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El tiempo pasó...
  El nombre de Ana se volvió prohibido para mí. Amaia estuvo a mi lado en todo momento, y mis madres también. Mis labios volvieron a besar otra boca, mis manos ahora tomaban las de Miare. No sé si de verdad me gustaba, o si sólo era por "ella" pero la chica todavía no me llenaba. Nuestra relación era... Bonita, pero lejos de llegar a ser mágica de nuevo. Me olvidé de mi diosa... O eso me obligué a creer, porque un día, al salir a la calle, vi las ventanas de la casa de al lado abiertas de nuevo... Porque aquella noche salí corriendo escaleras arriba para llegar al tejado. Porque aquella noche, una maravillosa pelirroja había golpeado mi corazón de nuevo... Quizás sólo para que me diera cuenta de que seguía ahí.

Nos saludamos, nos miramos, pero no fue cómo antes. En nuestros ojos se leía tristeza, arrepentimiento, dolor. Por un pequeño instante... Las estrellas volvieron a iluminarse y la luna brilló cómo antes. Por un momento, su penetrante mirada entró por mis ojos de nuevo.

Nuestros móviles sonaron, casi a la vez y la magia se rompió de nuevo.

"Raúl", rezaba su pantalla. "Miare", decía la mía.

Y en las dos, el mismo mensaje.

Cariño, ¿nos vemos esta noche?

Mi esperanza se fracturó en mil pedazos. Sus ojos se volvieron acuosos. Su sonrisa ahora era triste. Mi cara, puro poema de carta suicida. Me besó en la mejilla y se deslizó hacía dentro... Con la gracia de un gato. Sonreí, pues eso mismo pensé la primera vez que la vi.

Ella estaba hermosa aquél día... Y seguía igual. Su mirada no había perdido el toque pícaro y sus palabras seguían exclamando inteligencia. Su rostro exigía belleza y su postura, autoridad. Toda ella gritaba cuídame y respétame. Todo yo susurraba ven, bésame y no te vayas. No de nuevo. Porque si ella volvía a irse, podría decir adiós a mi cordura. Podría abandonar a mi corazón y tirarlo al pozo más cercano. Podría donar mi cariño a las estrellas, porque sin ella, todo mi amor no tendría sentido. Porque, sin duda, necesitaba de ella. Necesitaba que el "tú y yo" fuera real. Pero yo sólo era un ángel aspirando el amor de una diosa. ¿Cuándo se ha visto eso? No, era demasiado iluso al pensar que seguiría sola. Es demasiado perfecta para que nadie la quiera para si.

Por eso fue que la escribí. La escribí, y quizás fue en ese momento cuando decidí contar mi historia. Plasmarla en un papel y dársela a conocer a cualquier persona que estuviera dispuesta a leerla. Pero eso ahora no viene al caso.

La escribí una carta que colé en la ventana por dónde ella entraba a la casa... La escribí una poesía en prosa, pues en ella, alguien que supiera de mí, vería reflejado mis propios sentimientos.

Perdón. Perdón por todo. Perdón por ser tan cobarde. Por no hablar de las cosas que en aquel entonces importaban. Perdón por no tener el valor suficiente de decirte esto a la cara y perdón por no ser lo que mereces. Perdóname por hablarte demasiado tarde, pero he de confesar que si no te hablo voy a explotar. Recuerdo el día en que te vi por primera vez, sentada en mi tejado... O en el tuyo... Quién sabe. Mejor lo dejo, "en nuestro tejado". Mirabas las estrellas. Y en ese momento dudé de si estabas iluminada por ellas... O eras tú la que les cedía la luz. Y tu sonrisa... Lo que daría por provocarla de nuevo. Un día me preguntaste por mi canción favorita y no te quise responder... ¿Sabes por qué? Es muy sencillo, mi canción favorita es tu risa por alguna tontería mía. Son tus palabras susurradas en mi oído. Mi canción favorita es cualquier canción que tú me cantes. Es aquella que grabaste y que aún conservo. ¿Y mi poesía preferida? Eres tú. Siempre lo fuiste. También eres la más bella obra de arte que vi jamás. Y tu boca fue el más perfecto manjar que llegué a probar. Si tuviera que elegir un perfume, sería el de tu piel, o el olor de tu cabello. Si tuviera que elegir a una persona, serías tú. Siempre tú. Siempre tan sencillamente complicada, tan irresistiblemente hermosa, tan inocentemente provocadora, tan increíblemente perfecta. Y perdóname también por no ser escritor y decirte todo esto así, sin saber cómo expresarme. Sólo así sé escribirte. Sólo así sé hablarte. Bueno, no soy yo el que está comunicándose contigo, sino mi corazón. ¿Sabes? Mandé a callar a mi cerebro para que no entorpeciera. Puede que mañana me castigue con arrepentimiento, pero me da igual. Necesito contártelo todo. Si prefieres ignorarme, hazlo, porque, sin ti estoy muerto. Y si no te voy a tener nunca, quizás sea mejor de esa manera. Pero siempre, siempre, siempre, estaré a tu lado cuando lo necesites. Te quiero, mi diosa. Siempre lo hice. Y siempre lo haré.
Un beso.
De tu idiota-cursi-mentiroso-todoloquequierasllamarme-yquenosesabeexplicar, tu ángel.

Pero no sé la di así cómo así. En el sobre dónde iba, estaba escrito: ábrela cuando necesites una sonrisa, un amigo, o un beso y acude a mí.

¿Que soy estúpido? Lo sé... Pero nadie puede cambiar eso. Aunque quizás... Ella si pueda. Quién sabe... Puede que os diga si al final cambié, o puede que me lo reserve para mí. En cualquier caso, nada es imposible si de verdad lo deseas.

Si algún día alguien lee esta historia, quiero que sepan que para este capítulo me inspiró una gran Escritora, así, en mayúsculas, o sea, Syntrofoss con un texto. Bueno, lo importante es que ella sí lo leerá, así que... Más te vale seguir escribiendo eh?😂 Te quiero😙❣️

La chica del tejadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora