capítulo 8

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-¿Solías entrenar caballos en tu tiempo?- preguntó Eian mientras subíamos por una pequeña colina.

-No exactamente, competía en carreras y exhibiciones con caballos- dije- nunca pude comprarme un caballo así que utilizaba los que hubiese disponibles en los establos.

-¿Había montado a uno como Trueno antes?- preguntó.

-No hay otro como él- dije sonriendo mientras acariciaba el lomo de Trueno.

Una ráfaga de viento agitó mi pelo y el olor del mar llegó a mí con más fuerza que antes, sin ser consciente guie a Trueno hasta una colina que descendía a la playa.

-Es precioso- susurré.

-¿El mar?- me preguntó Eian deteniendo a Clyde junto a mí.

-Siempre me ha fascinado la fuerza del mar, a veces está tan tranquilo que parece un embalse, pero otras, sus aguas se agitan con tanta fuerza que te hacen estremecerte- dije bajándome de Trueno.

-¿Sabes nadar?- me preguntó bajándose de Clyde.

-Vivía muy cerca del mar, no saber nadar no era una opción- dije.

-Mucha gente aquí no sabe nadar y estamos junto al mar- dijo.

-Pues deberían aprender, ¿si alguien se cae al agua?, ¿o si un niño se mete al mar por curiosidad sin saber nadar?- dije.

-Sería un auténtico inconveniente- dijo Eian.

-¿Usted sabe nadar?- pregunté.

-No muy bien la verdad- dijo rascándose la nuca pareciendo avergonzado.

-Podría enseñarle si quiere- dije.

-Sería algo vergonzoso si mi gente me viese pataleando en el agua- dijo con una pequeña sonrisa.

Lo pensé desde su perspectiva y supuse que sería realmente extraño que me viesen ayudando a alguien como él, una figura de poder en esas tierras y un hombre que me sacaba casi dos cuerpos, ¡y qué cuerpos!

-Algo se me ocurriría- dije- pensaré en algo para solucionar ese inconveniente, ha de haber algún sitio al que no acceda mucha gente.

-Creo que conozco un lugar así- dijo Eian- pero que deberíamos dejar esas clases para otro momento, mis hombres están a punto de llegar y quería ayudar a Adam a preparar los establos para sus caballos, ese pobre muchacho no podrá con todo.

-Supongo que debería ayudaros- dije acercándome a Trueno.

-No es necesario que lo hagas- dijo acercándose a mí- eres nuestra invitada.

-No me gusta estar de brazos cruzados- dije mirándolo a los ojos- permítame ayudarlos o me sentiré realmente mal.

-Si insistís- dijo divertido acariciando el lomo de Trueno- ¿crees que puede ir sin la soga?

-Estoy segura de ello, es más- dije desatando la soga- creo que puede llegar al establo antes que usted y Clyde.

-¿Me está retando?- preguntó sorprendido y divertido.

-¿Sería una ofensa por mi parte?- pregunté preocupada por haber podido sobrepasarme.

-En lo absoluto, me gustan los retos- dijo acercándose más a mí, podía sentir su respiración cerca de mi rostro- yo llevaré esto.

Tomó la soga de mis manos enrollándola y enganchándola a la silla de Clyde, por un momento me había dejado aturdida con su cercanía, nunca me había pasado algo semejante, ¿qué tenía ere hombre para conseguir aturdirme de esa manera solo con acercarse a mí?

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