Capítulo 7. Segundo Encuentro

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E hizo que me sacudiera. Que frío. Abrí la puerta del cuarto pero extrañamente no podía ver nada, normalmente podía ver aunque sea donde estaba el interruptor, pero esto era increíble, no podía ver absolutamente nada dentro de la habitación. Tomé todas mis fuerzas internas para entrar en la habitación y encontrar el interruptor. En este momento no tenía a la mano ninguna linterna, porque mi teléfono estaba en la bolsa que estaba buscando justo ahora.

Una vez dentro pude sentir como el aire aquí era muy denso y frío a la vez, lo que me dificultaba mucho el poder respirar. Teniendo en cuenta que no podía ver nada, me tropecé con varias cosas que estaban en el piso.

—De seguro fue la descuidada de Lucy— Dije cuando me tropecé nuevamente con una caja. Pero entonces escuché una voz.

—Y yo estoy seguro de que no fue Lucy— Esa voz, es la misma voz que escuché en mi sueño. Rayos. Ahora me encontraba en un cuarto oscuro sin una linterna, incapaz de encontrar el maldito interruptor e imaginando voces.

—Donde esta ese maldito interruptor...— Me dije a mi misma ignorando el hecho de que acababa de escuchar una voz, no totalmente desconocida y dentro del mismo cuarto que yo.

—Esa boquita... y estoy seguro de que no quieres encontrar el interruptor, al menos no ahora— Esta vez sentí como alguien respiraba esas palabras justo en mi oído, lo que me hizo voltearme inmediatamente y golpearme justo en la nariz con la pared. Auch.

Después de sobar mi hermosa nariz que tenía un horrible dolor punzante me di cuenta de que encontré la pared, y que la puerta se había cerrado en un momento en el que no me di cuenta. Ahora si, no podía regresarme. Con la pared me fuí guiando para encontrar la puerta o el interruptor.

—¿Por qué me ignoras? ¿Tienes miedo de que sea real?— Dijo con diversión en su voz y aún estando cerca de mi, ¿Cómo es que lo sentía hablarme pero no podía tocarlo? Es tu imaginación tonta.

—No, solo que sé que parezco loca hablando con alguien que seguramente es parte de mi imaginación— Le dije. mientras seguía buscando uno de los dos.

—¿Y si soy real pero tratas de negarlo? ¿Y si te hago daño?—

—No puedes, está oscuro y tú tampoco vez nada—

—¿Cómo sabes? Si crees que soy humano te equivocas—

—Así que eres un él—

—Puedo ser lo que yo quiera—

—Yo también, existen las operaciones y los cirujanos—

—No... ¿sabes por qué no te eh hecho daño aún?—

—No, adelante explícate—

—Por alguna razón no puedo entrar en tu mente—

—Quizá porque naciste normal—

—Pero cuando lo logre, te lastimaré—

—¿Por qué? Yo que te hice—

—Tu simple presencia me disgusta, me haces sentir impotente, además de que siempre llevas contigo ese olor inmundo, hueles a el—

—Pues el perfume que uso es de Avon, asi que probablemente si huela como el, ya que dices que eres lo que quieres—

—Definitivamente eres insoportable, así menos encontraras lo que buscas—

—¿Y por qué te importa tanto?—

—No es que me importe, trato de encontrar tu miedo—

—¿Para qué quieres encontrar mi miedo? Yo no tengo miedos—

—Los tienes, solo que no puedo tenerlos—

—No tengo, y si estas por ahí, ayúdame a encontrar el interruptor que no estas siendo de ayuda—

—Te dije que no quieres encontrarlo por ahora—

—¿Cómo que "por ahora"? ¿Acaso te salió un grano y no quieres que te lo vea? Esta bien no todos son perfectos—

—¿Estas segura de eso?—

—¿De qué? Si, no todos somos perfectos. Prometo no juzgarte—

—No, de que si quieres que encienda el interruptor—

—¿Lo encontraste?—

—Depende—

—¿De que? si lo encontraste solo préndelo— Y se hizo la luz. Pero no es para nada placentero. El cuarto se hallaba lleno de caminos de sangre que terminaban en la ventana, alguien que estaba sangrando entró o salió, creo que fue la segunda. Pero se podían ver las marcas de manos en la pared del fondo y la pintura de algunos casilleros había sido arrancada por lo que parecían uñas.

—Te dije que no sería placentero—

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