Prólogo

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Cuando toda tu familia es homosexual o bisexual, puede volverse un problema para ti si no lo eres. Sobre todo porque si no sales y/o te acuestas con tías te insultaran a ti y a tu familia. Si eres un mujeriego o un tío normal con las hormonas revolucionadas, genial, pero si eres como yo, que prefiere esperar a enamorarse, entonces, amigo mío, lo tienes claro. Pero si he aprendido algo de mi propia historia es que no finjas ser quién no eres, porque si alguien se enamora de tu verdadera personalidad, puede que le decepcione saber que solo esa persona sabe quién eres y los demás piensan otra cosa.

Ella no era cómo siempre había imaginado cuando hablábamos, pero no puedo reclamar nada, porque a mí me pasa lo mismo. Que sólo muestres tu verdadera personalidad a una persona se vuelve un problema, ya que otras personas solo ven otra versión de ti mismo, una completamente falsa. Lo peor es si haces cómo yo y la muestras solo por ser aceptado entre tantos hipócritas. Yo no merecía ser su ángel y ella no se merecía ser mi diosa, pues, en todo caso, sería la diosa de la destrucción o la mentira. Pero el destino es caprichoso y así lo quiso, por lo que a veces pienso que nos juntó para darme una lección. La más importante de toda mi vida. La única vez que no quise que una clase se acabara. Yo solo sé que al escuchar su risa y saber que yo la provocaba hacía que una leve descarga eléctrica me produjera un cosquilleo desde mi estómago a mi corazón. Lo peor es cuando te das cuenta demasiado tarde y ya esa sonrisa la provoca otra persona...

La chica del tejadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora