Una vida a tu lado.

Acurrucadas en algún lugar.

Un atardecer hermoso dio paso a una noche igual de hermosa. Todas y cada una de las estrellas titilaban gustosas de ser observadas. Esa era la única manera en que Eli no temía a la obscuridad, con la persona que más quería entre sus brazos, y con los astros iluminando tenuemente su mirar.
Recordó aquella ocasión en el campamento, había perdido la oportunidad de apreciar el cielo nocturno libre de cualquier tipo de contaminación visual y ahora eso no importaba. En un futuro cuando evocara el primer cielo estrellado de su memoria, Umi estaría a su lado y eso lo convertiría en un recuerdo irreemplazable.

"¿Tienes frío?"

"Ni un poco"

La voz de Umi apenas era un deje de lo que era comúnmente. El calor de Eli la eclipsaba por completo. Los brazos y piernas alrededor de ella, el toque del mentón sobre su hombro; eran las mejores sensaciones que podía experimentar.

"Tú, Eli, ¿Tienes frío?"

"No, estoy muy bien" 

Alargó las palabras lo más posible, susurrando contra el oído de Umi y dejando que su nariz rozara la cálida mejilla ajena. La arquera sonrío estrechando con cariño las manos que causaban ligeras cosquillas sobre su estomago.

"Aún pienso que debimos invitar a Arisa"

"Sabes que debe estudiar, el japonés no es su fuerte"

 Eli hizo una pequeña mueca mientras sus mejillas se inflaron con ligera molestia. 

"A veces la consientes demasiado, Umi"

"Eso no es cierto"

"¡Claro que lo es! Cocinas los postres que le gustan, le sirves doble ración y dejas que lea tu poesía... ni siquiera a mí me permites eso."

"P-Pero, Eli. Yo no podría mostrarte"

"¿Por qué no?"

Umi giró el rostro, haciendo imposible que Eli observara su expresión, pero no el tono rojizo que comenzaba a adueñarse de sus orejas.

"Umi, responde"

"Mi poesía habla acerca ti, sobre todo lo que me haces sentir"

Eli quedo sin palabras. Echó su cabeza hacia atrás y permitió que su rostro se sumergiera en la melena azul, solo así sus palabras tuvieron el valor de salir.

"Puedes seguir consintiendo a Arisa, pero también debes hacerlo conmigo"

Una sonrisa surgió en los labios de Umi antes de responder.

"También te consiento a ti"

"Si eso es cierto, ¡Dame un beso!"

"¡E-Eh!" Levantó la voz con sorpresa "¡Eso es d-demasiado repentino!"

"No es repentino, yo siempre quiero besarte"

"N-No tienes vergüenza"

"La tengo, pero puedo soportarla por un beso tuyo" 

Salió una risita de entre sus labios, y al segundo siguiente enmudeció mientras apuntaba al cielo. "¡Una estrella fugaz!"

Umi levantó la mirada, buscando por el cielo a la nombrada.

"Parece que no alcance a verla"

"Tuve tiempo de pedir un deseo" Eli anunció con orgullo.

"¿Qué pediste?"

"Eso deberías saberlo"

"¿Hm?" 

Enarcó una ceja ante la confusión, giró el rostro en busca de la respuesta y antes de poder pronunciar palabra, Eli ya había capturado sus labios en un dulce beso. Tardó algunos segundos en reaccionar, pero en cuanto lo consiguió, devolvió el beso con la misma ternura que su novia le brindaba.

"Deseo cumplido" Musitó Eli al separarse segundos más tarde.

"No hubo estrella fugaz, ¿Cierto?"

"Me atrapaste"

La rubia estrecho con más fuerza a Umi, balanceándose con ella de un lado a otro mientras ambas soltaban pequeñas risitas. 

"Pero sabes, si realmente pasara una no pediría un simple beso"

"Ah, mis besos son simples"

"¡No! No me refiero a eso" 

Picó la costilla de Umi como castigo por interrumpir, logrando que la menor se retorciera ante las cosquillas. "Pediría que permanecieras siempre a mi lado"

"Siempre es mucho tiempo" 

Umi se hizo a un lado una milésima de segundo antes de que la rusa volviera a 'atacarla'.

"Lo sé, y también sé que te encantaría pasar todo ese tiempo conmigo"

"Engreída" Pensó Umi al mismo tiempo que sonreía.

"Sin embargo no debería dejarle algo tan importante a una estrella que seguramente debe cumplir miles de deseos más. Por eso yo me encargaré de que pases ese y más tiempo a mi lado"

"Estás muy confiada, Eli"

"Es porque estoy segura de que lo conseguiré"

"Yo también lo estoy..." 

Susurró la peliazul antes de buscar nuevamente los labios ajenos.

Ambas lo sentían, sentían que ese solo era uno de los tantos momentos que enmarcarían su vida juntas.