~ C A P Í T U L O D Í E Z ~

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<{Descubrimiento}>

Volví a la escuela tras varios días de ausencia debido a mi simple pereza.

Desde el primer día que había decidido faltar, las cosas comenzaron a esclarecerce un poco para mí, pues ya no me sentía tan sofocada en asuntos tontos.

Tontos como Texas.

El día que me propuse volver a clases, resultaba ser un día de exámenes, los cuales seguramente desaprobé por no estar al corriente, pero qué importa.

No había nada más qué hacer, pues las vacaciones de invierno estaban a la vuelta de la esquina, y con los preparativos del baile de Navidad, las cosas pintaban para bien, al menos para mí.

Salí a tomar un poco de aire puro y a descansar.
Acudí directamente al patio trasero, dónde había árboles y flores; tomé asiento en los linderos de un árbol, observando el cielo, que aparentaba lluvia para más tarde.

Suspiré calmada, cerré mis párpados aún con el temor de poder quedarme dormida allí mismo, aunque estaba dispuesta a correr el riesgo.

Esto de estar sola no era tan malo cuando lo necesitabas, pero a la larga, era difícil de sobrellevar.

Y lo comprendí de la mala manera, porque acabo de ver pasar a Stuart junto con Adaline, me miraron, pero siguieron de largo.

Volví a recargar mi cabeza en el árbol, deseando no caer dormida como me era costumbre.

Pero hubo algo que simplemente me impidió dormir.

No fue ruido, hubiese preferido eso en todo caso, pero no.

Un ataque de tos.

Comenzó leve, lo cual podía pasar como una simple tosesilla molesta, pero se fue agravando, hasta que de forma increíble, se me hacía complicado respirar.

Por cada tos salían varios pétalos, y mi bufanda se estaba llenando, lo cual me hizo tratar desesperadamente de calmarme, pues cabía la posibilidad de que alguien me viera, intentara ayudar y todo se desmoronara de forma inmediata.

¡JUSTAMENTE LO QUE PIDO QUE NO ME OCURRA, PASA!

¡Katsumi! ¿¡Qué te ocurre!?

Stuart corrió a mi auxilio, mientras que Adaline se quedó observando estática en su lugar.

Traté, en serio, de apasiguar mi ataque, pero este no paraba por más intentos que hiciera.

Stuart palmeaba mi espalda, mientras que yo cubría desesperada mi boca con la bufanda, esperando nadie más se hiciera presente.

¡Miren, alguien está muriendo!

Dios me odia...

Más gente comenzó a ver cómo algo tan simple como una tos se convertía en un problema enorme, horrible.

Yo veía atemorizada la pequeña masa de gente que había logrado juntar con mi repentino accidente, y asustada, comencé a llorar silenciosamente.

¡Katsumi, trata de calmarte! —recomendó histérica Adaline, quién logró salir de su shock de hace rato.

¡No puede, no seas idiota! —respondió alguien del público.

Los pétalos estaban a nada de desbordarse, la presión de tener a Stuart tan cerca mío y tan preocupado, a Adaline como una loca y del público pendiente de la noticia de primera plana, que desde hacia un rato habían comenzado a grabar, provocó que me rindiera.

Desaté el nudo de la bufanda y la dejé caer.

¡Qué mierda!

¡Esa loca come plantas!

¡Parece que vomitó su desayuno!

Comentarios y burlas escuché antes de caer yo hacia delante, asustada, derrotada y resignada.

La gente seguía siendo mi peor público, algunos se habían alejado debido a mi caída, pero la mayoría allí estaba.

¡Katy! ¿Sigues ahí? —me preguntó Stuart moviéndome aún en el piso.

¿Se murió? —murmuraron algunas personas, comenzando una histeria colectiva.

¡No mames, se murió!

Ojalá...

Katy, háblame —pidió Stuart quebrándose su voz al hablar—... Dí algo...

Abrí los ojos, luego me acurruqué: abracé mis rodillas contra mi pecho.

Me sentía fatal, muy mal, frustrada y humillada.

Stuart —dije por fin.

¡Katy!

Stuart —continué—, llévame a casa, por favor.

Imploré para arrancar en llanto amargo, tan arruinada como cuando descubrí que no todo siempre saldrá como tú quieras.

Todo por la culpa de quién ahora rodea mi cuerpo tembloroso y maltrecho mientras cierro los ojos y siento mis párpados pesar aún más.

Trapped. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora