🍫CHOCOLATE🍫

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Capítulo Único



No se podía sacar de la cabeza ese momento. Ese momento cuando aquel chico apareció y pateó la pelota para desviar su trayectoria, protegiendo a la niña. Había algo que le llamó la atención, algo que lo atrajo, y pudo especificarlo cuando se acercó más: Chocolate. El aroma era tan intenso, como si tuviera una barra de chocolate justo en frente de la nariz. Ese chico olía a chocolate.

Y seguía pensando sumergido en su desespero eso, del ¿cómo podía oler así? A lo mejor un shampoo o un jabón, pero no existía uno tan fuerte que te dejara el aroma a esa intensidad, aunque debía admitir algo, era un aroma delicioso, algo que lo tenía provocado y por ello no dejaba el tema. No era muy fan del chocolate, pero aquel chico le gritaba que lo fuera a todo pulmón.

En el partido contra el instituto Imperial, volvió a sentir el aroma, sabiendo que el chico estaba cerca. Miró a los lado disimuladamente, buscándolo, pero no lo veía, aquella cabellera no sobresaltaba. Sin embargo, estuvo en lo correcto y se sintió emocionado al verlo caminar hacia la cancha vestido con el uniforme del equipo, ayudándolos en su totalidad contra el rival. Estaba feliz de verlo nuevamente. Se acercó, oliendo esa fragancia otra vez, que a sus fosas nasales las sentía derretir por lo dulce que era.

Aún desde ese tiempo, pudo soportar tanto aquel aroma que en esos momentos se encontraba acostado sobre el techo de la Caravana Relámpago, ya pasados varios meses. Hace unas horas recibieron la noticia de un Goleador de Fuego en una isla, por lo que tenían que ir a buscarlo, y él tenía la esperanza de que fuera ese chico de chocolate, lo sentía. La última vez que lo vio, su hermosa mirada desprendía dolor, tristeza; una impotencia que jamás estuvo en aquel chico y solo lo dejó ir (sentía que sería peor si le insistía). Ese aroma por un momento dejó de ser dulce a uno amargo.

Miró a su lado, notando que Fubuki ya estaba dormido. Suspiró cansado, observando una vez más el cielo, sintiendo cierto vacío. Quería verlo, ver esos lindos ojos inexpresivos, escuchar su hermosa voz y admirar todos sus movimientos tan seguros; saber que estaba bien, que aquella impotencia había desaparecido, que su paz prosperaba al menos con levedad en su interior; quería saber si aquel aroma ya no era amargo, quería oler ese dulce chocolate. Su corazón se estrujó, llegándole una sensación dolorosa, haciendo que dirigiera su mano hacia su pecho para apretar el agarre de la camisa, como si eso fuera a calmar la agudeza de aquel calvario. Su ojos se entrecerraron, presenciando que en cualquier momento empezaría a llorar, pero entonces ¿por qué? ¿Tanto es su aprecio por aquel chico que hasta llegaba hasta ese punto? ¿Tanto le quería? ¿Tanto le extrañaba? Pues si, completamente si. Él había tomado un gran espacio en su corazón durante todos estos meses en los que lo llegó a conocer; había invadido su cabeza con todo su ser, llegando hasta escucharse claramente su voz; hasta había poseído su nariz al hacerla dependiente de aquel aroma que siempre emanaba. Sabía que ese sentimiento era más lejano de lo que se imaginaba, pero no creyó que llegara a ser una droga.

Abrió los ojos regresando a la realidad, mirando como su mano, alzada al aire, estaba a punto de atrapar la luna que a gran brillar se posaba en el oscuro cielo. Por poco y lo atrapa; solo faltaba algo.

Se sentó, cambiando su ángulo de visión al bosque que los rodeaba, pensando que por un insignificante momento él llegaría a aparecer y le haría señas para que se acercara. Negó frenéticamente al empezar a ilusionar cosas que no eran verdad, haciendo un puchero en su rostro al no poder conciliar el sueño por ese chico de chocolate. Solo quería dormir; dormir y al despertar volverlo a ver.

Se dió dos palmadas en su rostro para reaccionar y olvidarse de ese tema, pero le era imposible; no era como en el fútbol. Miró sus manos, pensando en cómo sería darle un cálido abrazo, sentir esa piel suave y medio morena entre sus dedos deslizándose suavemente, oliendo ese aroma que tanto lo tiene hipnotizado, mientras admiraba como le provocaba un sonrojo y se veía sumamente tierno con esa expresión. Suspiró embobado, con una sonrisa boba y una expresión calmada, demostrando como se ponía a imaginar la escena. "Tenerlo entre sus brazos" sin duda, algo que no desaprovecharía.

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