2. lo que dejan las despedidas.

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Johnny miro el número de contacto de Doyoung, ya hacía una semana que no se veían, no era ingenuo y él podía notar como Doyoung estaba evitándolo, aunque Doyoung creyera que no, lo cierto es que él sí lo conocía bastante bien.

Si Doyoung no se animaba a mirarlo de frente es porque tenía miedo de no ser capaz de decirlo y acabar despertando desnudo en su cama la próxima mañana.

Johnny acarició el pelaje amarillo de Nagini, el felino ronroneaba con pereza acomodándose en su regazo, entonces recordó las veces que vio a Doyoung acariciándolo

"Nagini ¿por qué eres tan ruidoso?" Doyoung le preguntó al gato cuando creyó que él estaba en el baño aún "a demás..  ¿por qué tienes nombre de hembra?"

Johnny rió ante el recuerdo, jugando con las orejas de su amigo peludo—Es por la serpiente de Tom—susurró en su departamento vacío—Nagini es una parte de su vida.

Nagini no es un felino joven, ya tiene seis años humanos. Lo encontró abandonado en una caja afuera de un shopping, habían cinco gatitos más y Johnny se sentó cerca para vigilarlos, vio como cada persona que se llevo alguno escogió al más bonito, habían algunos con pelos pomposos, más amarillos, más adorables pero Nagini era el único pálido y durmiendo distraído, cuando todos los hermanos fueron llevados Johnny decidió recogerlo

el gato en aquel entonces pequeño, cabía en su mano perfectamente, abrió un ojo e hizo un suave maullido—¿qué tal?—preguntó un poco avergonzado pero el felino lo ignoro y se acomodo más en su palma para seguir durmiendo—uhm, supongo que iremos a casa entonces. 

Una vieja pero bien cuidada casa tradicional era donde Johnny comenzó a vivir desde que tuvo ocho años, cuando regresaron del extranjero, en ese entonces cuando llevo a Nagini tenia quince años. 

"¿un gato?" preguntó su padre levantando una ceja, de brazos cruzados y una expresión de pocos amigos, Johnny encogió los hombros quitándose los zapatos mientras sostenía el felino 

"un gato." afirmo 

"educalo bien." asintió pasando de largo para ir hasta su habitación, para su padre todo se basaba en educar bien a alguien, la sociedad seguía adelante cuando la educación estaba presente, valores de convivencia y supervivencia, esforzarse para siempre ser el mejor. 

Johnny aún recuerda la primera vez que Nagini mordió a su padre, el pequeño gato con su poco cabello totalmente erizado, las garras hacia afuera e incluso mostrando sus diminutos y filosos colmillos él salto al brazo del hombre más grande, fue la primera vez para Johnny que alguien lo quiso proteger. 

El señor Seo siempre había sido un tipo duro, y él quería que Johnny sea el mejor en su disciplina, tanto así que desde los cinco años Johnny ha estado entrenando lacrosse, en el patio trasero de la vieja casa tradicional se volvió una costumbre para Johnny cada tarde seguir la estricta rutina que su padre le impuso 

—¡vas diez minutos más atrasado que ayer!—grito el señor Seo sosteniendo una vara de bambú—¡¿qué sucede contigo?!

el sudor caía desde su corona, estaba complemente empapado por su propio liquido corporal, seguía corriendo alrededor pero sus rodillas temblaban y la planta de sus pies ardía con cada avance—no.. no puedo más—susurro a penas audible pero su padre escucho claramente 

—sobre tus codos.—simplemente dijo, Johnny sabia lo que vendría, si el reloj volvía hacia atrás no llegando a la marca que ya había superado antes entonces los castigos vendrían. 

El señor Seo levanto en alto su varilla y le dio un fuerte golpe sobre la espalda, ardía incluso sobre la ropa, Johnny pensó esperar hasta que los castigos acabaran, había sido un mal jugador, si él se presentaba en esas condiciones a jugar su equipo perdería pero no espero ver por el rabillo a su pequeño gatito bostezando perezoso mientras caminaba hacia el patio, de seguro se despertó de la siesta 

Migrañas. JohnDoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora