Lo último que recordaría sería su gemido de dolor probocado por la agonía.
Ella camina con el poderoso y atrayente vaivén de sus caderas. Aquellas que atarían las mirada de morbo de sus clientes, y un que otra mirada agena.
El burdel Oro era ampliamente conocido por ella, por la señorita que hipnotizaba con un beso, la señorita que sin querer domaba a su clientela. Ella estaba por necesidad, era más que claro, pero todos se aprovechaban de ello y ella de algún modo contra atacaba subiendo su precio a un monto casi imposible para los plebeyos de Darq. Cosa que no era el impedimento necesario para que ellos bajaran la mirada y se dieran por vencidos, pues cuando aprendieron de sus habilidades y grandes dones en la cama, el dinero era lo que menos importaba. Importaba estár cerca de ella, de besar su blanca piel con pecas, acariciar su lacia cabellera obscura, de saber que por algún momento efímero ellos fueron amados. Ella lograba hacer eso, creer que eran amados. Y eso para los hombres era estár vivos...Llegaba al cuarto. Al cuarto adornado de crespón de seda en pequeñas aberturas que hacían verlo igual que olas marinas desvaneciendose.
Vestía su misma falda de tussa casi transparente por encima de la rodilla sujetada por un simple y debil botón. Y un pañuelo de organza morado que cubría su boca en un nudo.
Mientras que sus senos se mantenían al descubierto, esto según para que los clientes eligieran a su amante favorita, aunque todos sabían que la elegida siempre era ella. Cabe decir que con ella se creaba una subasta para ver quien la usaba primero.-Detente -Dijo su cliente de voz gruesa. Blanca barba abundante y ojos grises clavados en ella con deseo y placer.
Ella obedeció. Detuvo su paso.
-¿Pasa algo, mi Lord? -Preguntó sumisa.
-No creí que fueras tan hermosa -Admitió. Estaba recostado en la cama, apoyándose de su brazo derecho, enfocado en sus senos-. Al final los rumores resultaron cortos a lo que esperaba.
-¿Y qué es lo que esperaba, mi Lord? -Su tono de voz sonaba seductor. Él lo consideraba tierno.
Se puso de pie y avanzo con lentitud a ella. Su mirada amenazaba, intimidaba, probocaba enfriamiento instantaneo en no solo su piel, sino que en todo su organismo se veía paralizado.
-Eres distinta. Contienes una energía que no capté antes en otra mujer -Seguía analizando a su compra. Su futuro juguete sexual-. Tal vez es el pañuelo en la boca que proboca este placer. O tal vez es la falda que parece tan delicada como si ningún cliente antes la hubiera arañado por respeto... y sabemos que nadie respeta a una puta.
-Gracias, mi Lord.
-¿Por qué me das las gracias? -Replicó incrédulo.
-Por respetarme -Afirmó-. Los clientes no hacen lo que usted. Analizar. Sólo hacen lo que quieren hacer y se van. Eso es todo.
-Y con eso te metes cinco mil Quars de oro -Sonrió pues bien sabía lo costoso que era conseguir tal cantidad en Darq.
Los Quars era la moneda de Darq, se clasificaba en tres montos; la de bronce que era lo más barato, equivalían a dos platas y a cuatro oros; Las de plata equivalían a dos oros; y las de oro eran las más valiosas y costosas de Darq.
-Dime -Prosiguió yéndose a recostar- ¿Cuánta es la cantidad más costosa que has cobrado por estár con alguien? Digo, las mujeres como tú tienen muchas historias intrigantes por contar acerca de su riqueza.
-Ninguna riqueza, mi Lord -Aceptó en una debilidad enervada-. Todo lo que consigo es para mi hijo, mi Lord. Él recibe todo mi dinero.
-Y lo gasta en tipas como tú -Aseguró sornista recostado de nuevo en la cama. En su misma posición. Ella no respondió-. No me sorprende. Es hombre y un hombre busca de una mujer poder cogersela. Esas cosas del amor son estúpidas, tanto como que los Kruil no tienen armas especiales para matarnos a todos.
Hubo momento de silencio. Silencio sin forma. Silencio irritante.
-Comienza -Preceptuó disgustado. En el fondo sentía un placer extraño y no por estár con la mejor mujer de Darq, sino que el humillar lo hacía exitarse más y más.
Él yacía recostado, abierto dispuesto a conseguír el placer por el que pagó. Ella se acercaba lenta y precisa, sus piernas danzaban una tras otra, sus ojos jugaban ya con él, se mantenían enfocados en los suyos.
Sintió una brusquedad en su interior, insana e indolora. Pero abrupta. Tanto que sufrió de un mareo que convirtió su entorno en un lugar nebuloso, distante, lo confundio.
Se levantó, aún con el mareo que no lo dejaba estár firme. Tropezo y vislumbró a su puta acercarse. Aunque quedó inquieto, ya no era la mujer por la que había pagado 5,000 Quars. Esta parecía un ser indeseable. Sin cabello lacio del cual poder acariciar, sin ojos atrayentes, cuencas vacias, y peor aún, una sonrisa extensa en su cutiz que figuraba mil dientes en ella.Soltó un porrumpido estridente que fue oído en todo el burdel.
El dueño, Sir Toxqui fue deprisa con la sangre helada ante tal grito. Para sorpresa de él y la de todos sus clientes. Nadie en la habitación estaba.
Más tarde, Dia se encontraría en una cueva oscura y gélida, había gotas en el techo que descendía con fuerza. Se escuchaban las goteras por las mañanas y por las noches se oían a sus clientes.
Había llegado por fin a su trono. Forgado de oro, su respaldo estaba cubierto de las cabezas de sus clientes incrustadas en estacaz para que se dieran a notar y los brazos se lucían pues en cada una se podía encontrar un cuervo de 67 cm de altura.
Ella ya no vestía más que una túcina roja escarlata oscura. Y ahí esperaba noticias de sus necesitados.Y pronto llegó una noticia. Una bruja mortal de túnica verde. Las de túnica azul eran inmortales. Llegaba a zarandaja agachando la cabeza.
Posó enfrente de ella, hinclinó la rodilla alzando un papel enrollado en sus manos y dijo:-Noticias de Jaime, mi Ama.
-Entregala.
La bruja acercó la carta, la dio lo más delicada que consiguió hacerlo y se retiró.
Dia observó aquel trozo de hoja inexpresiva, sus ojos no demostraban una expresión clara, siempre fruncía el ceño pero eso no aclaraba nada porque en la mayoría de su tiempo sonreía. De una manera sarcástica, pero lo hacía.
Tronó los dedos y el papel prendió en llamas frías que no consiguieron hacerle ningún daño. Se levantó y echó a andar a la salida mientras con gozo de asesina decía:-Vayan por los Orcos de Vert y dígalen que les ordeno venir... La guerra nos espera.
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CRÓNICAS DE GAWR
Bilim KurguEl mundo de Gawr guarda muchos secretos. Y a raíz de ellos la guerra comenzará. Cuando Mark II Stone se entere, la guerra comenzará. Cuando las casas Kramer y Ebright se enterén, la guerra comenzará. Cuando Dia se enteré, la guerra comenzará. Y co...