Capítulo 7

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Me desperté con la esperanza de que el día anterior hubiese sido un sueño, pero las esperanzas se desvanecieron de un plumazo al abrir los ojos y ver dónde estaba. Estiré la mano para tomar el diario de la esquina de la cama, al parecer no había sido un sueño.

No tenía una explicación lógica del porqué estaba en el pasado, solo sabía que ahora debía hacerme a la idea y adaptarme a la vida que me rodeaba, estar en la edad media era extraño, muy extraño y estar rodeada de una cultura que no es la mía también lo era, por suerte sabía defenderme en una lucha cuerpo a cuerpo gracias a las clases de karate que mi padre me había obligado a tomar desde niña, los idiomas no suponían un problema , podía aprender rápido y se me daba bastante bien enseñar a otras personas. Tenía que aprender a adaptarme, como se dice coloquialmente, "adaptarse o morir".
Me puse en pie para lavarme la cara en una cubeta con agua que había en la habitación, me mire en el pequeño espejo que había sobre esta y quite los rastros de hollín que tenía en la cara. Me quite el vestido que estaba hecho girones y me alegré de ver mi ropa doblada sobre el arcón a los pies de la cama.
Por fin mis pantalones, eran lo mejor para estar cómoda, la camiseta era algo reveladora para la época, pero no tenían otra cosa, me puse la chaqueta tejana sobre ella hasta que pudiese hacerme con algo más adecuado.
Salí de la habitación y me dirigí a la cocina, sonreí al ver a Mai dando órdenes de un lado a otro.
-Buenos días-dije acercándome a darle un beso en la mejilla.
-Buenos día muchacha -me contestó sorprendida- ¿cómo estáis hoy?
-Yo, perfecta, ¿cómo está su esposo? - pregunté.
-Salió de la casa en cuanto amaneció, dice que se siente mejor que nunca-me respondió mientras cortaba unas rebanadas de pan y servía una taza de leche caliente- siéntate a desayunar, lo tienes más que merecido.
-¿Merecido?, ¿por qué? - pregunté tomando asiento y bebiendo un sorbo de leche.
-Evina le ha contado a todo el pueblo que fue tu idea organizar de ese modo a los hombres para apagar el fuego- dijo tendiéndome las rebanadas de pan con mermelada.
-No fue nada, ella es la que logró convencerles de que lo hiciesen-dije dándole un bocado al pan, la mermelada era de ciruelas, deliciosa.
-Y todos vieron como salvaste al pequeño Owen-dijo Mai- su madre te tiene en gran estima.
-Anoche me llamó bruja-dije recordando las palabras de la mujer.
-No todos creen en la existencia de los viajeros- dijo Mai posando su mano sobre mi hombro con cariño- no te preocupes por lo que puedan decir, estas bajo la protección del laird de estas tierras.
Sonreí agradecida por su amabilidad, Rona y Evina entraron como un tornado en la cocina.
-Buenos días - dije divertida.
-Buenos días -respondieron al unísono.
-¿A qué se debe este alboroto niñas? -pregunto Mai.
-Los guerreros llegan esta noche-dijo Rona- ha llegado un mensajero para informar.
-Iré a decírselo a la señora Gavenia, tal vez quieran organizar una gran cena-dijo Mai antes de desaparecer por un pasillo.
-¿Qué es eso que llevas puesto? ¿Pantalones? - pregunto Rona cuando me puse en pie.
-Sí, es ropa de mi tiempo-dije - el vestido que me dio vuestra madre hay terminado hecho girones por el incendio.
-Te puedo dejar uno de los míos si quieres-de ofreció Evina- aunque puede que he quede algo corto.
-Supongo que no me vendría mal tener una muda de repuesto, muchas gracias Evina-dije con una sonrisa.
-Cuando te den tu salario te acompañaremos al mercado para que puedas comprar telas y hacerte un vestido - digo Rona.
-Nunca he hecho un vestido-admití.
-¿Nunca? - me preguntó incrédula - ¿no sabes coser?
-Se hacer remiendos y suturar heridas, pero nunca he tenido que hacer un vestido, de donde vengo puedo comprarlo ya hechos-dije.
-Puedo enseñarte a hacerlos, se me da muy bien-dijo Rona.
-Sería muy amable de tu parte, muchas gracias-dije.
-Bueno debemos irnos a terminar nuestras tareas, ¿nos vemos después? - me preguntó Evina.
-Por supuesto, voy a ver a Trueno a los establos, si Mai o cualquiera me necesita estaré por allí - dije.
Ambas asintieron y salí de las cocinas, antes de ir al establo me acerqué a los restos de la casa que había ardido la noche anterior, había hombres quitando escombros y mujeres tratando de deshacerse de los restos de las cenizas.

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