Capítulo diez: ¿Y ella?

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– De verdad –reí ante la felicidad de Dean.

Abrió la boca.

– ¿Esto es real? –susurró.

– ¿De qué hablas? – sonreí.

– ¿Esto es real? –repitió– ¡La chica de mis sueños dijo que ama! –gritó. Las personas que estaban sentadas en mesas un poco distantes que las nuestras voltearon y lo miraron divertido – ¡Ella dijo que me amaba! –volvió a gritar, pero esta vez dirigiéndose a los expectantes.

Las personas comenzaron a aplaudir y yo me hundí en redondo asiento en forma de U. Dean se sentó y sonrió orgulloso.

– ¿Estás loco? –susurré. Levantó los hombros e hizo una mueca de no-me-importa.

– Quizás... de amor por ti –admitió y me sonrojé. Rió al notarlo.

Agaché la cabeza y formé un velo con mi pelo castaño evitando que Dean notara que mis mejillas se prendían más fuego.

– ¿Por qué te cubres la cara, linda? –esperó respuesta pero no la di– Oh, vamos. Déjame apreciar lo hermosa que eres, América –pidió.

Me mordí el labio. Condenadamente dulce.

Coloqué mis manos en mi cara y negué con la cabeza.

Supe que Dean se había levantado de su lugar cuando sentí que se sentó a mi lado y me aferró a él con un abrazo. Yo aún no quitaba las manos de mi cara así que se separó de mí y suavemente quitó mis manos de mi rostro. Lo miré y me mordí el labio inferior. Sonrió negando con la cabeza.

Se acercó a mi oído y habló:

 – ¿Te puedo contar un secreto? –susurró. Asentí– Eres la mujer más hermosa del planeta –hizo una pausa–. Aunque, eso no es secreto porque cada vez que pasas por entre medio de la gente, los chicos se dan vuelta a admirarte. Pero, lamento decirles que nunca te tocaran –sonrió en mi oreja. Me estremecí por cosquillas. Se separó y me miró a los ojos.

No hablé, solamente lo miré. Dean se paró bruscamente y volvió a sonreír.

– ¿Estás lista para irte? –preguntó feliz.

– Sí –susurré mientras le devolvía la sonrisa.


Me tendió la mano y la tomé. Fuimos a la caja y pagamos por el almuerzo, salimos del restaurante y del centro comercial. Caminamos un poco hasta llegar al auto y entramos.

Dean plantó un beso en mi mejilla. Lo miré divertida.

– ¿Por qué fue eso? – reí. Dean alzó los hombros.

Me acerqué a él, le agarré la nuca y lo atraje hacia mí comenzando un beso.

Cuando me separé de él y abrí los ojos pude verlo a Dean con los labios estirados y los ojos aún cerrados. Reí y quise tragármelo, pero ya fue tarde. Él frunció el ceño y abrió los ojos de golpe, se acomodó en el asiento y se aclaró su garganta.

– Intenso –susurró. Pasó sus manos por su pelo negro y suspiró– Así que...

– ¿Podemos ir a ver a Alison? –solté de repente. Dean asintió.

Condujo a velocidad moderada hasta el hospital donde estaba Alison. Al llegar bajamos y fuimos hasta la habitación de mi mejor amiga.

Entramos. Puro silencio. Alison seguía pálida y todavía rapada. Otra vez me sentía vacía.

Caminé lentamente hasta la cama y acaricié su rostro, estaba fría. Mis ojos se aguaron, pero Dean me rodeó con sus brazos por detrás para calmar mis penas.

Encadenada al amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora