Mikoto corrió por el parque y se escondió detrás de un cúmulo de cañas de bambú lo suficientemente grande como para hacerla invisible a los ojos de Fugaku, había escuchado sus gritos llamándola pero no le importó porque el momento en el que debería haber demostrado su amor ya había pasado y ahora era demasiado tarde. Lloró desconsoladamente intentando entender por qué él la había tratado de esa manera, sabía que no debería haber ido al parque para evitar causarle problemas pero lo que nunca en la vida se imaginó fue que él la rechazaría de esa manera frente a todos...ella jamás lo hubiera hecho si la situación se hubiera dado al revés por más ridículo que pudiera parecerle a los demás.
Con dificultad se levantó del suelo y se alisó el vestido, tenía la hierba marcada en las rodillas y el cabello despeinado pero no le importaba, se secó los ojos y salió del parque con cuidado de que Fugaku no la viera. ¿Cómo era posible que todo hubiera cambiado tan rápido de un momento a otro? Hasta ayer él era su caballero de brillante armadura y en cambio ahora no la conocía...
—Mikoto aquí estás, quiero mostrarte unos pasteles que...—Mito se dio la vuelta al sentir la mano de su nieta en su brazo pero cuando la vio supo que algo no había ido bien.
—Abuelita...—Mikoto no pudo decir más y se abrazó al cuello de su abuela para esconder el rostro de las demás personas de la tienda, silenciosamente comenzó a llorar.
—Mikoto...Mikoto mírame, ¿Qué te ha sucedido? ¿Estás lastimada? Por favor habla conmigo...
Mikoto se separó de su abuela y se limpió el rostro nuevamente con el pañuelo que a esas alturas ya estaba empapado.
—Por favor llévame a casa, no quiero festejar nada...ya no me importa.
—¿Fue Fugaku verdad?...dime en dónde está porque en éste mismo momento se las verá conmigo.
Mikoto sacó a su abuela de la pastelería y tiró de ella hasta llegar a la camioneta.
—Por favor no hables con él, no quiero sufrir más...sólo llévame a casa te lo suplico por lo que más quieras ya no puedo seguir aquí.
Mikoto palideció y todo comenzó a dar vueltas a su alrededor, Mito la atrapó antes de que cayera al suelo y la sentó en el asiento de la camioneta.
—Está bien querida no te preocupes, te llevaré a casa y llamaremos un médico para que te revise, tal vez te desmayaste a causa del calor.
Aunque Mito sabía que el malestar se debía a Fugaku evitó tocar el tema, ya habría tiempo para darle a ese tonto un buen escarmiento.
Al llegar Mikoto se bajó de la camioneta y caminó con desgana hasta su habitación, una vez allí se acostó en la cama incapaz de pensar en nada y se quedó dormida al instante.
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Fugaku tomó su bicicleta y comenzó a pedalear a toda velocidad rumbo a la casa de los Senju, la desesperación de saber que tal vez Mikoto ya no lo quisiera se hacía cada vez más fuerte y los pulmones comenzaron a arderle a causa del esfuerzo físico.
Al llegar tiró la bicicleta a un costado del césped y con prisas tocó el timbre pero nadie salió, todo parecía desierto. Bordeó el costado del terreno hasta llegar a la parte trasera, seguramente la fiesta de Mikoto se estuviera armando ahí y por eso no lo oyeron llegar pero al mirar hacia adentro del patio todo estaba desierto, no había decoración ni personas, cruzó el portón trasero y se adentró en el jardín, justo antes de comenzar a golpear la puerta de la cocina presa de la desesperación Mito salió y lo observó con ojos gélidos.
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Amor...LOCO amor
Fanfiction¿Qué harías si tuvieras 12 años y el chico más atractivo del mundo y que es tres años mayor se interesa por ti? Es lo que Mikoto se preguntó al conocer a Fugaku Uchiha en el verano de 1974, un verano que marcó su vida...para mal, porque ese chico ma...