(Narrado por Mulligan)
Éramos dos chicos, Lafayette y su servidor. Acabábamos de salirnos de bañar y nos dispusimos a rasurarnos la poca y desordenada barba que nos salía. Noté una extraña tristeza en los ojos de mi amigo, por lo cual no le pregunté nada, sólo lo abracé. Él se sorprendió, ya que yo nunca comenzaba un abrazo estando solos, me correspondió y ambos nos manchamos con la espuma del rostro del contrario, solté una pequeña risa, pero Lafayette no dijo palabra alguna.
Esa mañana estuvo muy callado, incluso nos elaboró un desayuno promedio. Cuando ya íbamos a entrar a clases me dispuse a preguntarle sobre su humor.
–Vamos, ya dime, ¿qué tienes Lafa?–.
El extranjero había estado un minuto entero sin decir una sola palabra, lo cual era inusual en él. Recargó su mentón sobre la mesa e hiso un puchero con sus labios. –Estoy fâché–.
–¿Eso significa enojado, no?, ¿Y ahora que te hice?–. Me senté a su lado.
–Tú nada, es que Laurens se ve muy feliz con Alexander–.
–¿...Estás celoso?–.
–Sí... creo que se gustan–.
–Pff, debes estar imaginando cosas, nunca he visto a nuestro John enamorarse–. El moreno me apuntó hacia el norte, los personajes de nuestra conversación estaban acercándose, el de cabello rizado llevaba varios libros pegados a su abdomen, y por estar intentado que no se resbalasen chocó contra Alexander.
–¡John! ¡Lo siento!–. Ambos ayudaron a rejuntar los libros. –Déjame ayudarte a llevar algunos–.
–Gracias–. Cuando se reincorporaron sólo se quedaron viendo a los ojos, con una sonrisa boba en el rostro. Laurens se colocó un rizo tras la oreja, como cuando se sentía nervioso o lo halagaban. –Oye... estaba pensado que deberíamos salir más seguido después de clases, ya sabes, a alguna plaza, amm, cine...–.
–¿Los dos?, ¿O también Aaron y los otros chicos?–.
–Tú y yo–. Un repentino rubor se agolpó en las mejillas del americano.
Me quedé con la boca abierta al ver que se despidieron y Alexander chocó contra la pared intentando entrar por la puerta, John se rio y el segundo se fue de ahí todo apenado, estando en las nubes, como cuando alguien te gusta.
–¡¿Lo ves?!–. Me recalcó el francés.
Por si fuera poco, Washington también comentó algo sobre el tema, los alumnos a su alrededor bromearon algo sobre la temática LGBT.
–Lafa, mejor voy a preguntarle a Alexander cuáles son sus intenciones con nuestro querido y virgen John–.
...
(Narrado por Alexander)
–¿Gustarme?, bueno, creo que Laurens es la criatura más bella de esta tierra, pero no me gusta, es tan hermoso que parece sacado de una anime para chicas (shojo), pero vamos, no me gusta, sólo es divino–.
Lafayette y Hércules alzaron una ceja. –Eso confunde–. Admitió el chico del gorro.
Nos sentamos en nuestros respectivos pupitres, Lafayette delante de mí, Mulligan a su lado derecho y a mi lado debería estar el chico pecoso, más sin embargo no llegaba.
El resto de los estudiantes iban entrando y saliendo del salón, esperando a que tocara el timbre para sentarse, y de todo ese montón, apareció John Laurens.
Se me subieron los niveles de dopamina y endorfina. Sólo estando parado ahí, se veía tan lindo, su cuerpo era tan esbelto y delicado, sus piernas tan largas, su cintura tan estrecha, además, entre su conjunto de ropa llevaba un suéter que ayudaba a remarcar los músculos de sus brazos y un par de lentes que lo hacían ver exquisito.
Por fin se colocó a mi lado. –¿Qué materia nos toca, Alex?–.
–Biología. Y, por cierto, luces bien con lentes... te ves...–. El encendió su Ipad y después volteó a mirarme con una cálida sonrisa. –...Precioso–.
Noté un sonrojo en sus mejillas, lo cual hiso que yo también me ruborizara. El timbre sonó y la profesora entró por la puerta, era alta y con el cabello grisáceo, nos saludó y se colocó tras el escritorio, mis compañeros recordaron en que página nos habíamos quedado. Mulligan comenzó a leer el texto en nuestros dispositivos, y ya que Laurens estaba concentrado en la pantalla aproveché el momento para mirarlo.
¿Sus labios siempre habían sido tan rojos?, intenté descifrar el color de su cabello, ¿Castaño, pelirrojo, durazno, café?, él giró a verme sólo con sus ojos y yo clavé mis pupilas en el documento, cuando dejó de verme yo hice lo contrario, mirarlo. ¿Cómo habrá lucido de niño?, volvió a verme, y yo me hice el concentrado en la clase, pero esta vez no apartó su mirada de mí, me estaba poniendo nervioso, así que giré a él, pero él miró la pared.
Sonreí y me enfoqué en mi Tablet, abrí la aplicación de Messenger y fui a contactos, ubiqué a John y le envié un mensaje: "Hey, chiquito, ¿Qué tanto me miras?", junto con un emoticón de carita pervertida.
Él se percató del mensaje y ahogó una risita, contestándome con un mensaje: "Pon atención a la clase, y tú me estabas viendo primero".
"Es que eres sexy", le contesté.
El volteó a verme tras leer el mensaje. Sus orejas estaban rojas. De repente la profesora dio un golpe en el escritorio y todos los presentes nos asustamos.
–Hey, Laurens, Hamilton. ¿Se están enviando mensajes?–.
–...No–. Mentí, pero John se disculpó.
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En otra vida
Fiksi PenggemarLaurens logra volver a nacer, ahora con otra oportunidad de conseguir a la persona que ama: Alexander, el chico nuevo del instituto. ~ "Derramé una lágrima" "Nunca creí que liberar a un país entero fuera más fácil que tenerte" "Alexander, estaremos...