Único.

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Hace mucho tiempo, en la antigua Japón, una pareja de casado tenía una pequeña hija. El hombre era un samurái, un caballero que protegía el pueblo de los peligros de la vida; la esposa era una mujer modesta, tranquila y ligada a la familia.

—...Y es así, como la dulce princesa se casó con el radiante príncipe —pasó la última hoja del libro infantil, con ayuda de su pequeña hija, llegando al final del libro—. Y vivieron felices para siempre. Fin.

La pequeña empezó a aplaudir y saltar feliz del final, mientras que su padre reía por la energía inacabable que guardaba su hija de 3 años. Kirishima cerró el libro de cuentos que le compró hace un par de días a su amada primogénita, esperando que así se divirtiera con las historias cortas. Tomó del torso a la pequeña al lado suyo para sentarla en sus piernas.

—¡Otra! —gritó la infante tomando el libro y restregándoselo en la cara a su padre—. ¡Po favor! —pidió en un mal hablar.

Kirishima tomó el libro que le estaba golpeando en el rostro por la insistencia de su hija y lo volvió a dejar donde antes.

—Es hora comer. —Sus ojos viajaron por toda la habitación, hasta llegar a la puerta abierta de la cocina, donde se podía apreciar a su esposa sirviendo la comida. Elevó a su hija mientras se levantaba del sillón de la sala de estar y la llevó cargando hasta el comedor—. [Tunombre].

La mujer levantó la mirada para ver a su esposo entrar a la cocina con su hija en brazos, y como él la dejaba ya posicionada en su lugar correspondiente. Kirishima acarició la cabeza de su hija, esperando que se quedara tranquila mientras que él ayudaría a su esposa sirviendo la comida. Hubiera preferido ayudarla con algo más, pero la terquedad de [tunombre] no dejaba espacios.

—¡Huele delicioso! —exclamó el pelirrojo inhalando el olor que provenía de la comida. Iba a tomar un pequeño trozo de cerdo, pero la mano de su mujer atacó rápidamente la suya en una palmetada suave—. ¡Ay!, No me pegues —dijo mientras se acariciaba la parte afectada.

—La comida ya está lista, no tienes que andar de intruso por acá —señaló la fémina tomando un plato de plástico y empezando a servir lo que sería el principal. Luego de terminar, se lo extendió al pelirrojo para que lo dejara sobre la mesa—. Es de Ai, déjaselo.

Kirishima asintió y le colocó el plato a su hija. Así, mientras que la chica servía, el héroe colocaba todo en su lugar. Pronto terminaron y todos ya estaban sentados listos para comer.

—¡A comer! —gritaron al unísono padre e hija.

—Adelante —contestó [tunombre].

La pequeña mesa cuadrada era perfecta para los tres, y más si ahora la pequeña estaba empezando a degustar cosas más grandes y enteras. [Tunombre] tomó el tenedor de plástico de su hija y le ayudó a enrrollar la pasta sobre la cuchara.

—No, mama —La infante alejó la mano de su madre de su plato—. Yo puedo sola.

—¿Segura?

—Sí —contestó la niña tomando el tenedor para empezar a enrrollar la pasta, aunque esta ya había sido cortada un poco por su madre.

[Tunombre] miró a Kirishima, y éste sólo se dejaba endulzar por la acción tan independiente de su adorada hija; estaba creciendo muy rápido, y no quería perder a su niñita tan luego.

Siguieron hablando y disfrutando de la comida a su vez. [Tunombre] le hablaba a su marido sobre las ideas que tenía para crear nuevos escritos, mientras que el héroe le contaba sobre los diferentes sucesos que habían pasado en su agencia y sus misiones en la ciudad.

Recuérdame. [Kirishima Eijirou | BNHA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora