—Ya, Seohyun, está bien... —La chica oyó que alguien le decía a sus espaldas.
Pero ella no dio respuesta alguna. Separó de forma lenta su pelo en dos partes, viéndose al espejo, y se hizo una coleta. Al estar lista, se giró, dispuesta a salir de aquella habitación con el mejor temple.
—Seohyun... —llamó otra vez la persona.
La castaña se volvió sobre sus talones y dijo:
—Voy a ir, debo hacerlo, Junghwa. No trates de persuadirme.
Los ojos de Junghwa, su hermana menor, fueron a dar nuevamente a los de Seo.
—Puedes sufrir en el intento, y estoy segura de que ya no quieres sufrir más, ¿o me equivoco?
—Pero no habrá otra ocasión como esta, Junghwa... —reviró la castaña mientras se miraba por última vez en el espejo—. He aprendido que debo aprovechar siempre las oportunidades de ser feliz después de lo que pasó... —al recordar, fue imposible que su corazón no se achicara por el sufrimiento vivido que aun hasta esos días la afectaba—. Sé que suena a algo muy trillado, pero la vida sólo es esta que tenemos.
»Además, le hice una promesa, Junghwa... y quiero cumplirla mientras tengo la oportunidad de hacerlo.«
—¡Te has vuelto una testaruda! —Su hermana resopló, provocando que su flequillo se levantara—. Ahora no me queda otra, pero cuando regreses más tarde me voy a convertir en tu peor pesadilla, Seohyun.
La castaña aventó una risilla irónica, saliendo de la habitación.
—Como si no lo fueses ya.
Una media hora más tarde.
—Perdone, señor, pero ¿a qué altura estamos exactamente? —preguntó Seohyun.
El hombre encargado que se situaba a su lado, terminando de acomodarle algo del equipamiento adecuado para la ocasión, hizo los hombros arriba y contestó como si no fuese la gran cosa.
—Unos setenta metros de altura.
Seohyun tragó duro.
—¿Y eso... es mucho?
"Cómo no va a ser mucho", pensó.
—No tanto como en caída libre. Digamos que, si se arrojara al vacío desde esta altura sin ningún tipo de protección, moriría de forma instantánea y probablemente su cuerpo quede impactado en la tierra como una pegatina.
—Pero eso no ha pasado... ¿verdad? —dijo Seohyun con una cara de visceral miedo—. ¿Verdad que no?
—No en mi experiencia, aunque...
—Aunque, ¿qué? —exigió saber la chica, sintiendo que el miedo dominaba completamente su control.
—Las cuerdas a veces pueden resultar ineficaces.
Seohyun se sintió mareada. Las advertencias de Junghwa y las de ella misma regresaron a su mente para exhortarla de hacer algo irracional. ¿Cómo había podido aceptar algo así? ¿Acaso no le había bastado el suficiente peligro de antes como para aceptar...?
—¿De verdad tenemos que hacer esto? —le preguntó ahora a la otra persona que estaba lista para saltar de esa plataforma.
La sonrisa de ella se ensanchó. Sí, en todo aquel rato no había logrado resistirse para burlarse de ella, aunque fuese en silencio. Seohyun arrugó la frente, haciendo un involuntario puchero. No le gustaba sentirse tan vulnerable, pero ¿qué podía hacer? Estar con Hyoyeon significaba estar imantada de un peligro inherente en cualquier momento, no sólo porque Seohyun sabía que la recuperación de la rubia había sido casi milagrosa, sino también porque ella reconocía que sería una persona totalmente distinta si Hyoyeon no estaba a su lado.
Una vez que vino el accidente y los primeros días de gravedad e incertidumbre al ver que Hyoyeon no daba respuesta a ningún estímulo, esta despertó una noche. Después de ello, permaneció algunas semanas más en el hospital recuperándose. Fue obvio que, con el jaleo de los familiares y las personas allegadas a ella, el contacto entre ambas no fue mucho. Tan sólo hubo un par de visitas y algunas conversaciones que siempre giraron en torno a la recuperación de Hyoyeon.
Luego de su recuperación completa, las dos chicas estuvieron inmersas en sus estudios para los exámenes extraordinarios que debían aplicar por no presentar los exámenes en tiempo y forma. Su accidente había sido imprudencial; Hyoyeon no guardaba ningún rencor hacia aquel conductor, aunque deseó que las cosas no hubiesen sido tan difíciles para Seohyun.
Ahora, siendo unas señoritas egresadas de la universidad, la felicidad podía regodearse en sus rostros. Estaban juntas al fin, y eso, eso era lo que más le importaba.
—Uy, sí —respondió Hyoyeon después de esa breve pausa—. Es mi última voluntad, Seohyun.
Ella la miró mal por el sarcasmo integrado de sus palabras.
—Hyoyeon.
—Es que es importante.
—¿Y por qué?
—Porque yo también hice una promesa —dijo, agradeciendo a la persona que se había encargado de equipar a Seohyun con las medidas de seguridad adecuadas para saltar de esa plataforma—. Le prometí a alguien que siempre haría lo posible para estar cerca del cielo contigo, y esta es una buena altura.
—Pero, aunque estemos aquí, nunca habremos de llegar hasta el cielo —renegó Seo con una mueca, a lo que Hyoyeon se rio.
—Es una forma de decir que siempre te haré feliz, tonta.
—Me haces feliz todos los días, te juro que esto es...
Hyoyeon la observó con mucha atención, yendo de sus ojos a su nariz, y luego a sus labios rosados. Le atraían mucho. ¿Podría describir alguna vez lo que ella provocaba en su ser?
Quería besarla, necesitaba tener un primer beso con ella.
Se fue acercando a Seohyun, bajo la mirada contemplativa de los encargados. No le importaba. Había aprendido a escapar de cualquier barrera terrenal, así que las reglas de los hombres no serían un impedimento para demostrarle a Seohyun cuánto la quería.
Antes de besarla, dio una pequeña sonrisa. Entonces, sus labios húmedos fueron a impactarse en los de su compañera. Su movimiento fue nada ostentoso, pero muy profundo. Hyoyeon pudo sentir su boca, además de su respiración que, a cada segundo, se volvió más agitada. Tomando una posición más ventajosa, Hyoyeon tomó pues el rostro de Seohyun con una de sus manos y la acercó a una distancia más estrecha de su cuerpo para besarla a una profundidad más grande. La ternura conseguiría volverse un material tangible con aquel beso. Después de tanto tiempo de esperar, era este el primer beso que se daban las dos.
El beso fue terminando de a poco.
Las dos se miraron con expresiones que no podrían entenderse a simple vista. Seohyun sentía la gloria misma después de aquella demostración de amor. Hyoyeon, en cambio, sintió que el amor que sentía por aquella chica se convirtió en uno más grande.
La rubia delineó su rostro con el dedo índice de su mano izquierda y, acercándose a su oído, susurró:
—Te quiero.
Seohyun sonrió sintiendo que el calor subía a sus mejillas.
—Yo también te quiero —contestó.
Hyoyeon rio, apartándose de ella y dio una señal con la cabeza hacia los encargados, diciéndoles que estaban preparadas para saltar. Así, Seohyun cogió bien a Hyoyeon por una de sus manos. Los nervios disipados de antes, regresaron con más fuerza.
—Tranquila, Seohyun, esto no nos matará. De todos modos, si estás conmigo, en mi compañía, te aseguro que todo estará bien. Te lo prometo.
Mientras el corazón de la chica se aceleraba, el sonido de una campanilla anunció el inicio de una gran aventura. Ambas cerraron los ojos casi por inercia. Luego de un momento en el que sintieron a la muerte de nuevo, las chicas abrieron los ojos otra vez; allí, pudieron ver el gran cielo extenderse delante de sus ojos y el mar esperando a por ellas. Sintieron el aire colarse por cada parte de sus cuerpos, y decidieron cerrar aquel precioso instante con un abrazo, donde la fuerza de gravedad sería testigo de que harían todo lo posible para estar juntas por mucho tiempo.
Gracias por leer, sone<3
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En tu compañía, por AnnaKat |Mini fic|
FanfictionHyoyeon estaba cursando el último grado de universidad; como vivía muy lejos de sus padres, tenía que quedarse en los dormitorios del instituto mientras estudiaba, era así que su vida se había convertido en algo monótona. Sin embargo, ella pensaba q...