-Hace frío- pensé, mientras acomodaba las sábanas que habían abandonado mi pie derecho, volviendo a deshacer la sensación que me había hecho despertar. Estiré levemente mi brazo, alcanzando el pequeño reloj que se encontraba en la mesa de noche a un costado de la cama donde me encontraba, marcaban las 5 AM, nuevamente estaba empezando a dormir mal, algo normal para una chica de mi edad que va a ingresar a una nueva escuela. Decidí levantarme, no pensaba empezar mal este nuevo año escolar, así que me senté, sintiendo un peso enorme en mis músculos aún bastante relajados después de dormir. Caminé descalza hasta la puerta de mi habitación y como de costumbre, encendí la luz, presionando el interruptor cuya localización sabía de memoria. Retrocedí un poco y abrí el armario para retirar mi nuevo uniforme, "bastante lindo a diferencia del anterior", fue el primer pensamiento que se me cruzó al momento de comprarlo. Me vestí y luego me dirigí a la cocina para preparar mi desayuno. Mientras caminaba por el pasillo pasé fuera de la habitación de Hitomi, mi hermano mayor. Había una luz que inundaba todo el interior del lugar, me asomé y era justamente lo que sospechaba, el computador. Nuestros padres suelen viajar bastante por sus trabajos, no digo que no se preocupen por nosotros, que nos falte atención o amor, al contrario, son bastante estrictos y nos han dado todo lo que necesitamos, especialmente cariño, por esto mismo, Hito aprovecha la ausencia de mamá y papá para jugar videojuegos más de lo que debería.
-Toooomi...~ dije suavemente mientras me acercaba al asiento donde se encontraba dormido. No noté reacción alguna, así que me incliné un poco, visualizando de cerca su rostro, de su boca caía un ligero hilo de saliva. Me reí y volví a repetir su nombre un poco más fuerte, en ese mismo momento vi como se sobresaltaba mientras abría sus ojos a la vez.
-¡L-LA BASE!, HAY.. hay que de-fenderla...- respondió Hitomi apenas despertó a medida que su voz se apagaba, al parecer seguía dentro en unos de sus sueños (no muy alejados a los videojuegos que suele jugar todos los días).
-Sabes que soy Amy, ¿verdad? - sonreí levemente después de aquel espectáculo. Al momento de preguntar esto vi como las mejillas de Tomi se tornaban rojas rápidamente, supuse que se sentía avergonzado.
-L-lo siento... me he quedado dormido otra vez. - Su mirada bajó, confirmando mi teoría junto a su mano nerviosa que le rascaba la nuca.
-Me he despertado temprano hoy, estoy algo nerviosa, me preguntaba si querías ayudarme con el desayuno y bueno... me gustaría que comamos juntos hoy, últimamente mis comidas han sido solitarias, no sales de tu habitación - crucé mis brazos simulando estar enojada, en realidad no lo estaba porque comprendía la situación de mi hermano ya que hasta hace no mucho estuve igual que él, obsesionada por los videojuegos y series, esto responde un poco al por qué de mi actitud tan tímida con el resto, me encerré en un mundo que me hacía feliz pero decidí que era momento de cambiar un poco.
-Lo siento mucho Amy, sabes que no es mi intención hacerte sentir así- la mano que estaba antes en su nuca tocó mi cabeza, revolviéndome el cabello.
-Está bien, está bien, lo sé. Vamos, arréglate primero y lávate la cara antes de cocinar, baboso. Iré a preparar las cosas. - Me reincorporé y volví a caminar hacia la cocina.
Saqué mi celular del bolsillo de mi uniforme y presioné un botón, haciendo que la pantalla se iluminara, marcaba las 7:40 AM. Realmente no iba saliendo tarde, tenía tiempo para llegar unos 5 minutos antes de que iniciaran oficialmente las clases, pero los nervios me consumían. Mi idea era salir unos minutos antes, pero tanto mi hermano como yo somos un asco en la cocina, se nos quemó el desayuno y casi incendiamos la casa, no sacamos el talento culinario de nuestros padres.
Iba caminando junto a Hitomi camino al colegio, pero se detuvo al encontrarse con su mejor amigo. Hito es un año mayor que yo y va en la misma escuela a la que yo asistiré desde ahora, por eso mismo no se le veía tan nervioso como yo.
Respiré hondo y a unos pasos de llegar a la escuela escuché mi nombre desde atrás. ¿Qué le habrá pasado a Tomi ahora...? Me volteé y vi de lejos una silueta acercándose con velocidad hacia mí, con los brazos alzados mientras los agitaba. No hacía falta tener ojo de águila para saber quién era.
¡Hyuki! - grité algo fuerte, llamando aún más la atención de la gente que se encontraba cerca, en su mayoría estudiantes de mi misma escuela.
El cabello castaño de Hyuki era reconocible a kilómetros. Su alegría y ternura me llenó por completo.
Quedamos frente a frente, sonriéndonos, ¿cómo podía haberlo olvidado? Algunos de mis compañeros habían sido transferidos al mismo colegio que yo, incluyendo a Hyuki, mi mejor amigo desde la infancia.
Sentí sus brazos alrededor de mi cuello, colgándose.
- ¡Amy, Amy, Amy! - gritaba, sin sentir vergüenza alguna.
- ¡Ay, Hyuki, me vas a botar! - jadeé un poco, sintiendo que perdía el equilibrio.
Hyuki había viajado durante sus vacaciones, por lo tanto, no habíamos hablado durante todo este tiempo.
Entramos juntos al colegio sin dejar de conversar y reír, pasamos por el tablón de anuncios e identificamos nuestro nuevo salón de clases, elegimos los asientos del final como de costumbre y esperamos a que el timbre dé el inicio de clases.
La puerta que habían cerrado unos chicos luego de entrar al salón fue abierta nueva pero estruendosamente, se veía un grupo de chicas bastante llamativas y femeninas, pero en el centro de ellas había una figura que resaltaba. Su cabello rojizo era brillante y sus ojos verdes petróleo penetraron a todos los estudiantes para luego fijarse en los míos. Era Akane, podía reconocer su mirada a la perfección, era la misma a la de hace unos años atrás, pero tenía algo distinto... ¿frialdad quizá?, no logré pensarlo en el instante porque la chica se acercó precipitadamente hacia mí, su semblante algo serio cambió de golpe al verme.
- ¡Aimer, cuánto tiempo sin verte! - dijo la muchacha, acercándose para darme un cariñoso abrazo que, en realidad, se sintió muy distante.
- ¡Akane! ¡estás muy guapa! ¿qué tal estás? - dije emocionada después de ver a mi mejor amiga de la infancia, con la cual había perdido todo contacto.
-Excelente, no sabía que entrarías a esta escuela, ¡será genial estar juntas otra vez! - su risa apenas se escuchó por los murmullos del grupo de chicas con el que iba.
Antes de poder seguir con la conversación notamos la presencia de alguien mayor a nosotros, era el profesor, rápidamente todos volvieron a sus asientos y así se dio inicio a la primera clase.
Estaba haciendo los ejercicios de matemática cuando una cantidad considerable de bolitas de papel chocaron en mi rostro, miré al lugar de donde provenían los misiles y "sorpresivamente" era Hyuki quien los lanzaba. Le miré fulminantemente para después sonreírle. Escuché la voz del profesor después de quedarse en silencio para dejarnos ejercitar y pegué un pequeño salto, pensando que nos había pillado tonteando, pero el maestro solo habló para decirnos que tenía que retirarse del salón por unos momentos.
Acto seguido que él se retira se empezaron a escuchar murmullos, algunos gritos y golpes fuera del edificio donde estábamos, específicamente del patio, nosotros estábamos en el segundo piso. Las voces que se oían afuera eran todas masculinas, pero bastante distintas, una voz de ellas era melodiosa, la otra muy animada, mientras la que seguía era grave y masculina.
- ¡Lanza bien la cuerda, Kyotsu! – Se escuchaba desde abajo. Los alumnos dentro del salón se miraban entre sí, buscando alguna respuesta a lo que sucedía entre ellos.
- Maldito Nantsu, ¿qué crees que estoy haciendo?, es culpa de Hatsu que no pone de su parte. – dijo la voz grave.
- No se preocupen chicos, el plan saldrá a la perfección – parecía que este chico cantara cada vez que hablaba, se me hacía gracioso.
Los murmullos seguían y seguían, tanto fuera como dentro del salón, todos nos manteníamos en nuestros asientos hasta que un chico de la primera fila frente a la mesa del profesor se puso de pie. Su cabello era café y llevaba unas gafas que escondían por detrás unos ojos azules, iba con un uniforme impecable, sin ninguna arruga, junto a su cabello bien peinado y su rostro serio. El muchacho se asomó por la ventana, noté que estaba preocupado pero intentaba ocultarlo, lo supe por la forma en que acomodaba sus gafas a cada momento, a pesar de que estaban perfectamente posicionadas.
- ¡Eh chicos, es Hiko, ha venido a ayudarnos, ¿verdad?! – se escuchaba desde abajo, con alegría.
El alumno que se había puesto de pie, que al parecer se llamaba Hiko, frunció un poco el ceño, intentando analizar la situación desde arriba. Después de pensarlo varias veces, tomó la cuerda que se asomaba.
- ¡Eso es, tira! – decían desde el patio. La cuerda casi se le arranca de las manos, a la vez que Hiko casi sale disparado por la ventana. Miré a Hyuki, confundida, pero cuando buscaba sus ojos color miel me di cuenta que se había puesto de pie, vi su mesa llena de bolitas de papel y lo busqué por la sala, iba corriendo hacia el chico de las gafas.
- ¡Cuidado que te caes! – reconocí la dulce voz de mi mejor amigo. A la vez que él decía esto, tomaba a Hiko de la cintura, tirándolo hacia atrás para que no se cayera. Supongo que el plan que tenía había salido mejor en su mente, ya que casi ambos se caen.
Sentí una brisa y vi borrosa una silueta rosada, ¿qué era eso?, la figura apareció al lado de los dos chicos al borde de una caída no muy peligrosa y jaló de ambos con una fuerza que nos dejó a todos boquiabiertos, mientras los tiraba, rápidamente tomó la cuerda que antes sostenían los dos alumnos.
- ¡Par de idiotas!, ¿qué hacen? – la voz era femenina, algo chillona quizá, porque estaba gritando a todo pulmón. Los dos chicos cayeron uno encima de otro. La chica de cabello rosa empujó a Hiko, que estaba sobre Hyuki.
- ¡Hyuki!, ¿estás bien, te has hecho daño, te duele algo, quieres que te traiga algo? ¡eres un idiota, debes tener mas cuidado! – era una situación extraña, no se sabía si estaba preocupada o enojada… o ambas.
- ¿R-Ryu…? ¿qué haces aquí? – preguntaba mi amigo, claramente nervioso. Se puso de pie y le ofreció su mano a Hiko que seguía en el suelo.
- H-he pedido que me cambiaran de salón… me enteré que estás aquí y… ¡necesitaba verte!, ¡estaremos juntos ahora! – apenas se notaba la pupila en los ojos rojos de la chica, intimidando a prácticamente todo el salón.
- ¿Qué dices… estás loca? – Hyuki miró a Hiko antes de que se pusiera de pie, asegurándose de que estuviese en buenas condiciones y luego cruzó sus brazos, mirando molesto a Ryu, cosa rara ya que él solía ser bastante paciente y feliz.
- Y-yo solo ¡n-necesitaba! digo… quería estar contigo. – los ánimos de la muchacha se esfumaron, mientras Hyuki caminaba molesto a su asiento.
- Lo que me faltaba… que me acosara hasta aquí… - murmuró mientras pasaba al lado mío.
Todos observamos como el rostro de la chica pasó a uno de felicidad a uno de tristeza mientras jalaba la cuerda que venía de abajo.
- ¿Saben qué?, mejor subo yo primero, muévanse. – se escuchó de una voz bastante masculina.
En cuestión de segundos se vio a un muchacho meterse por la ventana, su cabello negro estaba bastante despeinado y no logré ver bien su rostro, ya que apenas subió tomó la cuerda que sostenía Ryu y empezó a tirarla. La chica de pelo rosa se alejó apenas él tomó la cuerda y sin mucho esfuerzo, el resto de los chicos que estaban afuera subieron también.
- ¡Eso es, ha salido todo muy bien! – decía un chico (insertar definición de Nantsu lmao) mientras alzaba el puño, sintiéndose victorioso.
El grupo de amigas que acompañaba a Akane junto a otra parte del curso se acercó corriendo a la ventana cuando subió el último muchacho.
- ¿Estás bien? No te has hecho daño, ¿verdad? ¡dame la mano, yo te ayudo! – eran algunas de las cosas que se escuchaban de aquella masa de chicas. No entendía bien la situación hasta que encontré unos ojos grises, acompañados de una piel en perfecto estado y un cabello rojo oscuro con las puntas mas claras. El chico del que todas estaban preocupadas se acercó a mí con una gran sonrisa.
- ¡Eh, Tsu’s, ha llegado una chica nueva! – se puso frente a mi mesa, apoyando sus manos sobre ella.
- ¿Oh, es cierto? – se escuchó desde el fondo - ¡eh, Kyotsu ven aquí!
Al momento de decir esto, Akane se puso de pie rápidamente, acercándose a mi mesa para apreciar de cerca la situación. El chico de pelo negro llamado Kyotsu se acercó también, lentamente.
La pelirroja carraspeó suavemente y dijo - ¿Cómo se les ocurre darle una bienvenida así a mi querida Aimer?, ¡le están dando la peor bienvenida y el ejemplo más malo! - cruzó sus brazos y sonrió de lado, disfrutando actuar como una persona responsable.
- Nadie pidió tu opinión, Akane. - dijo el chico con ojos color rubí, haciendo que la sonrisa de la chica se esfumara.
- No seas grosero, Kyo ~ pronunció el chico con sus manos aún sobre la mesa donde me encontraba, mientras le guiñaba a la chica. El grupo de féminas gritó de emoción, al parecer Hatsu era una clase de idol en la escuela.
- S-si Kyotsu... no deberías tratar a una chica tan guapa de esta forma, a ninguna chica ya que hay que tratarlas a todas como princesas - ¿estaba tartamudeando? No lo sé, se le veía nervioso, bueno, yo también lo estaría si todo un grupo de personas me diese la espalda y se fueran después de que hablara.
Hiko se acercó a la multitud con una cara de no tener muchos amigos, a paso firme. En el momento que separó sus labios para regañar claramente a los chicos de la ventana llegó el profesor al salón, haciendo que todo el mundo volviera a su lugar.
Noté a Hyuki mirar fijamente a Akane durante la clase, ahora que lo pienso... ¿por qué no se habrán saludado si antes éramos los mejores amigos?Sonó el timbre que marcaba el fin de la primera clase, le pregunté a algunas alumnas la ubicación del baño de chicas y me encaminé según la direccion que me entregaron.
Sorpresivamente, no había mucha gente dentro del lugar, me puse frente al lavabo y observé mi reflejo. Abrí el grifo y sumergí mis manos en el agua helada que salía con moderada potencia. Escuché la puerta de uno de los compartimientos abrirse detrás de mi y observé por el espejo del baño a una chica salir con un gran bolso, noté que tenía los botones de su camisa mal abrochados y cuando se acercó hacia mí la miré disimuladamente. No sabía de qué manera decírselo, así que acomodé mi cabelo utilizando ambas manos, intentando buscar una manera de comunicárselo. La muchacha acababa de terminar sus moñitos y me sonrió ampliamente.
-Disculpa, ¿tienes algo para sujetar mi cabello? Se me han quedado en casa - decía la muchacha de cabello peculiar, parecido a un morado lavanda.
Algo sorprendida, tardé de procesar lo que me dijo y después de unos segundos busqué entre mis bolsillos una liga, le dediqué una sonrisa nerviosa mientras extendía mi mano.
-¡Oh, muchas gracias!- lo tomó y siguió con su peinado.
-Eh... disculpa, creo que te has abrochado mal la camiseta...- señalé con mi índice los botones, tímidamente.
-¡Oh, es que he despertado tardísimo y no me dio tiempo ni de fijarme en ello! - la chica se ruborizó un poco y antes de entrar denuevo al baño se detuvo.
-Eres nueva, ¿no? Nunca te había visto por aqui- su voz era suave, y su presencia bastante agradable. -¡Si quieres me esperas y te llevo a la clase que tienes ahora!, a propósito, mi nombre es Saika, ¡mucho gusto!
-Oh... ¡suena bien, te esperaré!
La chica volvió a entrar y salió unos minutos mas tarde.
-¡Entonces iremos a la misma clase, me encargaré de que conozcas a todos! - íbamos por el pasillo y la gente se volteaba a ver a Saika
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