Hola, este es el primer relato que subo, no tendrá continuación porque la historia principal la está escribiendo mi churri (Léiriú). En este relato me robo por lo tanto dos personajes de su historia (con su completa autorización) Nissa y Adri, para mostrar cómo se conocieron.
Si no han leído Léiriú no importa porque es independiente, así que tranquilos. Bueno, disfruten :)
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Un encuentro casual
La vida se resume en necesidades; nos creemos dueños de nosotros mismos, pero realmente nunca lo somos… somos necesidad, somos anhelo, somos ante todo esa parte animal que nunca desaparece de nuestro interior. Y a todos nos pasa, nadie queda exento de ella, el poder no la disminuye, sino que la incrementa, y así esta necesidad nos persigue a todos por igual como una sombra que el simple hecho de respirar da lugar.
Con esto, ni mi propia raza podía contra esta necesidad que nos embarga a todos… mas no por esto, dejaba de luchar contra ella, nadie lo hace; hubo un tiempo en el que creí que la manera en que los íncubos intentaban llenarla era la mejor. Es difícil criticar mi manera de pensar, porque ¿Qué mejor que el sexo, el placer y la lujuria para esto?, ¿Qué mejor que la naturaleza depravada de los seres en su esplendor? A decir verdad, durante mucho pensé que el atraer a las personas a que dejaran todo por lo efímero, que se sacaran las ataduras que impone la moral, la sociedad, la propia familia para simplemente dejarse llevar por sus instintos más básicos era lo correcto, asimismo disfrutaba ver el imperio que tenían estos; me hacía sentir poderoso.
Además, la entrega al placer, a lo que es ante todo la primera verdad (o al menos era mi primera verdad en ese entonces) significaba para mí una satisfacción gigantesca. “Vengan, entréguense a lo que es verdadero… a lo realmente verdadero, a lo que sientes ahora y nadie puede negar. A aquello que es incluso más fuerte y sincero que las acciones o los pensamientos” Vamos, en realidad no lo decía, pero lo pensaba y el ver cómo todos caían me hacía especular que era la única verdad, que no había nada más… En ese entonces no era consciente aún de lo patéticos que éramos mi raza y yo. Patéticos al fingir controlar la situación, siendo que la necesidad seguía allí incluso más allá del alimentarnos. Que estaba allí, en cada beso, en cada caricia, en cada vez que follábamos… en cada víctima a la que asesinábamos. Quizás la muerte de los humanos o de cualquiera de nuestras víctimas estaba marcada por su necesidad, pero también por la nuestra, la que nos pedía algo que no éramos capaces de encontrar en estos seres y que nos frustraba. Nos sentíamos vacíos. Así, buscábamos y buscábamos en los demás las respuestas al porqué del vacío, con anhelo, frenesí y de las formas más retorcidas olvidando todo lo demás, olvidando nuestra dignidad junto con la de los pobres infelices que tenían la mala suerte de cruzarse en nuestro camino; somos seres caprichosos, y al no encontrar en ellos las respuestas que queríamos, con rabia terminábamos de deshacernos de ellos y cuando ya estaba acabado, volvíamos a sentirnos aburridos y decepcionados, pero aún más que eso; apáticos.
Hoy, debo decir que ya no me considero patético… ya no soy como ellos, ya no me interesa robar la vida de los demás buscando una explicación a lo que sucede: para bien o para mal ya lo había encontrado. El hacerlo, fue como despertar y despejar toda la niebla a mi alrededor que me impedía ver lo que realmente pasaba… No me pude quedar indiferente nunca más a la verdad, una verdad mucho más allá que el placer mismo, una verdad que me hizo ver cómo en mi reino más que seres racionales, habían animales; animales que perdían su dignidad continuamente entre sus depravaciones. El placer estaba bien, nunca lo negaría, al fin y al cabo seguía siendo un íncubo, pero el error estaba en pensar en que era lo único, en que era la única verdad, en que fuera de él no había nada: probablemente ahí residía el hecho de no encontrar aún las explicaciones que buscábamos y que yo terminé encontrando de manera inesperada en medio de un viaje, irónicamente de un viaje que se suponía me debió haber acercado más a ese mundo que ahora me causaba repugnancia. Aun así, hasta el día de hoy me pregunto si debo agradecerle a Nissa el ser consciente de todo esto, u odiarla más por no dejarme ser solo otro idiota, bueno, otro idiota de ese tipo… mi idiotez tenía un matiz distinto, marcado quizás por esta nueva necesidad que una vez desaparecida la otra, había surgido.
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Un encuentro casual (Relato independiente Léiriú)
RomanceMuchos pueden pensar que un incubo solo es un ser que se preocupa del sexo, su alimento. Pero Adrian nunca ha sido del montón, o al menos desde su encuentro con Nissa dejó de serlo... pasó de tratarse solo de un íncubo más a descubrir que había al...