Robots que no funcionan

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Jueves 9 de febrero, 12:15 pm

Eleazar estaba sentado sobre el banco más roto del salón de artes, pintando la misma fresa desabrida con la que había comenzado ese día, nada le importaba más que ver a su linda chica de estrellas en los ojos.

Había querido verla toda la semana para hablarle de algo importante, pero siempre que intentaba decirle lo que planeaba algo salía mal y se trababa o alguien los interrumpía -sobretodo ese amigo suyo de cabellos negros- el tiempo tampoco les favorecía, pero ese día, tenía la certeza de que en la clase de artes tenían todo el tiempo del mundo para platicar y pintar juntos, que era justo lo que más anhelaba en ese momento.

Arrastró el banco y tropezó con su propia mochila cuando la vio cruzar la puerta. Con el ruido llamó la atención de la chica que alegre se sentado a su lado.

—Me alegra verte hoy Kittie— habló entusiasmado.

—A mi también me alegra verte "L", creí que no lo haría— sacaba sus cosas de la mochila en busca de un lápiz —La verdad es que pensaba irme directo a mi casa.

Dubitativo se acercó un poco más a ella esperando a que le contará la razón de su aparente fastidio y cansancio, sabía que lo haría, le encantaba hablar de cualquier cosa y a él le encantaba escucharla.

—Hoy se pusieron medio pesados mis compañeros de robótica, porque dicen que vamos a trazados pero tampoco me dejan ayudarles mucho y Franco en serio que me saca de quisio...— con fluidez y sinceridad le contaba su día entero a su nuevo amigo quien extasiado -por no decir embelesado o apentontado- escuchaba cada una de sus anécdotas, con demasiada atención no quería perderse de ningún detalle.

—Es una pena que no te dejen ayudar, si lo hicieran ya abrían acabado y sería el mejor robot del mundo— la chica sonrió al oírlo hablar de esa manera pero no levantó la vista de su libreta.

—No creo que el mejor— encogió los hombros —Pero seguro que ya habríamos terminado.

Continuaron hablando un rato más entre plumones y pinceles sobre robots, tareas y caricaturas japonesas -las favoritas de Eleazar- burlándose de vez en cuando de sus propios trabajos o por el hecho de que no lograban acabarlo por estar platicando.

—Es en serio mira— alzó Kittie su dibujo —Es tan horrible y mal hecho— lo giro hacia si, entrecerrando los ojos negó con la cabeza antes de ponerlo de vuelta en la mesa —Bueno dicen que todo se parece a su dueño.

—¡Pero si tú eres muy bonita!— soltó sin pensarlo, pero al darse cuenta de lo que había dicho, quiso que se lo comiera la tierra.

—Yo creo ...— intervino la chica  —Que ya estás medio loco o te estás quedando ciego.

Lo miraba aguantando la risa, Kittie no era una persona que estuviera acostumbrada a los cumplidos dirigidos a ella, ni por su esfuerzo en la escuela o sus pequeñas obras de arte, menos por su aspecto, ella misma solía decir que era tan normal como un pedazo de césped.

Eleazar lo sabía, siempre ponía mucha atención en todo lo que decía, llevaba desde el semestre pasado intentando hablarle y ahora que podía hacerlo no perdería la oportunidad, era su momento debía decírselo no habría otra oportunidad.

—Kittie...— comenzó a decir buscando las palabras adecuadas —Creo que tienes razón— la muchacha se volteo sobre su banco un tanto confundida.

¿Sobre que tenía razón? ¿Sobre lo feo que era su dibujo, los viajes interdimensionales o que la profesora de literatura estaba tan loca como su amado Quijote?

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