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♪~Whistle~♪

Abrió los ojos con lentitud, los párpados le pasaban y la cabeza le daba mil vueltas. Rogaba internamente por volver a cerrar los ojos y seguir durmiendo, pero el incesante sonido de su despertador comenzaba a alterarlo, recordándole el largo lunes que tenía por delante.

Se estiró con pereza hasta la pequeña mesa de noche que había junto a él y de un leve golpe apagó la alarma. Tardó unos cuantos minutos en incorporarse, y cuando al fin logró sentarse sobre la cama, estiró los brazos y dejó salir un profundo bostezo.
Comenzaba a sentir sobre sus hombros el peso de la noche anterior.

- Te dije que debías volver más temprano. - habló molesto un joven de cabello castaño. - Ahora estarás de mal humor todo el día y yo tendré que soportarlo.

Se levantó de la cama, haciendo caso omiso al castaño, y se adentró en el baño de la habitación para arreglarse un poco.
Regla de la perfección: nunca salir de la casa sin verse genial.

Se miró en el espejo y se sorprendió un poco al ver su cabello oscuro todo revuelto; la camisa blanca, planchada y reluciente en un principio, ahora se encontraba mal abotonada y con algunas pequeñas manchas... Las cuales serían indudablemente descubiertas por el ojo crítico de su madre. Recordó cómo fue que la ensució la noche anterior.
Sonrió ante ello.

No fue una mala noche después de todo.

(...)

Una vez listo y con su uniforme puesto, salió de la habitación que compartía con su hermano y se dirigió a la cocina. Encontró el desayuno servido sobre la mesa, junto con una nota.
Reconoció al instante la letra de su progenitora.

« Me fui antes por una reunión, les dejo el desayuno y el almuerzo.
Regreso a las seis, los amo. ♡ »

Desde pequeño se había acostumbrado a desayunar acompañando con las pláticas matutinas de su madre, pero desde que fue ascendida en su trabajo, las reuniones en la mañana se hacían cada vez más frecuentes. Le resultaba monótono empezar la mañana de esa manera... Sí, tenía a su hermano para hacerle compañía, pero no era lo mismo.
Sin embargo, el café con leche y las medialunas lo tentaban demasiado. Dió un pequeño suspiro y se dispuso a acabar con el desayuno.

Y, a pesar de haber iniciado el día de esta manera, seguía con una muy pequeña sonrisa en su rostro.
La cual no pasó desapercibida.

- Okey, ¿Qué bicho te picó ahora? - mencionó el castaño entrando a la cocina.
El mayor simplemente rodó los ojos, siempre había creído que su hermano exageraba demasiado las cosas.

- Mamá tuvo una reunión... Otra vez. - pudo notarse cierta molestia en su voz. - Te dejó el desayuno servido.

El recién llegado dejó su mochila en el suelo y se sentó a la mesa, frente a su hermano. También llevaba su uniforme puesto y su cabello recogido en una coleta baja.

- ¿Y bien? - intentó iniciar una conversación, algo que usualmente no sucedía de su parte. A menos que supiera algo e intentara descifrarlo.

- Y bien... ¿Qué? - sabía que su hermano era muy entrometido cuando se trataba de averiguar algo. Y molestarlo un poco con eso solía subirle el ánimo al azabache.

•~Whistle~• «Fredoy»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora