Me despierto gritando y sudando de una pesadilla. Hace meses que tengo la misma. Un tío me persigue con un arma letal; una hacha. Ese capullo es mi padre. Va gritando y gritando mi nombre, yo me escondo, pero siempre me encuentra y acaba cortandome uno a uno todos los dedos de mis pies, luego hace lo mismo con las piernas, hasta que me deja insconciente e inmovible. Todo sucede muy lento y doloroso, aunque sea solo un sueño, debo reconocer que es todo muy real y angustioso. A veces me pregunto por qué no puedo ser una chica normal. Una adolescente de 16 años, que va a fiestas, es la más popular del instituto y le encanta follar. Pero no, no soy así, porque sinceramente a) no quiero y b) mi físico no me da para eso.
Soy una chica de metro setenta y cinco, muy alta. Pelirroja de ojos marrones y pecas. Y, no os imagineis a una tía preciosa y todo eso. No. Tengo muchos granos y un aparato de metal en mis dientes. El pelo siempre lo llevo fatal y, no me gusta para nada maquillarme ni arreglarme.
¿Ya sabeis por qué soy virgen, no?
Yo también.