Capítulo 2

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(Perspectiva Rebeca)


Cada lugar que Arthur me explicaba, era maravilloso, mágico, el olor del mar envolvía todo a nuestro alrededor, me encantaba, lástima que el tiempo no acompañase para poder darme un pequeño chapuzón.

La ruta era magnífica, perfecta para ir a caballo, almenas toda la parte del camino que llevaba al castillo.

-Aquí debemos bajarnos- dijo Arthur al llegar sobre una colina- el tiempo ha deteriorado el camino y sería peligroso bajar a caballo.

Ambos bajamos de los caballos y los dejamos atados a un árbol, cuando me giré para contemplar el camino por el cual debíamos bajar, me quedé sin aliento, las ruinas del castillo eran imponentes, el castillo debió ser enorme, así como el pueblo que lo rodeaba, no alcanzaba a ver el final de las ruinas.

-Es un sitio increíble- dije.

-Sí que lo es- asintió Arthur- las ruinas se extienden más allá de esas colinas y bajo nuestros propios pies hay galerías subterráneas que servían de almacén para los barcos pesqueros.

-Vaya- dije asombrada.

Arthur me mostro con calma cada ricos de las ruinas y lo agradecí enormemente puesto que cada roca, cada hueco entre ellas, despertaba enormemente mi curiosidad, podía sentir calor en esas piedras, un escalofrió recorrió mi espalda cuando entré en una de las alas principales del ahora derruido castillo.

Encontré algunas plantas medicinales en los alrededores del castillo y cogí un par de hojas para ponerlas en mi diario, siempre lo llevaba conmigo, en el escribía muchas de las cosas sobre hierbas medicinales que sabía y siempre que tenía ocasión añadía una de las hojas de las plantas a la descripción de la misma.

El tour se terminó antes de lo que me esperaba, pero al menos fue muy agradable, al regresar al establo Arthur me invitó unirme a él, su tía y unos amigos en la festividad de Beltane, la idea me encantó, ¿qué mejor que asistir a una fiesta local con personas agradables para explicarte la tradición?

Tras agradecerle la guía y aceptar la invitación, pagué la ruta y deje una buena propina, se lo merecían eran realmente agradables.

De camino al hotel paré en un restaurante para cenar y en un puesto de flores para comprar un ramo de margaritas.

-Buenas noches Emma- dije entrando en la recepción.

-Buenas noches Rebeca- dijo con una sonrisa- ¿Cómo ha ido la guía a caballo?

-Magnifica, por eso te traigo esto- dije entregándole el ramo de margaritas- es mi forma de darte las gracias por ayudarme.

-Muchacha, no deberías haberte molestado, no supuso ningún problema- dijo Emma conmovida.

-Ha sido un placer- dije - Arthur me ha invitado a acompañaros mañana durante las hogueras, espero que no te importe.

-Para nada, será un placer, prepararé algo de tentempié y los muchachos llevarán bebidas- me respondió con una sonrisa- será divertido.

-¿He de comprar algo?- pregunté.

-No te preocupes por nada, serás nuestra invitada- me dijo con una amable sonrisa.

-Genial, en ese caso me iré ya a descansar, la veo mañana- dije despidiéndome antes de dirigirme a las escaleras.

Esa noche soñé con un hombre de hermosa sonrisa, me tendía la mano invitándome a ir con él y quise hacerlo, quise tomar su mano, pero antes de que pudiese hacerlo se desvaneció, busqué a mi alrededor deseando volver a verlo y se materializó a un par de metros de mí, en esta ocasión pude ver sus ojos, azules verdosos, hermosos y misteriosos, corrí en su dirección y cuando estábamos a punto de tocarnos desperté acelerada en mi cama.

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