Capítulo Único.

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Seis meses habían pasado ya desde el rapto de la reina Arianna, incidente que no se comentaba frente a sus majestades pues tocaba la fibra más sensible del rey Frederick. Para él significaba un gran esfuerzo emocional recordar aquella noche; más ahora, que estaba por comenzar el juicio contra Varian, hijo de Quirin. 

"Arianna, si no te sientes dispuesta, no es necesario que estés presente, el pueblo lo entenderá, querida." Dijo Frederick, sosteniendo con fuerza la mano de su señora, sentada a su lado. 
La mujer sonrió tiernamente, sin un ápice de temor. "Está bien, Frederick. Estoy bien". 

En aquél mismo instante, el vocero real anunció la llegada del bandido, los asistentes y miembros del jurado tensaron sus expresiones. La puerta se abrió, después de tanto tiempo, el momento de una sentencia al enemigo número #1 del reino estaba por suceder. 

Escoltado por dos guardias a sus espaldas - no por ser alguien importante, si no, peligroso -, con grilletes presionando sus muñecas, entró a la sala el forajido más odiado de Corona. 
Las miradas sobre él fueron de lo más variadas; desde el odio, a la lástima. De terror, a sorpresa. 
Pero de algo todos podían estar seguros, de ninguna manera, Varian parecía ser Varian

Seis meses en prisión cambiaron totalmente la fisonomía del pobre muchacho. Escuálido, piel pálida, labios secos, el cabello sucio. Sobre todo, sus ojos. Estaban oscuros, no brillaban. No había ninguna emoción en ellos. 

Fue puesto frente a los reyes, cabizbajo, incapaz de intentar mirarlos. Quizá por odio, resentimiento. O vergüenza. 

"Varian, usted es acusado de rapto, rapto de su real alteza, allanamiento a áreas privadas, destrucción de la vía pública, traición al reino, intento de asesinato, intentar poner en riesgo la salud de la población y robo." 

La lista era en verdad larga para alguien tan joven... 
"Dadas sus circunstancias, no hubo algún abogado que esté a su favor, así que jovencito, tiene cinco minutos para defender sus actos." Habló con altanería y desprecio el viejo juez. 

Mientras los presentes esperaron una pronta respuesta, la reina, directa afectada, tenía sobre sus hombros, una gran inquietud. Temía por él, no de él. 
Quizá es porque sabía cuán duro la había pasado el pobre niño. No importa qué haya hecho, ante sus ojos, él sólo era un niño. 
Le vio, no como una reina, no como mujer. Le vio como madre. 
Y el dolor de imaginar a su propia hija en una situación semejante, le partió el corazón. 

Varian levantó apenas su rostro, las palabras brotaron lentas de sus labios. "Su señoría..no existe alguna forma de defender mis acciones, yo.. sé que obré mal. Y no me opondré al castigo que decidan sobre mí, lo merezco." 

"No será necesario la opinión del jurado," intervino de pronto el rey Frederick. " Es culpable, por lo tanto,  debe pagar su intransigencia con doce años de prisión." No había ni un solo tinte de compasión en sus palabras. 
Arianna le miró sorprendida, no esperó esa dureza, quiso abolir aquél decreto, sin embargo, las palabras se atoraron en su garganta. 
"Si esas son las órdenes de nuestro Rey, entonces la sentencia está hecha." 
El juez elevó sobre su hombro el pesado mazo con el que daría final al desagradable evento, entonces, Varian habló una vez más. 

"Sin embargo, antes de volver al calabozo, yo quiero disculparme". 
Rápidamente, sus ojos  corrieron hasta los monarcas de Corona y finalmente, mostraron una profunda tristeza. 
" Su majestad, sé que es justo con el castigo, siento causar tantos inconvenientes." 

La atención de Varian fue hasta la reina Arianna, los ojos de ambos de encontraron, ella sintió su corazón apretarse. " Su alteza...lo lamento". Finalmente la voz de Varian sé quebró. 
Realmente estaba luchando por no desplomarse frente a su reina. 

Arianna actuó bajo su criterio, no lo que su esposo, o la corte de Corona esperaban de ella. Bajó del imperial  dónde se encontraba, llegando hasta el niño, quién dio unos pasos hacía atrás apenas verla. 

"Su alteza, podría ser peligroso-" quiso advertirle Stan, siendo acallado por la propia Arianna. "¡No! Lo único peligroso es la barbarie que han cometido contra este niño." Soltó los grilletes de las manos de Varian, dejando a los presentes confundidos con lo que sucedía. 

"Alteza, no lo entiendo..." Varian miró sus manos libres, jamás esperó esa compasión. 

"Yo no entendía por qué decidiste atacar al reino," sostuvo tiernamente el mentón del niño, Varian no cabía en su confusión "Pero ahora lo hago, hijo. Algunas veces nuestros ideales van más allá de nosotros mismos y no hay nada que podamos hacer para detenernos, porque creemos que es lo correcto." 

La reina Arianna no lo estaba culpando, ella simplemente, le perdonó. 
Varian bajó su rostro, apretando los puños con la poca fuerza que le quedaba. 
"Varian, sé que eres un jovencito brillante y no puedo permitir que pases tu vida en una celda. Eres mejor que un error del que te arrepientes, porque sé que lo haces." 
Sustuvo al niño por los hombros y lo acercó a ella, envolviéndolo en un suave abrazo. Una tierna sonrisa se formó en sus labios cuándo el alquimista se aferró a ella. 
"No merezco su misericordia." 
Las enormes lágrimas del niño resbalaron sobre sus mejillas hasta humedecer el vestido de la mujer. "Lo mereces, Varian. Mereces una segunda oportunidad". 

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⏰ Última actualización: Jun 27, 2018 ⏰

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