dejó la Port Mafia, quienes no tardaron en moverse para encontrar a aquel que alguna vez había sido su perro fiel, al cual inmediatamente tacharon como traidor. Este simplemente se había esfumado, sin dejar ningún rastro. Lo buscaron arduamente durante los primeros dos años de su desaparición hasta que, finalmente, se rindieron, pero nunca se olvidaron de aquella disertación.
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Our Little Secret [AtsuAku/Mpreg]
FanfictionAtsushi y Ryūnosuke tienen un pequeño secreto que deben proteger, su pequeño hijo Yuki. ¿Podrán hacerlo? El amor de los padres no tiene límites. Y ellos lucharán hasta la muerte por proteger a su pequeño. -------------------- ...