09 [Jin]

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Me despierto al menos una hora antes que Yu.

Es difícil no verlo dormir.

Lo he hecho antes, excesivamente, pero fue entonces cuando pensaba que nunca iba a conseguir nada más que eso. Eso fue cuando creía que acercarme sigilosamente a Yugyeom  era mi premio de consolación.

Todavía no estoy seguro de lo que está pasando entre nosotros. Nos besamos anoche. Y esta mañana. Muchísimo. ¿Significa eso que podremos volver a hacerlo hoy? Él ni siquiera está seguro de que sea gay. (Lo cual es estúpido. Pero Yugyeom es un estúpido, así que...)

Él está acostado en mi sofá, y yo estoy sentado en el extremo final, al lado de sus piernas. Él se acurruca entre los cojines, hundiendo el rostro en ellos.

—No puedes observarme mientras duermo —dice— solo porque estemos besuqueándonos.

—Solo porque nos hayamos besuqueado —le corrijo—. Y no te estoy mirando, estoy tratando de encontrar la manera de despertarte sin que me claves una espada.

—Estoy despierto —dice, tapándose la cabeza con uno de los cojines.

—Vamos. Bhuwakul está a punto de llegar.

Levanta el cojín.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Le dije que tenemos nueva información, él también ha descubierto algo. Vamos a tener una sesión informativa.

Se sienta.

—¿Así que Kunpimook está viniendo para acá?

—Sí.

—¿A tu mansión gótica?

—No es gótica, es victoriana.

Yu se pasa la mano por el pelo.

—¿Esto es una trampa? ¿Nos estás atrayendo a todos aquí para matarnos? —parece que su desconfianza es genuina.

Porque al parecer, eso de ser «enemigos» desde los doce años y tratar de matarlo por mis muchas influencias no ha causado buena impresión de mí.

—¿Cómo llegué a atraerte? Llegaste tú solo hasta la puerta de mi casa.

—Después de que me invitaste —chasquea.

—Sí. Me atrapaste. Soy un villano —me levanto—. Te veré en la biblioteca cuando te hayas bañado —trato de lucir como si no estuviera pisoteando rabiosamente al alejarme de él, espero hasta abandonar la habitación, y luego pisoteo rabiosamente por las escaleras.

No sé lo que esperaba. ¿Qué Yugyeom abriera los ojos y al verme allí, tirara de mí y me atrapara en uno de sus expertos besos y me dijera: «Buenos días, mi amor»?

Kim Yugyeom nunca me va a llamar «mi amor».

Aunque acaba de admitir que nos hemos enrollado...

En mi casa no hay una pizarra de tiza, pero mi madrastra tiene una en la cocina con los itinerarios deportivos de mis hermanos.

Al sacarla y llevarla a la biblioteca, y empiezo a escribir organizando en columnas, todo lo que sabemos y todo lo que aún no sabemos, cuando Yu entra en la habitación. Lo ignoro.

—No es que crea que nos traicionarás —dice.

Hago un ruido que, me temo, suena a un «ejem».

Yugyeom se remueve los mechones con una mano.

—Es sólo que... Bueno, todavía es raro esto que está pasando entre nosotros, ¿no crees?

Sigo sin hacerle caso.

Moriré besando a Kim Yugyeom ► jingyeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora