«La mejor manera de vencer la tentación es caer en ella».
Oscar Wilde.Estar bajo los efectos de las pastillas de Marah es dejarte adormecida.
Mi cuerpo aún se siente pesado, mis párpados constantemente se cierran y mi cabeza se tambalea causando que la gente del metro me vea extraño. Siento frío y siento calor, mi cuerpo tiembla bajo los ropajes abrigados que me había obligado a ponerme.
Esta mañana había despertado; y nunca antes me había sentido tan extraña como ahora. O eso es lo que recuerdo.
Estaba desnuda, y no pude sentir el frío hasta que pasaron varios minutos, minutos en los que me había quedado en silencio, sujetando el celular y releyendo aquellos mensajes una y otra vez. De pronto, sentí como si alguien me observara. Lo había atribuido a mi aspecto.
La ventana estaba abierta y la cerré, al igual que las cortinas, corrí a mi armario y me cubrí con lo primero que encontré. Me había sentado en el piso y me sujeté la cabeza, todavía me palpitaba. Trataba de recordar las cosas que había pasado en la fiesta, cuánta cantidad de alcohol había consumido, si había tomado mis vitaminas o a qué hora lo había hecho, en qué momento había perdido de vista a Novartis, o qué pasó minutos antes de mi salida del lugar.
Necesitaba recordar cada paso que había dado, me sentía intranquila y sabía que esa sensación no se iba a marchar hasta armar mi rompecabezas, hasta que no haya desechado una posibilidad de que lo que había pasado no sólo había sido un sueño. Aunque lo deseaba.
Lo deseaba más que nunca.
Después de vestirme salí de casa con la mayor velocidad que mis miembros entumecidos me lo permitieron; las lágrimas habían comenzado a escaparse y la gente empezaba a murmurar, traté de correr pero no pude. Simplemente me abracé a mí misma, sintiendo (de alguna forma) un peso menos.
Ahora, mientras veo mi reflejo en los cristales del metro, comprendo lo extraña que me veo y siento. ¿Por qué me sentía aturdida?, ¿por qué sentía que alguien me observaba? Y ¿por qué me había sentido aliviada al salir de casa?
Saco el celular del bolsillo delantero de mi abrigo, al desbloquear la pantalla veo mis dedos temblar. No sé si es por los nervios o por los efectos que la noche anterior había causado en mi sistema. Busco las conversaciones y repaso la dirección; ayer había llegado con un grupo de amigos, ahora tenía que volver sola. Por un camino que no conocía y que me ponía nerviosa.
—Señorita, ¿está bien?
Levanto mi vista para encontrarme con los ojos preocupados de una anciana. Parpadeo con rapidez, asiento y me enfoco en los anuncios de las paradas.
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Los sueños de Danna
Misterio / Suspenso«¿Estás dispuesto a mirar detrás de ti y descubrir si hay alguien observandote?» [Versión sin corregir]