PRÓLOGO I

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- Espera -Graznó Víctor Stone. Estaba de rodillas, casi al borde de del delirio gris que ocurre una vez que uno muere, o en el mejor de los casos, quedar en un coma perpetuo- ¿Por qué haces esto? -Alzó la cabeza. Aún contenía las fuerzas necesarias para poder lanzar una última mirada de decepción- Teníamos un trato.

- ¿Dejar que mi ejercito muriera y que yo no quedara como el nuevo rey y que además la victoria fuera de una casa pobre? -Esbozó una pequeña sonrisa de burla- ¿Qué dirían todas las canciones? -Dio la vuelta en busca de una silla. El lugar era oscuro, unas escazas velas alumbraban el lugar. Lo que era visto con claridad era la despreocupación de Jaime ante sus actos. Su postura tan natural y fría parecía no tener culpa de todo lo que estaba cometiendo- ¿Qué dirían los plebeyos al verme como tu mano? No me tendrían respeto. Sería sobajado.

- Todos seremos reinos libres una vez que esto acabe. Ése era el trato.

Jaime tomó la silla por el respaldo y la jaló con firmeza hasta donde estaba Mark sosteniendose con ambas manos en el suelo.

- ¿En verdad crees que los Turner y los Harinton se llevan bien? -Decía con aspereza mientras iba hacia él- ¿Cuánto poder crees que tiene la corona? Tanto poder como para que todo el reino funcione. Si el reino se divide en una democracia, pronto será una anarquía -Dejó la silla frente a Mark. Tomó asiento y lo asió de la cara; sus dedos presionaban ferreamente sus mejillas.

Antes de que Jaime pudiera continuar, Mark tomó la palabra.

- Y si tú estás en el poder, el reino se convertirá en un reino genocida.

Las palabras fueron bolas de fuego hirientes al ego de Jaime, que probocaron, inconscientemente, que escupiera en su cara.
El gargajo de baba quedó en su cara resbalándosele por entre los labios. Cayó justo en el ceño.
Hubo silencio. Mucho silencio por algunos segundos hasta que Jaime aventó el rostro de Mark. Él cayó como cuando una avienta una botella con desprecio y con coraje por no haber conseguido lo que quería. Luego se levantó de la silla y dijo lleno de furia:

- ¿Sabes cuánto he esperado por esto? -Comenzó a vociferar- ¿Sabes cuánto esperé para que mi hermano muriera y que yo quedara como el heredero legítimo de Puerto Escondido? Yo no quiero ser el señor de ese estúpido lugar ¿Sabes la satisfacción que tuve al matarlo en su alcoba mientras dormía? -Guardó silencio poniendose yerto de nuevo, añadiendo su tranquilidad- Yo no quiero seguir recibiendo órdenes de los demás. Los demás seguirán mis órdenes.

Desenfundó su espada de hierro Kruil. Heredara de su padre Rob que era de su hermano Job, pero este al morir pasó a manos de Jaime.
Miró a Mark y esté a su vez lo vio hacia arriba, derrotado y podiendo presagiar el futuro que temia, el futuro que su estirpe se veía condenada a seguir. A seguir las órdenes de un traidor sin corazón más que para la ambición.
Colocó su espada sobre él dispuesta a caer sobre su frente. Mark cerro los ojos dejando que sucediera lo inevitable.

- Seré el primer rey de Puerto Escondido.

Y la dejó caer.

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