4.- Te distingo a ti

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-¿Tendrás exámenes en 3 semanas, Jimin?- preguntó el doctor Campbell mirando al peligris.

-No que yo recuerde ¿Por?- respondió haciendo una mueca.

-Las primeras semanas recibirás el tratamiento habitual, una inyección por sesión, en la cuarta, meteremos de manera directa la quimioterapia en el líquido cefalorraquídeo- contestó viendo unos papeles- Es probable que te sientas sumamente débil en ese cuarto período, por lo que recomiendo te quedes en casa y no asistas a la escuela, solo si es sumamente necesario, podrás ir-

-Okay- dijo Jimin entendiendo.

-¿Está diciendo que inyectará a Jimin en la columna vertebral?- interrogó JungKook a su lado, una inasistencia más al perfecto estado académico de Jeon era anotada. No le importaba perder clases si con eso le daba seguridad a su chico.

-En efecto. Revisé todas las sesiones de quimioterapia de mi paciente, tal vez un pequeño error que no vimos fue que, cuando tienes leucemia, la enfermedad prácticamente está en todo el torrente sanguíneo, el tratamiento llega a las células más cercanas, las que se encuentran en el líquido cefalorraquídeo son más difíciles de alcanzar por lo que el cáncer se va haciendo muchísimo más resistente. Esta nueva alternativa puede que ayude a Jimin a superar de manera exitosa cualquier mutuación de células, eliminando así cualquier rastro de leucemia aunque, recordemos, cada caso es diferente y existe la posibilidad de que no funcione al ciento por ciento- explicó profesionalmente- Pero Jimin, no perdamos la esperanza, todo es posible-

El peligris solo asintió.

-Usted es el experto, confío en lo que hará- firmó una hoja en la que aceptaba todas las consecuencias del tratamiento.

-Bien, empezaremos mañana. Sugiero desayunes algo antes de venir para acá-

-De acuerdo. Todos los gastos cárguelos a las tarjetas de mis padres-

-Como siempre- asintió levantándose de su lugar- Tenemos muchas ventajas, Jimin- le tendió su mano, Park la tomó y apretó, luego salió de ahí sin decir nada, Jeon le siguió apresuradamente.

-¿Viste? No tienes nada de qué preocuparte- sonrió JungKook pasando un brazo por sus hombros. Pronto se encontraban fuera del hospital, fueron a la parada de autobúses, esperaron pacientemente a que llegara y emprendieron camino al colegio.

-Tengo hambre, iré a la cafetería, te alcanzo en clases- anunció el peligris dejando a Jeon en la puerta de su salón, habían llegado hace un par de minutos; solo atinó a hacer un gesto despreocupado y entró. Todos sus compañeros empezaron a hacer bullicio del porqué de su retardo, incluso el profesor le pidió una explicación convincente, con discreción le explicó todo a su maestro de Diseño Tridimensional I, desde el padecimiento de Jimin hasta que fue a comprar comida por su falta de apetito en la mañana. Con una empatía propia de cualquier persona ajena a la enfermedad del peligris, asintió y dejó pasar todas las inasistencias de Park.

-Si Jimin llega a necesitar algo, hágamelo saber, joven Jeon- pidió en voz baja.

-Por supuesto- respondió y tomó asiento.

A los pocos segundos ingresó nuestra bolita de arroz al aula, buscó a JungKook con la mirada y sólo el castaño pudo percibir una ligera sonrisa en sus labios, avanzó hacia donde se encontraba y se sentó. Sacó de su mochila dos sándwiches, unos panquecitos de chocolate y dos jugos en botella de vidrio.

-Gracias por estar conmigo- le tendió la parte proporcional de comida que le había comprado y empezó a devorar su desayuno.

El corazón de JungKook se aceleró por el comentario. Sobra decir que el de Jimin también.

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-No es que te quiera correr pero ¿No deberías estar en tu casa?- preguntó el peligris mirando como JungKook resolvía su tarea en la mesa del comedor, apenas bajaba de una larga siesta con el cabello alborotado y cara hinchada, pensaba que el castaño ya había partido desde hace horas.

-Nadie me espera allá así que ¿Por qué ir si sé que tú necesitas compañía para no deprimirte?- contestó con simpleza moviendo ágilmente su bolígrafo por la hoja de papel.

-¿Tanto te importo, JungKook?- tomó asiento a su lado.

-Más de lo que crees, Jimin- siguió anotando cientos de palabras que contestaban a cientos de preguntas.

-Pero si no nos conocíamos antes del incidente en el sanitario- comentó haciendo figuras abstractas con sus dedos en el cristal del gran comedor.

-Desde que entraste por primera vez al laboratorio de Lenguaje Visual, no pude quitarte el ojo de encima- recordó el tinte rojo chillón que lo distrajo de la proyección de colores para una buena publicidad- ¿Cómo olvidar tu cabecita de fresa?-

-¿Cabecita de fresa? ¿Te refieres a mi hermoso color de cabello? Era más lindo que una simple fresa- bromeó mirando el perfil de JungKook, le sorprendía como no dejaba de escribir.

-Sí, seguramente por eso me distraje del primer tema del semestre y me costó un 7 en mi calificación final- rió dando vuelta a su cuaderno, revisó rápidamente un libro, se ajustó sus lentes y volvió a trazar letras con su pluma- En fin, luego te seguí como agente secreto cuando ibas a entrenar durante más de un año. Te veías muy bien golpeando los sacos de box-

-¿Estás loco? ¿Qué acaso no percibías los hematomas en mis brazos y piernas?- interrogó irónico.

-Claro que lo hacía, llegué a pensar que te golpeaban o algo- dijo tímidamente.

-¿Y mis pecas no te daban... Cosita?-

-Jamás, pensé que eran adorables- respondió tachando una oración completa en la que se había equivocado.

-¿Y mi falta de peso no te hizo pensar que era demasiado delgado?-

-No, te hacía más adorable, casi como una bolita de arroz, ocupabas ropa inmensa para tu fisionomía, te veías rellenito pero muy en el fondo sabía que no era así- contestó checando de nuevo su libro.

-Los cortes en mi piel no te daban... ¿Asco?- cuestionó observando el interior de sus brazos, por causa del cáncer, su piel era muy sensible.

-¿A qué vienen todas esas tristes preguntas?- dijo sacado de onda el castaño.

-A que no soy atractivo, JungKook, desperdicias tu tiempo con una persona que jamás será lindo a ojos de los demás- por puro instinto, Jimin se protegía ante todos, años de ver sus imperfecciones propias de la enfermedad, le hicieron crearse una imagen poco agraciada de sí mismo.

-La belleza es relativa- al fin despegó sus fanales de su tarea. Aquellos ojos intensos lo miraron de una manera indescriptible.

-Entonces tu concepto de belleza está realmente dañado, no distingues lo hermoso de lo aborrecible- susurró bajando su mirada, con una mano, JungKook levantó el rostro de Jimin desde la mandíbula.

-Te distingo a ti, bolita de arroz. Eres lo más precioso que he visto en mucho tiempo- declaró acariciando sus mejillas.

Un brillo se apoderó de los ojos de Park, lágrimas querían brotar de los mismos, nadie le había dicho algo parecido en años.

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*Jimin*

Cada palabra que JungKook dejaba salir de su boca, era como cinta adhesiva, unía los millones de pedazos en los que estaba roto.

Creo que por eso y más, terminé locamente enamorado de él.

*JungKook*

Sabía que Jimin tenía inseguridades, pero nunca imaginé que fueran tantas. Cada palabra que él dejaba salir de su boca, era negativa. Yo me encargaba de enseñarle que no era así.

Creo que el que estuviera tan roto por una enfermedad que en verdad lo hacía hermoso ante mis ojos, hizo que cayera perdidamente en el abismo del amor, mostrándome diariamente que esa linda bolita de arroz necesitaba más que frases bonitas, necesitaba acciones y mimos que le demostraran lo mucho que valía.

His Last Smile *KookMin*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora