Lunes 12, marzo

37 5 0
                                    


Querido David: 

Sé que te debo una explicación, Mirna me ha confesado que el viernes fue a buscarte y te pidió entrar tu clase de anfiteatro y según dijo tú la aceptaste. Pero el tema no va de eso, el movimiento de Mirna fue muy bajo, ella sabe que estoy intentando renunciar a ti pero no me lo permite. 

Después mi clase de laboratorio yo ya no quería estar con nadie, necesitaba un momento a solas. En mis cavilaciones caminé hacía el edificio 3, ibas con Ivonne y bajaste la cabeza cuando notaste mi presencia, entonces decidí que yo no te debo nada, ni tú a mi. 

Tú amas a alguien, y no soy yo. Pero no tengo porque permitir que me ignores de esa manera, y lo siento. 

Cuando encontré a Mirna en el edificio 2 caminamos a tu edificio, pues ella quería ir al baño. Necesitaba hacer algo para romper esta barrera que yo había creado, necesitaba arreglar esto. Caminamos a la salida y entonces te vi, y sonreí, aunque esa sonrisa me costó demasiado, lo hice. Y te saludé con mi mano, me miraste absolutamente impresionado y me devolviste el saludo. Mirna estalló en cuanto te fuiste.  Dijo cosas como"Quedaste en ridículo" "No vuelvas a hacer eso frente a mi", ya sabes cosas de amigas. Sé que está molesta.

Decidí dejarla en la salida y regresar a clases, en el camino encontré a Karla, una amiga, comencé a contarle lo que había pasado con Mirna y contigo, mientras hablaba me di cuenta que estabas enfrente de nosotras, no sabía cuánto habías escuchado, me callé al instante y ella se percató de tu presencia. 

Volviste  a entrar al edificio y yo te miré. Entonces continué con mi relato, cuando le contaba sobre nuestro encuentro volviste a salir y me miraste, sabías que seguía hablando de ti. 

Intenté ignorar el sentimiento de malestar que crecía en mi pecho. Karla decidió acompañarme al salón y le dije que o quería volver a encontrarte por hoy, ella se adelantó un poco para ver a mis compañeros y en seguida volteó y me dijo "Esta ahí", debiste verla porque unos segundo después saliste tú y preguntaste si ya nadie iba a entrar, mirándome. Casi me reí. 

Empezaste la clase diciendo que nuestra profesora te pidió darnos clase, dijiste que teníamos que poner atención. No había prestado atención a tu atuendo, pues tú siempre te vistes casual, pero hoy usaste una camisa de cuadros azules. No puedo describir lo increíblemente guapo que lucías, tu cabello se encontraba más aplacado que de costumbre, y una hermosa sonrisa llenaba tus labios. 

Comenzaste tu cátedra magistral explicando las túnicas del corazón, mi mente se perdió en tus gestos y tus sonrisas. Cada poco hacías un comentario gracioso sobre tal o cual cosa, extrañaba tanto eso que de mis labios no podía borrar una sonrisa enorme. 

Entonces dijiste que nos darías un descanso, yo salí con una chica cuyo nombre no vale la pena ser mencionado, pero resultaba muy molesta. 

Al regresar aproveché la oportunidad para hablar contigo, te hice preguntas muy generales sobre un trabajo que nos habías asignado para la optativa; quizá lo imaginé, pero lucías nervioso al hablar, tu vista vagaba por todos lados evitando que nuestros ojos se encontraran. Te agradecí más de una vez cuando contestaste mis preguntas y seguiste tu clase con muchos ánimos.

Ese día descubrí que no podía dejar de amarte, incluso aunque no te hablará por días. Y dolía demasiado porque sentía que nuestra historia no terminaría así. 

Yo.

Entre nosotros, todo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora