[25] FINAL

691 79 14
                                    

La ceremonia fue muy concurrida. Yuri no pudo evitar cuestionarse quién fue el que tuvo el coraje de permitir que las Yuri Angels formaban parte de ello. Frunció el ceño al contemplar cómo todas ellas moqueaban ruidosas, y pedían a gritos que él se casara con ellos en lugar de con Yuuri. La sonrisa de complicidad entre Viktor y Mila le hacía sospechar respecto a ambos... ¡Ellos definitivamente habían sido los encargados de invitarlas a todas ellas!

¡Malditos!

Pero no tuvo tiempo para ir a reclamárselo, pues el acto dio inicio y no tuvo más alternativa que guardarse sus quejas para más tarde. Yuuri lucía hermoso con su traje blanco y, mientras hablaba el juez, imaginó mil y una maneras de despojarlo de él. Su rostro enrojecido alertó al juez, quien levantó la mirada e interrumpió sus palabras.

— ¿Le sucede algo, joven Plisetsky?

Absolutamente todas las miradas se fijaron en él, quien tuvo que tragarse la vergüenza.

—Nada, nada, continúe.

Intentó centrar su mente en las palabras dichas por el juez. Ya tendrían tiempo de sobra —tras la cena— para hallar la forma de arrancar el traje del cuerpo de Yuuri.

.

.

.

— ¡Felicidades! —Minako levantó los brazos al aire mientras los novios abandonaban la escena para dirigirse al complejo donde se desarrollaría la cena—. ¿No deberías arrojar el ramo? ¡Estoy lista para atraparlo! —su expresión se tornó determinada, y Yuuri rió nervioso.

Pero no tan nervioso hasta que una multitud considerable de mujeres (del cual el noventa y nueve por ciento eran las Yuri Angels) obstaculizó el paso esperando a que el ramo fuese arrojado. Sus ojos se encontraron con los de su esposo, quien hizo un gesto con la mano para que lo hiciera, así que Yuuri se puso de espaldas y arrojó el ramo al aire.

— ¡Esta vez será mío! —exclamó Minako empujando a medio mundo para ser capaz de atraparlo.

— ¡Lo tengo! —Mila fue la afortunada que consiguió hacerse con él. Minako quedó petrificada, y tras unos segundos de silencio, la apuntó con el dedo.

—Tú hiciste trampa.

Mila sonrió de forma ladina.

—Nada de eso, cariño. Lo conseguí yo de manera justa.

Minako lucía indignada, pero no protestó. Mila se acercó a Viktor, quien le dedicó una sonrisa llena de devoción, y ambos Yuris se vieron a los ojos y rieron.

.

.

.

Tras la cena, se dirigieron al aeropuerto, pues planeaban pasar la luna de miel en Hawái. Yuuri fue el que se encargó de conducir el vehículo mientras Yuri disfrutaba del paisaje con los brazos tras la cabeza. Guardaban silencio porque ya se habían dicho una gran cantidad de cosas durante el transcurso de la cena.

Entonces, de la nada, Yuuri decidió encender el reproductor de sonido.

—E-Escúchalo bien —pidió en voz baja—. Todo lo que dice la letra expone mis sentimientos por ti.

Yuri arqueó las cejas y alzó el volumen para oír, con curiosidad, lo que el vocalista decía.

I'm not a perfect person

As many things I wish I didn't do

But I continue learning

I never meant to do those things to you

Yuri abrió la boca para decir algo, pero entonces se sintió conmovido. Nunca creyó que Yuuri le dedicaría una canción, y mucho menos esa canción. Apretó los puños y los labios, y continuó escuchando todo lo que la letra decía.

I've found a reason for me

To change who I used to be

A reason to start over new

And the reason is you

Sus ojos escocían a causa de las lágrimas que hacía todo lo posible por resguardar. ¿De verdad Yuuri pensaba eso? Lo contempló, pero su esposo tenía la mirada fija en la autopista que los conduciría al aeropuerto.

I'm sorry that I hurt you

It's something I must live with everyday

And all the pain I put you through

I wish that I could take it all away

And be the one who catches all your tears

Recordó todo el dolor que tuvo que atravesar a causa de su propia imprudencia, desde el primer rechazo dado por Yuuri, hasta la ocasión en la que creyó que había perdido las piernas y no podría volver a patinar en su vida. Por fortuna, las cosas entre ellos mejoraron con el paso del tiempo.

—Yuuri, ¿Recuerdas que prometí que te conquistaría? —preguntó con una sonrisa ladina. Yuuri enfocó sus ojos sobre él y asintió—. ¿Quién dice que no cumplo mis promesas?

Yuri robó un beso rápido de sus labios para permitir que continuara conduciendo.

Siempre decían que, para alcanzar la felicidad, primero había que alcanzar el sufrimiento.

Entonces, las puertas del cielo se abrirían, y caerían sobre ti los mejores días de tu vida.

Quizás esas palabras no mentían del todo.

Promesa de conquistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora