Todo pasó demasiado rápido, mi cerebro no asimilaba lo que veían mis ojos que eran incapaces de dejar brotar las lágrimas por el impactante suceso ocurrido apenas unos segundos antes.
***
Seguía inmóvil, al igual que aquella horrible noche en la que mi familia falleció; en la silla de madera de la sala en la que el juicio se estaba llevando acabo.
No escuchaba nada y mi mirada estaba nublada, no sé si por las lágrimas o porque mis ojos no querían ver nada más; quizás una mezcla. Pero noté como un señor que estaba a mi lado se levantaba bruscamente de su asiento para contradecir al juez y tras un tiempo dirigirse a mi y decir repetidamente una palabra; "lo siento".
No entendí porqué se disculpaba, no sabía ni quien era.
De repente unos hombres me tomaron de mis brazos, me levantaron del asiento y me llevaron a otra sala también desconocida. Yo no me resistí, dejé que llevasen mi cuerpo a donde quisieran.
Al rato, no sé si minutos, segundos u horas ya que ya no tenía sentido nada; un señor, distinto al que me pidió perdón, vino y se sentó en frente mio y comenzó a hablar, no sé de que hablaba pero se veía muy enfadado.
Me agitó, zarandeó y gritó, y tras tres días de estando desconectada del mundo ese señor hizo que volviese a la realidad. Me reacomodé en la silla, parpadeé varias veces volviendo clara mi vista, y mis oidos volvieron a escuchar palabras y no solo ruidos.
-Bien, ahora que me escuchas presta atención. En 5 minutos vendrán unos agentes y te llevarán a dónde perteneces.
Tras decir eso se fue. Eché un vistazo a la habitación en donde me encontraba, era una habitación simple con una mesa de madera y dos sillas, una detrás de la mesa y otra en frente, es en la segunda en donde me encontraba yo; la mesa tenía unos papeles, unos bolígrafos, un marco en el que supongo que habría una foto y una placa en la que ponía "Sr. Smith". En las paredes había varios artículos policiales y premios.
Cerré los ojos para relajarme, pero al segundo me arrepentí y los volví a abrir ya que la imagen de los cuerpos sin vida y ensangrentados de mis padres y mi hermanito volvieron a mi cabeza y con ella las lágrimas brotaron sin cesar, esas que habían estado amenazando con salir desde que ocurrió el incidente.
Tal y como el señor dijo, unos agentes vinieron y me ordenaron que me levantase. Yo me levanté lentamente pero sin rechistar, mi madre siempre me había dicho que a los policias había que hacerles caso. Les seguí en silencio y con la cabeza agachada, signo de obediencia; podía oir como hablaban de cosas pero hablaban tan bajo que me fue imposible escuchar lo que decían, sin embargo supe que era algo sobre mi ya que al terminar las frases me miraban de reojo, ya sé que tenían que vigilarme pero me miraban demasaido como para solo saber si les estaba siguiendo o si seguía formal.
Llegamos a un portón enorme y este se abrió produciendo un ruido muy desagradable. Cuando se abrió completamente, los agentes se fueron y se me acercó otro distinto. Este se notaba que era muy estricto ya que su expresión era monótona y sus pasos firmes como los de un militar.
Se paró a un metro de mi y me miró fijamente para luego ordenarme que me diese la vuelta. Me di la vuelta como el ordenó y de repente noté como alrededor de mis muñecas había algo frío, duro y que no me permitía separarlas.
No entendía porqué me ponían unas esposas, es decir, ¿no estaba en un juicio para hacer justicia del asesinato de mi familia? ¿Por qué me esposaban? ¿Qué había hecho mal?
De repente me metió en su coche bruscamente y condujo rápidamente. No me atreví a preguntarle a dónde me llevaba o porqué me había esposado.
Llegamos a un edificio rodeado de unas vallas metálicas y muchas torres de vigilancia.
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Corazones condenados
Teen FictionSelena es una chica inocente de esas que no rompería ni un plato. Sin embargo por malentendidos acaba en prisión en donde tendrá que sobrevivir. Axel, por el contrario, es un chico con mucha experiencia sobre la vida de un preso. Ambos acaban conoc...