Pesadilla

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Eran las dos y media de la madrugada cuando su inconsciente percibió que la puerta de la habitación se abría con un suave sonido, despertó en su cama exaltado, como quien ha tenido una noche de muertos, y miro hacia todas las direcciones del cuarto esperando ver a alguien, pero la habitación estaba completamente vacía, no vio a nadie, giro la cabeza hacia la izquierda y clavo sus ojos en el despertador que marcaba las 2:30 am. Un ruido muy fuerte sonó abajo en el comedor, era como si hubiesen lanzado toda la cocina abajo, a pesar de que tenía mucho cansancio por doblar el turno en su trabajo, y sueño decidió ir a revisar quizá solo fuera un gato que entro por la ventana, de todas formas, tenía que estar seguro.

Se levantó de la cama y camino en dirección a la puerta mientras buscaba algo fuera de lugar, pero nada llamo su atención, llegó al pasillo y se detuvo en medio de la escalera, pensó rápido cuál sería su próximo movimiento y se sintió dentro de una película. con mucho cuidado y con todos sus sentidos alerta pisó suavemente para tratar de no generar ruido mientras bajaba cada escalón hasta llegar al último, se sentía como un detective de esos que aparecen en tv, de esos que caminan inclinados para que no los detecten, así fue hasta que llegó a la puerta de la cocina, se asomó desde el umbral, pero el comedor estaba tan solo como un panteón a mitad de la noche, en la casa no había ni un alma aparte de la de él o al menos así lo creía él.

Se irguió y camino lentamente hacia el dormitorio, esta vez la madera de la escalera rechinaba cuando pisaba sin meticulosidad alguna, cruzo nuevamente por el frío y oscuro pasillo hasta llegar a la habitación, en ese momento algo llamo toda su atención, volteo hacia la izquierda y frente a la cama estaba su mesa pegada a la pared, pudo notar que todo lo que había sobre ella esta vez estaba tirado al suelo como si algo buscaran o como si se fuesen tropezado con ella y tumbado todo. qué raro –pensó-, cuando Salí del cuarto eso no estaba así, ¿dónde estará ese maldito?, seguro estaba escondido bajo la cama y cuando Salí a la cocina aprovecho a revisar mis cosas, aunque no escuche ruido alguno.

Se acercó a la mesa y vio en la madera marcas, era como de alguien que ha sido arrastrado y se aferra a la madera con sus uñas, levanto la mirada y se vio frente al espejo, una gota fría de sudor se deslizo por su rostro pálido, sintió un frío que se metía hasta sus tuétanos, las funciones motoras de su cerebro se apagaron al instante, quedo petrificado frente al espejo con una expresión de horror en su cara, todo su ser se había vuelto inerte. Su piel se erizó, su corazón se agito, le dio un dolor en el pecho como si fuese un infarto, su brazo izquierdo empezó a palpitar como si la sangre no llegase a él, sentía ganas de orinar, su estómago empezó a rugir y un dolor fuerte le invadió, eran tantas sensaciones en una fracción de segundos, empero, no podía retirar la vacía mirada del espejo, sentía miedo hasta de parpadear.

Justo allí, se reflejaba detrás de él, parada sobre la cama, una niña como de 12 a 14 años que lo miraba fijamente, tenía la mirada tan vacía como la de él, pero sus ojos eran negros intensos o la cavidad de sus ojos estaban vacíos, la oscuridad no dejaba percibir bien, el cabello era tan largo que le llegaba hasta la cintura, unas uñas muy largas y puntiagudas de color rojo como la sangre fresca, una saya blanca y larga que cubría todo su cuerpo dese sus hombros hasta los pies, a pesar de que era una figura delgada se podía notar que era más fuerte de lo que aparentaba ser, la niña le sonrió con tanta malicia que hizo que el hombre se estremeciera como si fuera una hipotermia, y de sus negros ojos brotaron dos llamas tan intensas como la luz del sol.

En la habitación el silencio era sepulcral, a pesar de que le castañeteaban los dientes a él, el silencio de la noche hizo su magia y una brisa, que él no sabía de dónde provenía, trajo suaves y dulces sonidos a sus oídos. Hola –Dijo ella-, quizá no me recuerdes. Yo a ti si, llevo tiempo vigilándote, cada día, cada tarde, cada noche, siempre estoy contigo, nunca me habías notado porque así lo quería, empero esta noche haremos un pequeño juego que será muy divertido, al menos, para mí, tú te esconderás en cualquier sitio de la casa, y yo te buscare... si no te encuentro te dejaré vivir una feliz vida, pero si te encuentro te torturaré hasta que tu alma sufra tanto que decida abandonar por voluntad propia tu cuerpo, el infierno será un paraíso comparado con lo que te haré antes de enviarte a él.

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