Rápidamente me libero, miro la mesa de aluminio y mis ojos caen en un destornillador y otro extraño objeto que no logro reconocer. No lo pienso, agarro el primero... pero en el proceso me caigo junto con la camilla y la mesa provocando un fuerte ruido.
Escucho que como el primer seguro, y luego el segundo ceden. Deslizo fuera de mí el maletín lleno de instrumentos metálicos. El hijo de perra entra rápido, me ve primero a mí en el piso y luego a los artefactos lejos de mí. Decidido, avanza con los puños cerrados, el ceño fruncido y sus ojos llenos de furia. A pesar de ser un hombre de contextura delgada, tiene mucha fuerza, por lo que fácilmente me agarra del cuello levantándome del suelo.Me mira directo a los ojos.
No pierdo tiempo. Con mi mano le hundo el destornillador en el cuello y de inmediato lo saco —la sangre sale como chorro pintando la habitación— y vuelvo a clavárselo. Él me suelta con un alarido y lleva sus manos al cuello mientras yo caigo fuerte al suelo, fracturándome algo. Grito de dolor, pero sin tiempo de pensar en ello, me arrastro por el suelo en busca de algo que haga daño. Diviso el bolso de instrumentos y voy hacia el lo más rápido que puedo, volteo hacia mi secuestrador y veo que se ha sacado el destornillador lanzándolo por el cuarto. Intenta evitar desangrarse colocando la mano izquierda en su cuello mientras busca algo con qué sellarlo.
Reanudo mi destino hasta que por fin abro el maletín y veo un bisturí junto con otras herramientas afiladas. Agarro el bisturí, pero no me detengo, continúo hacia la puerta en busca de la salida, pero antes de traspasar la barrera, siento que me jala de la pierna con fuerza, sujeta mi cabeza y la golpea contra el suelo.
—¡Perra! Ahora sí que no dejaré ninguna extremidad en ti —dice con voz queda.
Oigo un quiebre —mi nariz—, y siento además sangre deslizarse desde mi cabeza. Me aturdo, él me sostiene por el cabello y me arrastra de vuelta mientras yo intento enfocarme y a tientas busco sus piernas. Cuando lo hago aprieto fuerte el bisturí en mi mano y se lo clavo, deslizando hacia arriba, y cortando —desprende un alarido y me suelta. La sangre esparcida, logra que caiga golpeándose la cabeza. Es mi oportunidad—. Arrastro mi cuerpo y me subo encima de él punzándolo con el bisturí comenzando por su rostro. Me propina un golpe en la sien que casi me tumba, pero mi rabia puede más y continúo, hasta que llego a su pecho y le punzo repetidamente mientras grito.
—¡¡Muere bastardo!! ¡¡Muere!! ¡Muere! —siento su cuerpo lánguido y observo cómo de su boca sale sangre y sus ojos pierden color.
Está muerto.
Hay sangre por todas partes.
Voy hacia la puerta, la abro y diviso el pasillo. Continúo. Veo la habitación donde me encerraba, sigo y encuentro otra puerta. «La salida». Siento lágrimas en mis ojos. Me encuentro con escaleras un metro delante, las subo con dificultad pero lo logro, la puerta frente a mí me invita a que le dé un respiro, y lo hago.
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Trozos de belleza [COMPLETA]
Kısa HikayeÉl se encuentra obsesionado con una palabra en particular. Durante muchos años ha vagado en su mente la siguiente interrogante: ¿Qué es la belleza más allá de lo que se entiende como algo físico? ¿Tendrá la oportunidad de encontrar la respuesta a s...