El huésped inesperado.

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La vida como espía siempre estaba llena de acción y él era el mejor agente de la agencia a pesar de carecer de su sentido de la vista. Desde niño había sido criado para ser un agente especial, por esa razón era lo único que conocía y que se le daba bien porque todos los demás no lograba conservarlos. Sin embargo cuando trabajaba como espía solían surgirle algún que otro pequeño problema, como por ejemplo: Siempre solía cambiarse de casa cada dos por tres. Puede que eso para una persona normal no fuese un problema pero para alguien carente de vista si lo era, no solo debía de aprenderse la distribución de la casa sino también como llegar a esta. La razón de tanto cambio de casa era debido a su trabajo, a veces porque estaba trabajando de incógnito y otras veces, por no decir la mayoría, era a consecuencia de que se volvía en un campo de explosiones. En aquella ocasión lo habían reubicado a un apartamento para estar cerca de su nuevo empleo, trabajaría en las oficinas de un periódico con el fin de encontrar información acerca de "The Rat", su mayor enemigo.

A pesar de haber pasado tres días con esa nueva identidad, seguía sin acostumbrarse a esta. La distribución de su casa aun le confundía un poco por culpa de las cajas de mudanza y los muebles aun no reubicados en donde deberían de estar. Además carecía casi de tiempo para poder acomodarse. Se pasaba todo el día en la oficina y cuando salía ya eran las tantas de la noche, posiblemente tardaba más en llegar a casa a consecuencia de su ceguera. Eso sin mencionar que a veces hacia horas extras pues se atrasaba con los textos que iban a ir en el periódico de mañana. No obstante seguía cumpliendo con su trabajo costara lo que costase. Pero aquel día milagrosamente logro acabar antes su jornada laboral, finalmente iba a poder cocinar algo decente y no calentar en el microondas comida prefabricada. Además de poder sacar sus nuevas pertenencias de las cajas de mudanza y finalmente instalarse en aquel apartamento.

Pasaron un par de horas hasta que llego a su apartamento y no tenía buena cara. Algún guarro había orinado en el rellano de la puerta principal, los basureros parecían estar en huelga pues el pestazo maloliente de la calle era nauseabundo. Y la señorita de la limpieza que contrato no debió de pasarse porque al pasar la mano por encima de las cajas estas estaban llenas de polvo. Tendría que llamar más tarde a la agencia de limpieza y echarles la bronca pero ahora se había ganado el preparar un buen estofado. Anduvo por el apartamento viéndose obligado a usar su bastón, el cual movía enfrente suyo de lado a lado para evitar chocarse. Aun no se ubicaba en su nuevo hogar, lo confundía con la distribución de su casa y eso le complicaba el moverse libremente. Le tomo mas tiempo del que pensó en llegar a la cocina, la verdad es que juraría que la cocina quedaba a mano derecha y no a mano izquierda. Pero estaba convencido que nuevamente habría sido un despiste suyo, a fin de cuentas no era la primera vez que terminaba en el cuarto de baño fregando la vajilla, porque pensaba e incluso creía que se encontraba en la cocina. Y hablando de la vajilla... ¿Por qué había cosas sucias en el fregadero? Él había estado comiendo comida prefabricada, únicamente había usado un par de vasos y unos cuantos tenedores, no platos ni ollas y tampoco sartenes. De seguro aquella señora se había tomado demasiadas libertades y eso era algo que no podía tolerar. Tomo su celular para acto seguido marcar el número de teléfono de la agencia.

–"Buenas tardes, servicio de pi..."–

–Óigame bien claro, señorito, no quiero que su empleada vuelva a pasar por mi casa nunca más.– Hablo The Mole con tono autoritario y enojado.– No ha limpiado nada y en lugar de eso a estado usando mi vajilla, ni si quiera se a molestado en fregar lo que ha usado. Espero que no me haya robado nada porque sino pondré una denuncia.– Hablando seriamente mientras sacaba lo que había comprado de la bolsa.

–"Caballero, usted se a tenido que equivocar de numero porque nosotros somos una piz..."–

Escuchando aquella contestación pero no pensaba permitir que le dijeran que se había equivocado o intentaran convencerle de que siguiera confiando en ellos porque no lo haría.– Yo no me he equivocado, estaré ciego pero aun tengo sentido del tacto y hay polvo en mis cajas y el fregadero está a rebosar de vajilla sucia. No quiero mas vuestros servicios de limpieza, adiós.–

El huésped inesperado.Where stories live. Discover now